Clarin.com/ Ñ
IDEAS Psicología13/12/11 - 17:34
Para el psicoanalista francés, de visita en la Argentina, “con el régimen de certeza de la ciencia, la noción de autoridad paterna queda desplazada”. Además, en esta entrevista exclusiva, destacó que Brasil y Argentina tengan mujeres en la presidencia. “Su liderazgo está resolviendo tensiones que podrían ser insuperables”, dijo.
POR PABLO E. CHACÓN
LEJOS DE LAS VIEJAS IDENTIFICACIONES. "El psicoanálisis intenta producir una nueva versión de la mujer", asegura Eric Laurent.
El psicoanalista Eric Laurent pasó por Argentina para dictar un seminario, pero se hizo tiempo para conversar con Ñ Digital, con los estudiantes en la Facultad de Psicología y para dar una conferencia en la Biblioteca Nacional; también presentó su último libro, “El sentimiento delirante de la vida” (ediciones Diva), una paráfrasis de “El sentimiento trágico de la vida”, el clásico de Miguel de Unamuno que le sirve al francés de pretexto para argumentar sobre la mutación del concepto de tragedia en un planeta de cielos saturados de satélites, escaneado y vigilado donde el sujeto ha perdido las referencias y la desorientación es, prácticamente, la norma. Acá la conversación.
¿Por qué se refiere a Unamuno en el título de su libro?
Unamuno produjo un impacto particular en su época, entre las guerras. Y su proyecto era, precisamente, tratar de influir, de advertir sobre la segunda parte que veía venir, la segunda guerra mundial. Cierto que él pensaba en un modo de rearme moral, en un llamado que incluyera al sentimiento trágico de la vida, la finitud, la muerte, y no seguir soñando con el entusiasmo fácil de los años veinte a los treinta, los años locos, que se iban a apagar, y que se apagaron.
En la actualidad, ese sentimiento ¿ya no existe?
No es que no exista. Las tragedias no han dejado de ocurrir. El ejemplo más cercano es la crisis financiera global desatada en 2008. Es una tragedia enorme, una crisis financiera sin par, al interior de un sistema que está completamente desarreglado. Y es probable que haya más tragedias de este tipo y otras, insólitas, inéditas.
¿Como cuáles?
Catástrofes ambientales, humanitarias, pestes masivas… es lo que está pasando.
Sin embargo, usted piensa que el sujeto puede enfrentar este nuevo malestar.
Efectivamente. Pero para enfrentarlas, esta vez lo mejor no es un llamado a un nuevo orden moral sino despertar de ciertos sueños. El psicoanálisis puede ayudar en algo a este estado de las cosas. Situémonos. Estamos en una época posterior a la caída del principio de autoridad que se resume en una destitución del padre, las figuras clásicas, la autoridad. ¿Y qué queda en un mundo sin referencias? Bueno, el hecho de que todos estamos un poco locos. Y que es necesario inspirarse, también, en el esfuerzo que hacen las personas designadas o estigmatizadas como tales. A los locos, por no poder utilizar los instrumentos estándar, no les queda más remedio que inventarse creencias, delirios, instrumentos particulares, o a medida; no creencias comunes pero sí algo que les permita sostenerse en la vida. Lo que queda después de la caída de las grandes figuras, es inventarse creencias que permitan sostener el lazo social, no apoyándose en los discursos comunes pero transformándolos, como para inventarse ciertos sistemas, sin creer por eso que vaya a surgir una figura de autoridad que pueda rearmar la historia, no; un lazo social pero sin este viejo sentimiento de la existencia común.
Es decir, más cerca de la multitud de Toni Negri que de la psicología de las masas de Freud.
Algo así. El lazo social del cual habla Negri es el de esta época. Es el lazo social de la multitud, que no se articula en un relato, una ideología global, pero que constata que el lazo social está fragmentado, y que esa fragmentación no es vivida, digamos así, como una tragedia.
Al contrario de lo que sucede en los consultorios.
En los consultorios y en el mundo. Las guerras del siglo XXI, que son cantidad, no tienen fin. Estamos entrando en un estado de excepción que parece no levantarse nunca; sólo se desplaza. Es una época extraña. La tragedia hace parte del cuadro común de la existencia, pero de una manera muy distinta a lo que fueron las grandes catástrofes del siglo XX. Este es un mundo militarizado. Y lo que caracteriza nuestro tiempo es haber salido de la ilusión de la historia cuando cayó el muro de Berlín, en 1989. Se pensó que después del enfrentamiento de los bloques se iba a producir una reunificación de la humanidad, como sucedió en la propia Alemania. Y sería el final glorioso de la historia pensado por Francis Fukuyama. Pero no, sucedió justo al revés. No estamos en el choque de las civilizaciones, como pensaba Samuel Huntington, pero sí entre catástrofes, guerras locales que se difunden, alteración de los derechos públicos… a su manera, en todos los países. Es esta crisis permanente la que teje nuestra existencia. Bien, no ignorar esta situación es uno de los objetivos del libro, y efectivamente, pensarla a partir de las tragedias que llegan al consultorio, donde cada vez más y más gente tiene que inventarse soluciones a medida para resistir a la pulsión de muerte, al goce invasor, a la relación adictiva que se tiene con los objetos de goce. Porque casi todo puede transformarse en un objeto de goce. Las viejas autoridades podían atemperar esa adicción, pero no funcionan más. Puede volverse adictivo el shopping, el tabaco, la droga, el sexo, todo puede tomar el matiz de una invasión.
¿Y entonces?
Y entonces la gente se inventa soluciones a medida. Pero de todas maneras, eso no ha hecho desaparecer los aparatos higiénicos, los discursos generales sobre las “malas costumbres” o el sanitarismo autoritario. Existe un derecho que esos discursos no contemplan: el derecho de cada uno a dañarse un poco, no del todo, sólo un poco.
¿Cómo entender esto que usted dice?
El problema es singularizar la posición analítica. En el mundo de la técnica, que es el nuestro, en el cual todo tiene que tener una función, el psicoanalista no es alguien que se ofrece como una herramienta útil. Y eso singulariza la posición analítica. Para ser claro: el psicoanalista trata de dirigirse a lo inútil de cada uno. Si se pudiera pasar de esas costumbres inútiles que nos invaden, sería extraordinario. Pero no es el caso. Es imposible separarse de esa parte oscura que nos habita; esa parte desdichada, maldita, como la llamaba Georges Bataille. Pero el psicoanalista tiene esa distancia sobre el discurso de la utilidad. Y tratar de transformar eso “que no va” en algo que vale es una tarea. Pero de lo “que no va”, tampoco es imprescindible separarse de una manera autoritaria. Hay que considerar a esa parte maldita como algo a lo que vale la pena dirigirse y hacer hablar.
¿Por qué cree que hay tantas mujeres en el psicoanálisis?
Está claro que el psicoanálisis es una de las invenciones del siglo XX de la cual las mujeres se apoderaron. Muy rápidamente, este discurso inventado por Freud se transmitió después por su hija, Anna Freud y Melanie Klein, que fueron las que inventaron la transmisión de ese discurso. En la Universidad de Buenos Aires, el 85 por ciento de las estudiantes de psicología son mujeres. Es un tsunami de mujeres, pero eso no significa que la cosa está arreglada. Las mujeres no son la solución a la crisis de autoridad global. Ellas no reemplazarán a la destitución paterna. Además, existen todo tipo de creencias: las vírgenes, la dama de hierro, que pudo parecer, por ejemplo, una solución cuando los hombres aflojan. Pero eso no es tan claro. No es casualidad que en los dos países más importantes de América latina, el carisma del líder esté encarnado por mujeres, Dilma Rousseff y Cristina Fernández de Kirchner, que con su liderazgo está resolviendo tensiones que podrían ser insuperables. Se puede decir también que la dueña de Europa, ahora mismo, es Angela Merkel. Es verdad, sin embargo, que el sobrenombre de Merkel, en alemán, es madre. Pero la idea del psicoanálisis es tratar de inventar una figura de mujer que no sea la virgen, la dama de hierro o la madre sino una mujer que ocupe un lugar en el fantasma del hombre. Las mujeres son sensibles a la singularidad, no a lo universal, no a los grandes ideales. Eso decía Freud. Lo que en Freud sería una crítica a ese rasgo femenino, Jacques Lacan lo retoma y hace de ese rasgo lo más interesante de la posición de la mujer: interesadas por la singularidad, lo particular del hombre. Porque también cada mujer quiere ser una mujer particular. La mujer quiere ser amada por lo que ella es. Ella no es todas las mujeres. El psicoanálisis intenta producir –lejos de las antiguas identificaciones– una nueva versión de la mujer. Esa es una de sus apuestas en este siglo.
¿Y los hombres?
Bueno, la actual situación no es culpa de los hombres. Los hombres encarnaban la función del padre. Pero esa función no opera de la misma manera con la ciencia que sin la ciencia. Con el régimen de certeza de la ciencia, la noción de autoridad paterna queda desplazada. El psicoanálisis puede ayudar a los hombres que piensan este cambio como una castración insoportable a su autoridad. Y evitar, de esa manera, las explosiones de agresividad contra las mujeres sobre las que leemos todos los días.-
Dirección: Mario Goldenberg
Coordinación: Claudia Moggia
ESPACIO DE CONTENIDO LITERARIO
Para noticias actualizadas dirigirse a http://www.facebook.com/pages/Elephant-Violencia-en-las-Escuelas/299843733432269
sábado, 17 de diciembre de 2011
Nota de YAHOO. Adicto a un video-juego
SARASOTA, Florida, EE.UU. (AP) — En el peor momento de lo que ahora considera una adicción, Ryan Van Cleave hacía cola en la caja de alguna tienda de abarrotes, a fin de pagar la leche, el pan y la comida para sus hijas pequeñas cuando, en una fracción de segundo, se salía de la realidad y pensaba que estaba viviendo en un juego de video.
Parece una locura, pero él dice que es verdad. Algo llamaba su atención —quizás el movimiento de otra persona, a quien alcanzaba a ver con el rabillo del ojo cuando seleccionaba algún producto de la tienda_, y Van Cleave se sentía mental y emocionalmente transportado a otro mundo.
Sentía que estaba en World of Warcraft, su videojuego favorito.
Lo jugaba cada noche, cada día, y a veces durante todo el fin de semana. El movimiento repentino de alguien en la tienda desencadenaba en Van Cleave una reacción similar a la que experimentaba frente a la pantalla de la computadora, cuando enfrentaba a dragones y monstruos, incluso por 60 horas a la semana.
Su corazón latía a tope. Su respiración se aceleraba.
El padre treintañero tenía que hacer un gran esfuerzo para tranquilizarse y volver a la realidad. Al menos, a su realidad.
Y es que World of Warcraft comenzó a trastocar toda la vida de Van Cleave: la relación con su esposa y con sus hijos, así como su empleo como profesor universitario de inglés.
Antes de impartir sus clases o por las noches, mientras su familia dormía, Van Cleave pasaba horas frente a la pantalla, jugando. Solía comer ante la computadora. Prefería los burritos calentados en el horno de microondas, las bebidas energéticas o cualquier otro alimento que pudiera sujetar sólo con una mano, a fin de que la otra quedara libre para manipular el teclado y el "ratón".
El vivir dentro del videojuego le parecía preferible a la vida cotidiana, particularmente porque, en esta última, se la pasaba peleando con su esposa, quien le reclamaba por el tiempo que dedicaba a la computadora.
"Jugar World of Warcraft me hace sentir como Dios", escribió Van Cleave. "Tengo todo el control y puedo hacer lo que quiero, sin muchas repercusiones reales. El mundo real me hace sentir impotente... una falla de computadora, un niño llorón, una batería de celular agotada. La distracción más pequeña en la vida cotidiana me quita poder".
Pese a pensamientos como éste y a los episodios de disociación de la realidad en los supermercados, Van Cleave no creía tener problemas para mantenerse en la vida real. Pero los tenía, y pronto llegarían las consecuencias.
_____
Van Cleave creció en un suburbio de Chicago. Fue hijo adoptivo y se sentía un intruso en su propia casa y en el mundo, recordó. De niño, le interesaban particularmente las guitarras y las computadoras.
En la secundaria, cada año deparó juegos más emocionantes con mejores gráficos. Sus padres le compraban los juegos porque éstos parecían atraer a todos los adolescentes. Además, el joven tocaba la guitarra en un grupo, de modo que los videojuegos no constituían su única actividad.
Luego, Van Cleave llegó a la universidad.
"Jugar 15 o 20 horas a la semana cuando estás en esa etapa no es mucho", dijo Van Cleave, quien se graduó en inglés de la Universidad del Norte de Illinois. "El problema ocurrió después de eso, cuando entré al mundo real".
Cursó una maestría y un doctorado en escritura creativa en la Universidad Estatal de Florida. A finales del 2003, se le ofreció el empleo de sus sueños, impartiendo clases en la Universidad de Clemson, en el sur de California.
Su esposa Victoria estaba embarazada por vez primera. El matrimonio no planificaba tener hijos aún y Van Cleave reconoció que lo conmocionó la idea de convertirse en padre.
Ambos llegaron tarde a la primera prueba de ultrasonido porque Van Cleave estaba jugando Madden Football en la computadora.
Fue en esta época que World of Warcraft (WoW) llegó a su vida.
Van Cleave terminó jugando un fin de semana entero. Se la pasaba pegado a la computadora mientras su familia dormía o cuando sus padres llegaban de visita y jugaban con su hija.
Victoria relató que se sentía "asqueada" y abandonada.
"No podía creer que alguien prefiriera una familia virtual a una real", dijo.
Un motivo por el que Van Cleave se sintió tan cautivado por WoW es que el juego ofrecía diferentes perspectivas. Antes, la mayoría de los juegos en los que participaba Van Cleave contaban sólo con una vista desde el aire, como si un ave percibiera la acción. En WoW, un jugador puede hacer acercamientos y desplazamientos, y mirar una escena exactamente como lo haría un humano en la vida real.
Tres años después de que comenzó a trabajar en Clemson, la vida de Van Cleave comenzó a desmoronarse. Sus cuatro perros murieron, por causas diversas. Su esposa volvió a quedar embarazada. Luego, Van Cleave comenzó a tener la impresión de que no le simpatizaba a otros profesores, quienes querían que se fuera.
Sin embargo, no trató de solucionar sus problemas. En vez de ello, liberó su ansiedad en WoW, un mundo virtual que podía controlar.
"Lo único que representaba algo significativo en esa época era WoW. Me aferré a eso para vivir", escribió.
Para millones de personas que practican este juego, WoW es difícil de resistir.
Los jugadores crean un "avatar" o personaje virtual, que se desenvuelve en un ambiente creado por gráficos increíblemente realistas. El jugador se siente como la estrella de una película de ciencia ficción, y el juego no termina, sino que siempre va escalando de nivel e incorporando versiones, aventuras y personajes.
"Siempre había algo mejor y más interesante", dijo Van Cleave. Uno nunca puede tener suficiente dinero virtual, suficientes armaduras, suficiente apoyo. Hay que seguir".
La productora de WoW, Blizzard Entertainment, se negó a emitir declaraciones sobre el caso.
En los últimos cinco años, han surgido noticias de gente que se siente agotada luego de jugar 50 horas seguidas, de adolescentes que han matado a sus padres por quitarles los videojuegos y de progenitores que no atienden debidamente a sus niños por estar todo el tiempo ante la computadora o la consola.
No hay investigaciones psiquiátricas suficientes, y algunas autoridades niegan que los juegos sean adictivos.
Pero Van Cleave insiste en que su adicción era similar a la que sienten quienes apuestan dinero hasta perderlo todo.
En el 2007, cuando nació su segundo bebé, Van Cleave jugaba unas 60 horas a la semana.
Unos meses después, Clemson no le renovó el contrato. Aceptó un empleo por un año en la Universidad George Washington, impartiendo una hora semanal, lo que le alegró en el fondo, pues tenía más tiempo de jugar y de olvidarse del deterioro en la situación laboral.
Gastó el poco dinero que ganaba en más juegos, y compró dos nuevas computadoras, para apreciar mejor los gráficos.
En el 2007, Van Cleave tenía tres cuentas distintas de WoW, cada una de las cuales cuesta 14,95 dólares mensuales. Abrió una cuenta secreta en PayPal para pagar dos de las suscripciones al juego sin que su esposa se enterara.
Gastó 224 dólares —en dinero auténtico— para comprar oro virtual, de modo que pudiera aprovisionar a su avatar con un "sable de nivel épico" y una "armadura de primera clase".
Comenzó a cambiar su personalidad.
"Cuando los hechos de la vida real interrumpían lo que él hacía en el juego, enfurecía muy pronto por ello", recordó Rob Opitz, su mejor amigo de la secundaria, quien vivía en otro estado pero jugó WoW con él durante años.
Van Cleave estaba a punto de tocar fondo.
___
Era el 31 de diciembre del 2007. Van Cleave estaba a la mitad de su contrato como docente en la Universidad George Washington. Se encontraba de pie sobre el puente Arlington Memorial. Pensaba en saltar al agua gélida.
Había jugado durante 18 horas consecutivas y no se sentía bien. Dijo a su esposa que saldría a comprar un medicamento, pues le dolía la garganta. Pero su malestar no era sólo físico.
"Mis hijos me odian. Mi esposa amenaza otra vez con dejarme", escribió Van Cleave en su libro. "No he escrito nada en incontables meses. No tengo planes para el próximo año lectivo. Y estoy eternamente agotado por no dormir para jugar más Warcraft".
Aquella noche representó la primera vez que Van Cleave reconoció que tenía un problema.
Se alejó de la barandilla del puente, se marchó a casa y borró el juego de su computadora.
Durante la semana siguiente, sintió jaquecas y dolor de estómago. Estaba bañado en sudor, como un adicto al que se le retira una droga.
Le fue muy difícil alejarse de WoW, pero no lo reinstaló en la computadora. Comenzó a reconstruir su vida, la real.
"No le creía", dijo su esposa. "Había oído lo mismo antes, y no confiaba en que él pudiera parar".
Aceptó trabajos independientes, escribió poemas y libros para adultos jóvenes. Narró la historia de su adicción, en un libro titulado "Unplugged" (Desconectado) y publicado el año pasado.
En el 2010 fue contratado como profesor de inglés en la Escuela Ringling de Arte y Diseño en Sarasota. Compró una casa junto con su familia.
Pero incluso cuatro años después de que dejó de jugar, Van Cleave piensa en War of Warcraft. Y tiene sueños recurrentes.
Sueña que encarna a uno de sus antiguos personajes en el mundo virtual. Cuando despierta, bañado en sudor y con la respiración agitada, siente siempre el mismo impulso de correr hacia la computadora y jugar.
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Parece una locura, pero él dice que es verdad. Algo llamaba su atención —quizás el movimiento de otra persona, a quien alcanzaba a ver con el rabillo del ojo cuando seleccionaba algún producto de la tienda_, y Van Cleave se sentía mental y emocionalmente transportado a otro mundo.
Sentía que estaba en World of Warcraft, su videojuego favorito.
Lo jugaba cada noche, cada día, y a veces durante todo el fin de semana. El movimiento repentino de alguien en la tienda desencadenaba en Van Cleave una reacción similar a la que experimentaba frente a la pantalla de la computadora, cuando enfrentaba a dragones y monstruos, incluso por 60 horas a la semana.
Su corazón latía a tope. Su respiración se aceleraba.
El padre treintañero tenía que hacer un gran esfuerzo para tranquilizarse y volver a la realidad. Al menos, a su realidad.
Y es que World of Warcraft comenzó a trastocar toda la vida de Van Cleave: la relación con su esposa y con sus hijos, así como su empleo como profesor universitario de inglés.
Antes de impartir sus clases o por las noches, mientras su familia dormía, Van Cleave pasaba horas frente a la pantalla, jugando. Solía comer ante la computadora. Prefería los burritos calentados en el horno de microondas, las bebidas energéticas o cualquier otro alimento que pudiera sujetar sólo con una mano, a fin de que la otra quedara libre para manipular el teclado y el "ratón".
El vivir dentro del videojuego le parecía preferible a la vida cotidiana, particularmente porque, en esta última, se la pasaba peleando con su esposa, quien le reclamaba por el tiempo que dedicaba a la computadora.
"Jugar World of Warcraft me hace sentir como Dios", escribió Van Cleave. "Tengo todo el control y puedo hacer lo que quiero, sin muchas repercusiones reales. El mundo real me hace sentir impotente... una falla de computadora, un niño llorón, una batería de celular agotada. La distracción más pequeña en la vida cotidiana me quita poder".
Pese a pensamientos como éste y a los episodios de disociación de la realidad en los supermercados, Van Cleave no creía tener problemas para mantenerse en la vida real. Pero los tenía, y pronto llegarían las consecuencias.
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Van Cleave creció en un suburbio de Chicago. Fue hijo adoptivo y se sentía un intruso en su propia casa y en el mundo, recordó. De niño, le interesaban particularmente las guitarras y las computadoras.
En la secundaria, cada año deparó juegos más emocionantes con mejores gráficos. Sus padres le compraban los juegos porque éstos parecían atraer a todos los adolescentes. Además, el joven tocaba la guitarra en un grupo, de modo que los videojuegos no constituían su única actividad.
Luego, Van Cleave llegó a la universidad.
"Jugar 15 o 20 horas a la semana cuando estás en esa etapa no es mucho", dijo Van Cleave, quien se graduó en inglés de la Universidad del Norte de Illinois. "El problema ocurrió después de eso, cuando entré al mundo real".
Cursó una maestría y un doctorado en escritura creativa en la Universidad Estatal de Florida. A finales del 2003, se le ofreció el empleo de sus sueños, impartiendo clases en la Universidad de Clemson, en el sur de California.
Su esposa Victoria estaba embarazada por vez primera. El matrimonio no planificaba tener hijos aún y Van Cleave reconoció que lo conmocionó la idea de convertirse en padre.
Ambos llegaron tarde a la primera prueba de ultrasonido porque Van Cleave estaba jugando Madden Football en la computadora.
Fue en esta época que World of Warcraft (WoW) llegó a su vida.
Van Cleave terminó jugando un fin de semana entero. Se la pasaba pegado a la computadora mientras su familia dormía o cuando sus padres llegaban de visita y jugaban con su hija.
Victoria relató que se sentía "asqueada" y abandonada.
"No podía creer que alguien prefiriera una familia virtual a una real", dijo.
Un motivo por el que Van Cleave se sintió tan cautivado por WoW es que el juego ofrecía diferentes perspectivas. Antes, la mayoría de los juegos en los que participaba Van Cleave contaban sólo con una vista desde el aire, como si un ave percibiera la acción. En WoW, un jugador puede hacer acercamientos y desplazamientos, y mirar una escena exactamente como lo haría un humano en la vida real.
Tres años después de que comenzó a trabajar en Clemson, la vida de Van Cleave comenzó a desmoronarse. Sus cuatro perros murieron, por causas diversas. Su esposa volvió a quedar embarazada. Luego, Van Cleave comenzó a tener la impresión de que no le simpatizaba a otros profesores, quienes querían que se fuera.
Sin embargo, no trató de solucionar sus problemas. En vez de ello, liberó su ansiedad en WoW, un mundo virtual que podía controlar.
"Lo único que representaba algo significativo en esa época era WoW. Me aferré a eso para vivir", escribió.
Para millones de personas que practican este juego, WoW es difícil de resistir.
Los jugadores crean un "avatar" o personaje virtual, que se desenvuelve en un ambiente creado por gráficos increíblemente realistas. El jugador se siente como la estrella de una película de ciencia ficción, y el juego no termina, sino que siempre va escalando de nivel e incorporando versiones, aventuras y personajes.
"Siempre había algo mejor y más interesante", dijo Van Cleave. Uno nunca puede tener suficiente dinero virtual, suficientes armaduras, suficiente apoyo. Hay que seguir".
La productora de WoW, Blizzard Entertainment, se negó a emitir declaraciones sobre el caso.
En los últimos cinco años, han surgido noticias de gente que se siente agotada luego de jugar 50 horas seguidas, de adolescentes que han matado a sus padres por quitarles los videojuegos y de progenitores que no atienden debidamente a sus niños por estar todo el tiempo ante la computadora o la consola.
No hay investigaciones psiquiátricas suficientes, y algunas autoridades niegan que los juegos sean adictivos.
Pero Van Cleave insiste en que su adicción era similar a la que sienten quienes apuestan dinero hasta perderlo todo.
En el 2007, cuando nació su segundo bebé, Van Cleave jugaba unas 60 horas a la semana.
Unos meses después, Clemson no le renovó el contrato. Aceptó un empleo por un año en la Universidad George Washington, impartiendo una hora semanal, lo que le alegró en el fondo, pues tenía más tiempo de jugar y de olvidarse del deterioro en la situación laboral.
Gastó el poco dinero que ganaba en más juegos, y compró dos nuevas computadoras, para apreciar mejor los gráficos.
En el 2007, Van Cleave tenía tres cuentas distintas de WoW, cada una de las cuales cuesta 14,95 dólares mensuales. Abrió una cuenta secreta en PayPal para pagar dos de las suscripciones al juego sin que su esposa se enterara.
Gastó 224 dólares —en dinero auténtico— para comprar oro virtual, de modo que pudiera aprovisionar a su avatar con un "sable de nivel épico" y una "armadura de primera clase".
Comenzó a cambiar su personalidad.
"Cuando los hechos de la vida real interrumpían lo que él hacía en el juego, enfurecía muy pronto por ello", recordó Rob Opitz, su mejor amigo de la secundaria, quien vivía en otro estado pero jugó WoW con él durante años.
Van Cleave estaba a punto de tocar fondo.
___
Era el 31 de diciembre del 2007. Van Cleave estaba a la mitad de su contrato como docente en la Universidad George Washington. Se encontraba de pie sobre el puente Arlington Memorial. Pensaba en saltar al agua gélida.
Había jugado durante 18 horas consecutivas y no se sentía bien. Dijo a su esposa que saldría a comprar un medicamento, pues le dolía la garganta. Pero su malestar no era sólo físico.
"Mis hijos me odian. Mi esposa amenaza otra vez con dejarme", escribió Van Cleave en su libro. "No he escrito nada en incontables meses. No tengo planes para el próximo año lectivo. Y estoy eternamente agotado por no dormir para jugar más Warcraft".
Aquella noche representó la primera vez que Van Cleave reconoció que tenía un problema.
Se alejó de la barandilla del puente, se marchó a casa y borró el juego de su computadora.
Durante la semana siguiente, sintió jaquecas y dolor de estómago. Estaba bañado en sudor, como un adicto al que se le retira una droga.
Le fue muy difícil alejarse de WoW, pero no lo reinstaló en la computadora. Comenzó a reconstruir su vida, la real.
"No le creía", dijo su esposa. "Había oído lo mismo antes, y no confiaba en que él pudiera parar".
Aceptó trabajos independientes, escribió poemas y libros para adultos jóvenes. Narró la historia de su adicción, en un libro titulado "Unplugged" (Desconectado) y publicado el año pasado.
En el 2010 fue contratado como profesor de inglés en la Escuela Ringling de Arte y Diseño en Sarasota. Compró una casa junto con su familia.
Pero incluso cuatro años después de que dejó de jugar, Van Cleave piensa en War of Warcraft. Y tiene sueños recurrentes.
Sueña que encarna a uno de sus antiguos personajes en el mundo virtual. Cuando despierta, bañado en sudor y con la respiración agitada, siente siempre el mismo impulso de correr hacia la computadora y jugar.
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Cada 15 días, un arma de fuego en el aula
Domingo 11 de diciembre de 2011 | Publicado en edición impresa
La escuela de hoy / La violencia escolar
La cifra corresponde a incidentes ocurridos en las escuelas de la provincia de Buenos Aires; las posibles soluciones a un tema alarmante
Por Sebastian Lalaurette | LA NACION
LA PLATA.- El caso de un profesor que debió abandonar la escuela en que trabajaba, en el partido de Luján, porque un alumno lo amenazó de muerte y no fue sancionado es el último ejemplo de una violencia escolar que preocupa a las autoridades educativas bonaerenses. Los incidentes de agresividad en aulas, patios y pasillos se repiten. Cada quince días de clases aparece un arma de fuego en una escuela de la provincia de Buenos Aires.
El docente que dejó su cargo, Gabriel Mullen, se desempeñaba en la Escuela Secundaria Básica (ESB) N° 9 de Luján. Allí, según contó el propio docente, fue increpado por un alumno al que le había pedido silencio durante una clase. "Te voy a cagar a tiros", le contestó el estudiante al profesor, quien, afirmó, se tomó en serio la amenaza porque el joven había llevado un arma al colegio en una ocasión anterior.
Sin embargo, las autoridades de la escuela decidieron no aplicarle ninguna sanción al alumno, por lo que Mullen optó por dejar su cargo allí y pasar a dar clases en otro establecimiento, fuera de Luján, según narró al diario local El Civismo.
En lo que va del año, la Dirección General de Cultura y Educación (DGCE) bonaerense contabilizó doce casos de alumnos que portaban armas de fuego en escuelas primarias y secundarias. Es un incidente cada quince días lectivos. Y el fenómeno no da muestras de ceder: "Las armas van a seguir apareciendo en las aulas en tanto estén en la sociedad", dijo a LA NACION la directora de Psicología Comunitaria y Pedagogía Social de la DGCE, Claudia Bello.
En marzo, en Ensenada, un alumno baleó a otro en la cara; en octubre, en San Miguel, una chica fue apuñalada por otra a la salida del colegio. Estos hechos reavivan el fantasma de la tragedia ocurrida en septiembre de 2004 en Carmen de Patagones, cuando un adolescente conocido como "Junior" mató a tres compañeros e hirió a otros cinco usando una pistola de su padre, un prefecto.
Este año se produjeron por lo menos tres disparos accidentales en escuelas bonaerenses. El último ocurrió en noviembre, en San Justo, y un chico resultó herido.
De todas maneras, Bello aclaró que, "en general, el chico no lleva el arma al colegio para agredir a otros, sino para mostrarla. Suele pasar que el chico tiene miedo y con el arma se siente superior". El mes pasado, un chico de 15 años llegó a la ESB N° 9 de Ensenada "afectado por el alcohol o algún psicofármaco", según explicaron funcionarios del área, y comenzó a desafiar al profesor durante la clase; luego, fue a la cocina del colegio, tomó un cuchillo y amenazó al director. Luego de tres horas de tensión, el chico volvió a su casa, solo. Intervino un juez de familia.
QUÉ HACER
¿Cómo resolver el fenómeno de la violencia escolar? Bello insiste en la apuesta a generar espacios de participación y discusión dentro de la escuela y con el resto de la comunidad. "En nuestra gestión nos propusimos disminuir en un 40% la cantidad de incidentes. No llegamos, pero veo con mucha esperanza la generación de muchos más espacios de participación", dijo la funcionaria.
Para el psicopedagogo Alejandro Castro Santander, titular del Observatorio de Convivencia Escolar de la Universidad Católica Argentina y miembro del Observatorio Internacional de la Violencia Escolar de la Universidad de Bordeaux, Francia, "decir que la escuela es violenta porque la sociedad es violenta es una actitud de victimización".
El especialista, oriundo de Mendoza, señaló que allí varios colegios implementaron programas para reducir la violencia que funcionaron bien, y que involucran a docentes, padres y representantes barriales.
"Hay escuelas que están metidas en zonas marginales y vos entrás y te parece que estás en el paraíso. Enfrente se están tiroteando y en la escuela hay paz", dijo. E hizo hincapié en la necesidad de que haya protocolos de seguridad claros en los colegios.
En este punto las opiniones divergen. El director ejecutivo de la Fundación Proyecto Padres, Adrián Dall'Asta, cree que esas situaciones no deben ser toleradas. A un chico que lleva un arma al colegio "hay que retirarle la matrícula y dejarlo fuera de la institución. Tiene que haber un castigo ejemplar", argumentó Dall'Asta, ex docente secundario en el norte del Gran Buenos Aires.
Para él, el fenómeno tiene que ver con una falta de respeto al docente como autoridad: "Los chicos llevan armas al aula porque sienten que en la escuela pueden hacer lo que se les canta. Ha perdido su condición de lugar de puesta de normas y límites", dijo.
En cambio, la psicóloga Adriana Denegri, profesora y coordinadora de talleres sobre violencia escolar, cree que no hay respuestas únicas, y que cada caso debe ser evaluado individualmente.
"Cada caso es distinto", coincidió Bello. "En el de San Justo, los propios padres de la escuela no querían que se sancionara al chico; en el de Ensenada, se resolvió el problema trasladando a otra escuela al alumno que llevó el arma. Pero en todos los casos se brinda contención adicional y se trabaja con la familia", añadió.
Denegri, sin embargo, cree que el aspecto de la contención debe profundizarse. Para esto, dijo, hace falta que existan equipos profesionales adecuados: "Muchas escuelas no tienen equipos de orientación, lo que antes se conocía como gabinetes", dijo, e insistió en la necesidad de que el Estado "genere más trabajadores sociales bien formados que puedan trabajar en la temática dentro y fuera de la escuela", ya que, según subrayó, "es fundamental el trabajo en red: la escuela sola no puede hacer mucho, es necesario que participen los servicios de protección a la niñez y las propias familias".
Denegri dijo que la presencia de armas en las aulas también es producto de "múltiples factores", entre ellos, el hecho de que "las armas circulan hoy con mucha más fluidez que antes" y que en las últimas décadas "la escuela ha empezado a ser más inclusiva y aparecieron sectores sociales que antes no estaban". En este proceso de apertura, "los problemas que se dan en esas poblaciones «entran» a la escuela", explicó.
Aunque difieran en muchas cosas, todos los consultados por LA NACION coinciden en que la solución no está en intensificar los controles, sino en prevenir que los incidentes ocurran. "Hay que trabajar antes de que la violencia aparezca", dijo Denegri. Dall'Asta, asimismo, señaló que "los problemas de fondo no se solucionan con medidas de forma" y dijo que "los padres también tienen que participar, porque estos hechos son producto de una deficiencia en las casas, y no sólo de una falencia en el ámbito escolar"..
La escuela de hoy / La violencia escolar
La cifra corresponde a incidentes ocurridos en las escuelas de la provincia de Buenos Aires; las posibles soluciones a un tema alarmante
Por Sebastian Lalaurette | LA NACION
LA PLATA.- El caso de un profesor que debió abandonar la escuela en que trabajaba, en el partido de Luján, porque un alumno lo amenazó de muerte y no fue sancionado es el último ejemplo de una violencia escolar que preocupa a las autoridades educativas bonaerenses. Los incidentes de agresividad en aulas, patios y pasillos se repiten. Cada quince días de clases aparece un arma de fuego en una escuela de la provincia de Buenos Aires.
El docente que dejó su cargo, Gabriel Mullen, se desempeñaba en la Escuela Secundaria Básica (ESB) N° 9 de Luján. Allí, según contó el propio docente, fue increpado por un alumno al que le había pedido silencio durante una clase. "Te voy a cagar a tiros", le contestó el estudiante al profesor, quien, afirmó, se tomó en serio la amenaza porque el joven había llevado un arma al colegio en una ocasión anterior.
Sin embargo, las autoridades de la escuela decidieron no aplicarle ninguna sanción al alumno, por lo que Mullen optó por dejar su cargo allí y pasar a dar clases en otro establecimiento, fuera de Luján, según narró al diario local El Civismo.
En lo que va del año, la Dirección General de Cultura y Educación (DGCE) bonaerense contabilizó doce casos de alumnos que portaban armas de fuego en escuelas primarias y secundarias. Es un incidente cada quince días lectivos. Y el fenómeno no da muestras de ceder: "Las armas van a seguir apareciendo en las aulas en tanto estén en la sociedad", dijo a LA NACION la directora de Psicología Comunitaria y Pedagogía Social de la DGCE, Claudia Bello.
En marzo, en Ensenada, un alumno baleó a otro en la cara; en octubre, en San Miguel, una chica fue apuñalada por otra a la salida del colegio. Estos hechos reavivan el fantasma de la tragedia ocurrida en septiembre de 2004 en Carmen de Patagones, cuando un adolescente conocido como "Junior" mató a tres compañeros e hirió a otros cinco usando una pistola de su padre, un prefecto.
Este año se produjeron por lo menos tres disparos accidentales en escuelas bonaerenses. El último ocurrió en noviembre, en San Justo, y un chico resultó herido.
De todas maneras, Bello aclaró que, "en general, el chico no lleva el arma al colegio para agredir a otros, sino para mostrarla. Suele pasar que el chico tiene miedo y con el arma se siente superior". El mes pasado, un chico de 15 años llegó a la ESB N° 9 de Ensenada "afectado por el alcohol o algún psicofármaco", según explicaron funcionarios del área, y comenzó a desafiar al profesor durante la clase; luego, fue a la cocina del colegio, tomó un cuchillo y amenazó al director. Luego de tres horas de tensión, el chico volvió a su casa, solo. Intervino un juez de familia.
QUÉ HACER
¿Cómo resolver el fenómeno de la violencia escolar? Bello insiste en la apuesta a generar espacios de participación y discusión dentro de la escuela y con el resto de la comunidad. "En nuestra gestión nos propusimos disminuir en un 40% la cantidad de incidentes. No llegamos, pero veo con mucha esperanza la generación de muchos más espacios de participación", dijo la funcionaria.
Para el psicopedagogo Alejandro Castro Santander, titular del Observatorio de Convivencia Escolar de la Universidad Católica Argentina y miembro del Observatorio Internacional de la Violencia Escolar de la Universidad de Bordeaux, Francia, "decir que la escuela es violenta porque la sociedad es violenta es una actitud de victimización".
El especialista, oriundo de Mendoza, señaló que allí varios colegios implementaron programas para reducir la violencia que funcionaron bien, y que involucran a docentes, padres y representantes barriales.
"Hay escuelas que están metidas en zonas marginales y vos entrás y te parece que estás en el paraíso. Enfrente se están tiroteando y en la escuela hay paz", dijo. E hizo hincapié en la necesidad de que haya protocolos de seguridad claros en los colegios.
En este punto las opiniones divergen. El director ejecutivo de la Fundación Proyecto Padres, Adrián Dall'Asta, cree que esas situaciones no deben ser toleradas. A un chico que lleva un arma al colegio "hay que retirarle la matrícula y dejarlo fuera de la institución. Tiene que haber un castigo ejemplar", argumentó Dall'Asta, ex docente secundario en el norte del Gran Buenos Aires.
Para él, el fenómeno tiene que ver con una falta de respeto al docente como autoridad: "Los chicos llevan armas al aula porque sienten que en la escuela pueden hacer lo que se les canta. Ha perdido su condición de lugar de puesta de normas y límites", dijo.
En cambio, la psicóloga Adriana Denegri, profesora y coordinadora de talleres sobre violencia escolar, cree que no hay respuestas únicas, y que cada caso debe ser evaluado individualmente.
"Cada caso es distinto", coincidió Bello. "En el de San Justo, los propios padres de la escuela no querían que se sancionara al chico; en el de Ensenada, se resolvió el problema trasladando a otra escuela al alumno que llevó el arma. Pero en todos los casos se brinda contención adicional y se trabaja con la familia", añadió.
Denegri, sin embargo, cree que el aspecto de la contención debe profundizarse. Para esto, dijo, hace falta que existan equipos profesionales adecuados: "Muchas escuelas no tienen equipos de orientación, lo que antes se conocía como gabinetes", dijo, e insistió en la necesidad de que el Estado "genere más trabajadores sociales bien formados que puedan trabajar en la temática dentro y fuera de la escuela", ya que, según subrayó, "es fundamental el trabajo en red: la escuela sola no puede hacer mucho, es necesario que participen los servicios de protección a la niñez y las propias familias".
Denegri dijo que la presencia de armas en las aulas también es producto de "múltiples factores", entre ellos, el hecho de que "las armas circulan hoy con mucha más fluidez que antes" y que en las últimas décadas "la escuela ha empezado a ser más inclusiva y aparecieron sectores sociales que antes no estaban". En este proceso de apertura, "los problemas que se dan en esas poblaciones «entran» a la escuela", explicó.
Aunque difieran en muchas cosas, todos los consultados por LA NACION coinciden en que la solución no está en intensificar los controles, sino en prevenir que los incidentes ocurran. "Hay que trabajar antes de que la violencia aparezca", dijo Denegri. Dall'Asta, asimismo, señaló que "los problemas de fondo no se solucionan con medidas de forma" y dijo que "los padres también tienen que participar, porque estos hechos son producto de una deficiencia en las casas, y no sólo de una falencia en el ámbito escolar"..
Nuevas revelaciones sobre el tirador de Virginia Tech
Sábado 10 de diciembre de 2011 |La Nación. Publicado en edición impresa
El atacante que mató al policía actuó solo; estudiaba en otra universidad
BLACKSBURG, Virginia.- El hombre que sembró el pánico tras matar a un policía anteayer en el campus de la Universidad Virginia Tech, escenario en 2007 de una de las peores masacres en la historia de Estados Unidos, actuó solo, y luego se suicidó con la misma arma del crimen, en un estacionamiento, según la principal línea de investigación.
En una conferencia de prensa, Corinne Geller, la vocera de la policía de Virginia, aclaró ayer las circunstancias del tiroteo de Virginia Tech, donde en 2007 un estudiante mató a 32 personas antes de suicidarse, una matanza que conmocionó a Estados Unidos.
Aún se desconocen las razones por las que el atacante, que fue identificado como Ross Truett Ashley, joven de 22 años que estudiaba en una universidad cercana, disparó contra el agente de policía Deriek Crouse, de 39 años, cuando realizaba un control de tránsito.
El incidente comenzó cuando Ashley robó un auto frente a una inmobiliaria en un pueblo cercano a Blacksburg.
Un rato más tarder, el joven entró caminando a un estacionamiento del campus y le disparó a un policía que realizaba una operación de rutina de tránsito, en horas del mediodía. El policía no tuvo tiempo de responder el disparo y murió al poco tiempo.
VETERANO DE GUERRA
El agresor luego caminó hasta un invernadero cercano donde se cambió de vestimenta y dejó una mochila con su ropa, informó la vocera de la policía.
Media hora más tarde, otro policía vio a un hombre solo y "actuando de manera un poco extraña" en otro estacionamiento del campus.
Cuando el policía lo llamó, el hombre estaba muerto.
"En realidad, nadie lo vio suicidarse, pero tenía una herida de bala autoinfligida", dijo la vocera de la policía. Además se sabe que el atacante usó la misma arma para matar al policía y luego quitarse la vida. Geller dijo que el conductor del automóvil que Crouse había detenido para un control de rutina es un estudiante de Virginia Tech que ha sido "extremadamente cooperativo" en la investigación.
Crouse, un veterano del ejército de Estados Unidos y padre de cinco hijos e hijastros, comenzó a trabajar como policía en el campus de Virginia Tech seis meses después de la masacre de 2007.
Agencias Reuters, EFE y AP .
El atacante que mató al policía actuó solo; estudiaba en otra universidad
BLACKSBURG, Virginia.- El hombre que sembró el pánico tras matar a un policía anteayer en el campus de la Universidad Virginia Tech, escenario en 2007 de una de las peores masacres en la historia de Estados Unidos, actuó solo, y luego se suicidó con la misma arma del crimen, en un estacionamiento, según la principal línea de investigación.
En una conferencia de prensa, Corinne Geller, la vocera de la policía de Virginia, aclaró ayer las circunstancias del tiroteo de Virginia Tech, donde en 2007 un estudiante mató a 32 personas antes de suicidarse, una matanza que conmocionó a Estados Unidos.
Aún se desconocen las razones por las que el atacante, que fue identificado como Ross Truett Ashley, joven de 22 años que estudiaba en una universidad cercana, disparó contra el agente de policía Deriek Crouse, de 39 años, cuando realizaba un control de tránsito.
El incidente comenzó cuando Ashley robó un auto frente a una inmobiliaria en un pueblo cercano a Blacksburg.
Un rato más tarder, el joven entró caminando a un estacionamiento del campus y le disparó a un policía que realizaba una operación de rutina de tránsito, en horas del mediodía. El policía no tuvo tiempo de responder el disparo y murió al poco tiempo.
VETERANO DE GUERRA
El agresor luego caminó hasta un invernadero cercano donde se cambió de vestimenta y dejó una mochila con su ropa, informó la vocera de la policía.
Media hora más tarde, otro policía vio a un hombre solo y "actuando de manera un poco extraña" en otro estacionamiento del campus.
Cuando el policía lo llamó, el hombre estaba muerto.
"En realidad, nadie lo vio suicidarse, pero tenía una herida de bala autoinfligida", dijo la vocera de la policía. Además se sabe que el atacante usó la misma arma para matar al policía y luego quitarse la vida. Geller dijo que el conductor del automóvil que Crouse había detenido para un control de rutina es un estudiante de Virginia Tech que ha sido "extremadamente cooperativo" en la investigación.
Crouse, un veterano del ejército de Estados Unidos y padre de cinco hijos e hijastros, comenzó a trabajar como policía en el campus de Virginia Tech seis meses después de la masacre de 2007.
Agencias Reuters, EFE y AP .
Virginia Tech revivió el horror
Viernes 09 de diciembre de 2011 |La Nación. Publicado en edición impresa
Estados Unidos / A cuatro años de una de las peores masacres
Un hombre mató a un policía en un estacionamiento de la universidad y, aparentemente, después se suicidó
La preocupación de los estudiantes en el campus. Foto: AP / AFP
BLACKSBURG, Virginia.- El terror y el pánico volvieron a apoderarse ayer del campus de la Universidad Virginia Tech, escenario en 2007 de una de las peores masacres en la historia de Estados Unidos, cuando un hombre armado mató a un policía y aparentemente luego se suicidó.
Según informó la policía local, el incidente comenzó cuando un hombre armado entró caminando a un estacionamiento y le disparó a un policía que realizaba un operativo de rutina de tránsito en horas del mediodía. El policía murió poco tiempo después, en el lugar.
Tras efectuar los disparos, el asesino se habría dirigido caminando a otro estacionamiento del campus, cerca de la calle Duck Pond. Allí, aparentemente, se habría suicidado.
Las primeras versiones indicaban que el cuerpo que yacía en ese estacionamiento se trataba de una segunda víctima del atacante, pero luego de que la policía encontró un arma junto al cadáver, ganó fuerza la hipótesis del suicidio, aunque esta versión aún no estaba confirmada. Anoche, no habían trascendido los nombres de ninguno de los dos muertos.
Virginia Tech sigue marcada por el ataque ocurrido el 16 de abril de 2007, cuando el estudiante surcoreano Cho Seung-Hui, de 23 años y con antecedentes de trastornos psiquiátricos, mató a dos personas en un dormitorio y dos horas más tarde, en el edificio de aulas Norris Hall, mató a otras 30 y se suicidó.
Tras horas de pánico, la policía anunció ayer por la tarde que no había más peligro y que los estudiantes podían volver a sus actividades.
El campus, en donde estudian 31.000 estudiantes, permaneció cerrado y con una fuerte presencia de efectivos de seguridad durante varias horas, mientras la policía buscaba al atacante, que fue descrito como un hombre blanco que tenía puesto un jogging gris, una buzo con capucha marrón y un sombrero también gris.
Ayer no había clases en la universidad porque los estudiantes estaban preparando sus exámenes finales, que comenzaban hoy y que se suspendieron hasta nuevo aviso.
"Mucha gente, especialmente durante los primeros momentos, estaba muy asustada", relató Jared Brumfield, un estudiante de 19 años.
Harry White, un estudiante de física de 21 años, dijo que estaba almorzando en uno de los restaurantes del campus cuando se enteró del episodio, a través de un mensaje de texto que envió la universidad.
El joven dijo que no se asustó porque creyó que era una falsa alarma, como sucedió en agosto de este año cuando la universidad alertó sobre la presencia en el campus de un hombre que llevaba una pistola cubierta con un paño. Tres jóvenes habían informado sobre el episodio en ese entonces, pero nunca se encontró al supuesto sospechoso.
RESPUESTA
A diferencia de la masacre de 2007, cuando las autoridades de la universidad fueron criticadas por su lenta respuesta para informar sobre el tiroteo , ayer se emitieron mensajes de alerta cada 30 minutos.
La primera alerta fue a las 12.47 (hora local). "Se reportaron disparos en el estacionamiento del Coliseo. Traben las puertas. El personal de emergencia está actuando. Llamen al 911 para pedir ayuda", dice el primer mensaje de texto que fue enviado a alumnos y profesores.
Luego, los mensajes describen al atacante y reiteran que es importante "permanecer dentro de los edificios del campus".
En tanto, el periódico estudiantil Collegiate Times difundió a través de su cuenta de Twitter que, luego del tiroteo, los estudiantes fueron trasladados a un lugar seguro en el centro de estudiantes Squires, en el campus.
En marzo pasado, el Departamento de Educación de Estados Unidos impuso a la universidad una multa de 55.000 dólares porque en 2007 tardó dos horas en enviar el primer mensaje de alerta a los estudiantes luego del tiroteo.
En la masacre de 2007, 24 personas sufrieron heridas de bala o daños al saltar por las ventanas para huir, en un incidente que reabrió el debate en Estados Unidos sobre la posesión de armas de fuego y la venta a personas con antecedentes de desequilibrios mentales.
El ataque fue la segunda matanza en cuanto a gravedad ocurrida en una institución educativa en la historia de Estados Unidos. El peor episodio ocurrió en 1927 en la escuela Bath, en Michigan, cuando Andrew Kehoe colocó una bomba y mató a 38 niños.
Agencias AP, AFP, EFE y Reuters
LA MATANZA DEL 2007
El asesino : el surcoreano Cho Seung-hui, estudiante del último año de Literatura Inglesa en Virginia Tech, de 23 años, fue descrito como un joven solitario, desequilibrado y acosador de mujeres. Se suicidó tras la matanza.
Los hechos : el atacante mató primero a dos estudiantes en un edificio y luego se dirigió a otro en donde continuó con los disparos indiscriminados. La de 2007 fue la segunda matanza más grande ocurrida en una institución educativa en EE.UU.
Los muertos : el saldo total de muertos que dejó la matanza fue de 32 personas. También hubo 23 heridos.
Estados Unidos / A cuatro años de una de las peores masacres
Un hombre mató a un policía en un estacionamiento de la universidad y, aparentemente, después se suicidó
La preocupación de los estudiantes en el campus. Foto: AP / AFP
BLACKSBURG, Virginia.- El terror y el pánico volvieron a apoderarse ayer del campus de la Universidad Virginia Tech, escenario en 2007 de una de las peores masacres en la historia de Estados Unidos, cuando un hombre armado mató a un policía y aparentemente luego se suicidó.
Según informó la policía local, el incidente comenzó cuando un hombre armado entró caminando a un estacionamiento y le disparó a un policía que realizaba un operativo de rutina de tránsito en horas del mediodía. El policía murió poco tiempo después, en el lugar.
Tras efectuar los disparos, el asesino se habría dirigido caminando a otro estacionamiento del campus, cerca de la calle Duck Pond. Allí, aparentemente, se habría suicidado.
Las primeras versiones indicaban que el cuerpo que yacía en ese estacionamiento se trataba de una segunda víctima del atacante, pero luego de que la policía encontró un arma junto al cadáver, ganó fuerza la hipótesis del suicidio, aunque esta versión aún no estaba confirmada. Anoche, no habían trascendido los nombres de ninguno de los dos muertos.
Virginia Tech sigue marcada por el ataque ocurrido el 16 de abril de 2007, cuando el estudiante surcoreano Cho Seung-Hui, de 23 años y con antecedentes de trastornos psiquiátricos, mató a dos personas en un dormitorio y dos horas más tarde, en el edificio de aulas Norris Hall, mató a otras 30 y se suicidó.
Tras horas de pánico, la policía anunció ayer por la tarde que no había más peligro y que los estudiantes podían volver a sus actividades.
El campus, en donde estudian 31.000 estudiantes, permaneció cerrado y con una fuerte presencia de efectivos de seguridad durante varias horas, mientras la policía buscaba al atacante, que fue descrito como un hombre blanco que tenía puesto un jogging gris, una buzo con capucha marrón y un sombrero también gris.
Ayer no había clases en la universidad porque los estudiantes estaban preparando sus exámenes finales, que comenzaban hoy y que se suspendieron hasta nuevo aviso.
"Mucha gente, especialmente durante los primeros momentos, estaba muy asustada", relató Jared Brumfield, un estudiante de 19 años.
Harry White, un estudiante de física de 21 años, dijo que estaba almorzando en uno de los restaurantes del campus cuando se enteró del episodio, a través de un mensaje de texto que envió la universidad.
El joven dijo que no se asustó porque creyó que era una falsa alarma, como sucedió en agosto de este año cuando la universidad alertó sobre la presencia en el campus de un hombre que llevaba una pistola cubierta con un paño. Tres jóvenes habían informado sobre el episodio en ese entonces, pero nunca se encontró al supuesto sospechoso.
RESPUESTA
A diferencia de la masacre de 2007, cuando las autoridades de la universidad fueron criticadas por su lenta respuesta para informar sobre el tiroteo , ayer se emitieron mensajes de alerta cada 30 minutos.
La primera alerta fue a las 12.47 (hora local). "Se reportaron disparos en el estacionamiento del Coliseo. Traben las puertas. El personal de emergencia está actuando. Llamen al 911 para pedir ayuda", dice el primer mensaje de texto que fue enviado a alumnos y profesores.
Luego, los mensajes describen al atacante y reiteran que es importante "permanecer dentro de los edificios del campus".
En tanto, el periódico estudiantil Collegiate Times difundió a través de su cuenta de Twitter que, luego del tiroteo, los estudiantes fueron trasladados a un lugar seguro en el centro de estudiantes Squires, en el campus.
En marzo pasado, el Departamento de Educación de Estados Unidos impuso a la universidad una multa de 55.000 dólares porque en 2007 tardó dos horas en enviar el primer mensaje de alerta a los estudiantes luego del tiroteo.
En la masacre de 2007, 24 personas sufrieron heridas de bala o daños al saltar por las ventanas para huir, en un incidente que reabrió el debate en Estados Unidos sobre la posesión de armas de fuego y la venta a personas con antecedentes de desequilibrios mentales.
El ataque fue la segunda matanza en cuanto a gravedad ocurrida en una institución educativa en la historia de Estados Unidos. El peor episodio ocurrió en 1927 en la escuela Bath, en Michigan, cuando Andrew Kehoe colocó una bomba y mató a 38 niños.
Agencias AP, AFP, EFE y Reuters
LA MATANZA DEL 2007
El asesino : el surcoreano Cho Seung-hui, estudiante del último año de Literatura Inglesa en Virginia Tech, de 23 años, fue descrito como un joven solitario, desequilibrado y acosador de mujeres. Se suicidó tras la matanza.
Los hechos : el atacante mató primero a dos estudiantes en un edificio y luego se dirigió a otro en donde continuó con los disparos indiscriminados. La de 2007 fue la segunda matanza más grande ocurrida en una institución educativa en EE.UU.
Los muertos : el saldo total de muertos que dejó la matanza fue de 32 personas. También hubo 23 heridos.
viernes, 25 de noviembre de 2011
Los maestros dicen que no saben qué hacer con las armas en el aula
Clarin.com/Sociedad/Violencia escolar
25/11/11
Piden que exista un criterio unificado con los pasos a seguir ante estas situaciones.
PorVICTORIA DE MASI
El 18 de mayo de este año, una chica de 16 años apuñaló a su compañera a la salida del colegio, en González Catán. Tres meses después, una madre y su hijo, alumno de las Escuela N° 11 de Pergamino, agredieron con un cuchillo y un palo al director. El 7 de noviembre, un chico baleó a su compañera durante un recreo y siete días después, en San Justo, un chico que llevó el arma de su papá, le disparó a una alumna en un aula de la escuela N°6. Son sólo cuatro hechos de los tantos que ocurrieron este año en los colegios.
Los casos de violencia con armas blancas o de fuego en las escuelas son cada vez más habituales y para los maestros éste es un tema nuevo. Dicen que no saben cómo manejarse, que no existe un marco institucional que les indique qué hacer cuando un alumno o alumna lleva un arma a la escuela. Por eso reclaman un protocolo, un paso a paso, que les diga cómo actuar a nivel institucional. Mendoza es la única provincia que se encargó del tema y elaboró un protocolo en el año 2002.
Gustavo Iaies, titular del Centro de Estudios en Políticas Públicas (CEPP) y especialista en temas de Educación, admite que “el docente está desamparado y el tema de las armas en las escuelas los sorprende porque no están preparados”.
“Necesitamos una guía que unifique criterios, un protocolo para que los docentes sepan qué hacer cuando un chico lleva el arma a la escuela, cuando hay una situación de violencia verbal, o cuando el maestro detecta que el chico está sufriendo una abuso en la casa. Esto es una novedad para nosotros, somos los que quedamos expuestos. Pero en realidad no hay una marco institucional que diga cuáles son los pasos a seguir”, dice Roberto Baradel, secretario general de SUTEBA, que agrupa a los docentes de la Provincia.
En la Ciudad el panorama es similar. Eduardo López, secretario general de UTE-Ctera, afirma que la violencia y la discriminación en el aula son temas de discusión recurrentes entre los maestros en los últimos años. “Para mí no se trata de violencia escolar. Es violencia social que se manifiesta en el colegio. Es una discusión que tenemos pendiente a nivel institucional porque no hay un marco definido para actuar frente a un hecho de violencia en el aula”, apunta. Y propone abordarlo con gabinetes especializados, donde participen autoridades, asistentes sociales y psicopedagogos. “La violencia siempre estuvo, los chicos son crueles. Por ejemplo, se acusan de ‘villeros’, como si eso fuese algo malo. La cuestión es que ahora la violencia se visibiliza a través de las redes sociales, con videos y mensajes”, agrega.
No hay estadísticas actuales que reflejen este conflicto. El Observatorio de Violencia Escolar y la Universidad de San Martín ya procesan los datos (los que corresponden a 2009 y 2010) que serán difundidos el año que viene. La última encuesta difundida en 2008, relevó a 60 mil chicos de escuelas públicas y privadas e indicó que uno de cada cuatro alumnos dijo que vio armas en la escuela. El 5% admitió que alguna vez entró con un arma blanca o de fuego y el 70% afirmó que fue testigo de una agresión a un compañero. Otro trabajo, de Unicef, de 2008, revela que 6,2% de los alumnos afirma haber visto que se haya llevado un arma de fuego a la escuela y un 25,5% asegura haber visto un arma blanca. Y el 9,7% afirma haber visto que un alumno amenazó otro –o agredido–, utilizando un útil escolar como arma.
25/11/11
Piden que exista un criterio unificado con los pasos a seguir ante estas situaciones.
PorVICTORIA DE MASI
El 18 de mayo de este año, una chica de 16 años apuñaló a su compañera a la salida del colegio, en González Catán. Tres meses después, una madre y su hijo, alumno de las Escuela N° 11 de Pergamino, agredieron con un cuchillo y un palo al director. El 7 de noviembre, un chico baleó a su compañera durante un recreo y siete días después, en San Justo, un chico que llevó el arma de su papá, le disparó a una alumna en un aula de la escuela N°6. Son sólo cuatro hechos de los tantos que ocurrieron este año en los colegios.
Los casos de violencia con armas blancas o de fuego en las escuelas son cada vez más habituales y para los maestros éste es un tema nuevo. Dicen que no saben cómo manejarse, que no existe un marco institucional que les indique qué hacer cuando un alumno o alumna lleva un arma a la escuela. Por eso reclaman un protocolo, un paso a paso, que les diga cómo actuar a nivel institucional. Mendoza es la única provincia que se encargó del tema y elaboró un protocolo en el año 2002.
Gustavo Iaies, titular del Centro de Estudios en Políticas Públicas (CEPP) y especialista en temas de Educación, admite que “el docente está desamparado y el tema de las armas en las escuelas los sorprende porque no están preparados”.
“Necesitamos una guía que unifique criterios, un protocolo para que los docentes sepan qué hacer cuando un chico lleva el arma a la escuela, cuando hay una situación de violencia verbal, o cuando el maestro detecta que el chico está sufriendo una abuso en la casa. Esto es una novedad para nosotros, somos los que quedamos expuestos. Pero en realidad no hay una marco institucional que diga cuáles son los pasos a seguir”, dice Roberto Baradel, secretario general de SUTEBA, que agrupa a los docentes de la Provincia.
En la Ciudad el panorama es similar. Eduardo López, secretario general de UTE-Ctera, afirma que la violencia y la discriminación en el aula son temas de discusión recurrentes entre los maestros en los últimos años. “Para mí no se trata de violencia escolar. Es violencia social que se manifiesta en el colegio. Es una discusión que tenemos pendiente a nivel institucional porque no hay un marco definido para actuar frente a un hecho de violencia en el aula”, apunta. Y propone abordarlo con gabinetes especializados, donde participen autoridades, asistentes sociales y psicopedagogos. “La violencia siempre estuvo, los chicos son crueles. Por ejemplo, se acusan de ‘villeros’, como si eso fuese algo malo. La cuestión es que ahora la violencia se visibiliza a través de las redes sociales, con videos y mensajes”, agrega.
No hay estadísticas actuales que reflejen este conflicto. El Observatorio de Violencia Escolar y la Universidad de San Martín ya procesan los datos (los que corresponden a 2009 y 2010) que serán difundidos el año que viene. La última encuesta difundida en 2008, relevó a 60 mil chicos de escuelas públicas y privadas e indicó que uno de cada cuatro alumnos dijo que vio armas en la escuela. El 5% admitió que alguna vez entró con un arma blanca o de fuego y el 70% afirmó que fue testigo de una agresión a un compañero. Otro trabajo, de Unicef, de 2008, revela que 6,2% de los alumnos afirma haber visto que se haya llevado un arma de fuego a la escuela y un 25,5% asegura haber visto un arma blanca. Y el 9,7% afirma haber visto que un alumno amenazó otro –o agredido–, utilizando un útil escolar como arma.
No para la violencia escolar: otros dos casos en Provincia
Clarin.com/Sociedad/Violencia escolar
25/11/11
En Ensenada, un adolescente de 17 años amenazó con un cuchillo al director de una escuela. Y en Gerli, una chica de 1° año persiguió a otra y le pegó: un compañero filmó la pelea y la subió a Internet.
PorMÓNICA GALMARINI
La Plata. Corresponsalía
Los episodios de violencia en las escuelas no cesan. Dos hechos que ponen el problema nuevamente en debate se conocieron ayer y tuvieron como escenario a la Provincia. En uno de los casos, un estudiante secundario de 17 años movilizó a la comunidad educativa de una escuela secundaria de Ensenada, distrito vecino a la capital de la Provincia, cuando amenazó con un cuchillo a autoridades y profesores que intentaron calmarlo. Y en una escuela de Gerli, Avellaneda, una adolescente agredió a una compañera en un recreo, otro compañero filmó la pelea y la subió a Facebook.
En el caso de Ensenada, el joven llegó al colegio en un presunto estado de intoxicación y por eso, apenas ingresó, buscaron la intervención de un equipo de salud para su contención. El joven respondió con el intento de agresión al director en el que participaron otros cuatro compañeros. La secuencia fue breve pero mantuvo la tensión entre docentes y personal del establecimiento en el turno mañana. El hecho ocurrió en el edificio escolar de la calle Joaquín V. González en el barrio “Mosconi”, donde funciona la ESB N° 9, que no tiene antecedentes de violencia.
Hace una semana, el mismo alumno intentó ingresar en un estado de “excitación psicomotriz” presuntamente por la ingesta de alguna sustancia y terminó en el hospital Cestino para su atención.
El martes último, el adolescente volvió “muy alterado”, según explicó a Clarín un funcionario de Educación Secundaria provincial. Entonces el responsable de la escuela convocó a personal especializado para manejar la situación. El “protocolo” escolar incluyó una ambulancia y personal policial. Ante la movida, el alumno buscó en la cocina un cuchillo y con sus compañeros comenzaron increpar al grupo que trataba de contenerlos. Recién con la llegada de un familiar –el muchacho sólo tiene padre– pudo volver la calma.
El miércoles el estudiante no fue a la escuela y habría quedado a cargo de un equipo de salud de adicciones para un tratamiento por pedido de su familia. No está previsto que el chico sea separado del colegio ni tampoco que reciba sanciones. “Estamos buscando una solución, porque es un estudiante con una situación problemática puntual”, dijo el inspector de educación secundaria Nelson Herrera.
El caso de Gerli se parece más a una pelea “típica” entre adolescentes, con el agravante de su publicación en una red social de Internet. Ocurrió el lunes en la Escuela Media N° 7. Según contó una alta fuente del ámbito escolar –y tal como se observa en el video que circula por la Web–, después del último recreo una chica de 1° año increpó a otra, la persiguió por las escaleras y cuando la alcanzó empezó a golpearla y tironearle el pelo . La que recibió los golpes tenía una contextura física más chica y cayó al suelo. Luego de algunos segundos, intervino una preceptora. La causa de la pelea habría sido una discusión, también por Facebook. A la agresora, de 13 años, la suspendieron dos días.
Claudia, la madre de la alumna agredida declaró ayer a la mañana: “Hay mucho descontrol en este colegio. Mi hija no vuelve más. Rendirá las materias que tenga que rendir, pero no va a volver”. Carmen Facente, inspectora jefe distrital, confirmó la pelea y consideró: “Está todo controlado, haremos una investigación simple y le daremos contención a las alumnas con un gabinete de psicología. La mamá de la agredida luego nos dijo que la hija seguirá como alumna de la institución”.
25/11/11
En Ensenada, un adolescente de 17 años amenazó con un cuchillo al director de una escuela. Y en Gerli, una chica de 1° año persiguió a otra y le pegó: un compañero filmó la pelea y la subió a Internet.
PorMÓNICA GALMARINI
La Plata. Corresponsalía
Los episodios de violencia en las escuelas no cesan. Dos hechos que ponen el problema nuevamente en debate se conocieron ayer y tuvieron como escenario a la Provincia. En uno de los casos, un estudiante secundario de 17 años movilizó a la comunidad educativa de una escuela secundaria de Ensenada, distrito vecino a la capital de la Provincia, cuando amenazó con un cuchillo a autoridades y profesores que intentaron calmarlo. Y en una escuela de Gerli, Avellaneda, una adolescente agredió a una compañera en un recreo, otro compañero filmó la pelea y la subió a Facebook.
En el caso de Ensenada, el joven llegó al colegio en un presunto estado de intoxicación y por eso, apenas ingresó, buscaron la intervención de un equipo de salud para su contención. El joven respondió con el intento de agresión al director en el que participaron otros cuatro compañeros. La secuencia fue breve pero mantuvo la tensión entre docentes y personal del establecimiento en el turno mañana. El hecho ocurrió en el edificio escolar de la calle Joaquín V. González en el barrio “Mosconi”, donde funciona la ESB N° 9, que no tiene antecedentes de violencia.
Hace una semana, el mismo alumno intentó ingresar en un estado de “excitación psicomotriz” presuntamente por la ingesta de alguna sustancia y terminó en el hospital Cestino para su atención.
El martes último, el adolescente volvió “muy alterado”, según explicó a Clarín un funcionario de Educación Secundaria provincial. Entonces el responsable de la escuela convocó a personal especializado para manejar la situación. El “protocolo” escolar incluyó una ambulancia y personal policial. Ante la movida, el alumno buscó en la cocina un cuchillo y con sus compañeros comenzaron increpar al grupo que trataba de contenerlos. Recién con la llegada de un familiar –el muchacho sólo tiene padre– pudo volver la calma.
El miércoles el estudiante no fue a la escuela y habría quedado a cargo de un equipo de salud de adicciones para un tratamiento por pedido de su familia. No está previsto que el chico sea separado del colegio ni tampoco que reciba sanciones. “Estamos buscando una solución, porque es un estudiante con una situación problemática puntual”, dijo el inspector de educación secundaria Nelson Herrera.
El caso de Gerli se parece más a una pelea “típica” entre adolescentes, con el agravante de su publicación en una red social de Internet. Ocurrió el lunes en la Escuela Media N° 7. Según contó una alta fuente del ámbito escolar –y tal como se observa en el video que circula por la Web–, después del último recreo una chica de 1° año increpó a otra, la persiguió por las escaleras y cuando la alcanzó empezó a golpearla y tironearle el pelo . La que recibió los golpes tenía una contextura física más chica y cayó al suelo. Luego de algunos segundos, intervino una preceptora. La causa de la pelea habría sido una discusión, también por Facebook. A la agresora, de 13 años, la suspendieron dos días.
Claudia, la madre de la alumna agredida declaró ayer a la mañana: “Hay mucho descontrol en este colegio. Mi hija no vuelve más. Rendirá las materias que tenga que rendir, pero no va a volver”. Carmen Facente, inspectora jefe distrital, confirmó la pelea y consideró: “Está todo controlado, haremos una investigación simple y le daremos contención a las alumnas con un gabinete de psicología. La mamá de la agredida luego nos dijo que la hija seguirá como alumna de la institución”.
Alumnas de un colegio secundario atacaron a una compañera y la filmaron
Clarin.com/ Sociedad/ Violencia escolar
24/11/11
Sucedió en la Escuela Media N° 7 de Gerli. La víctima, de 13 años, fue golpeada por una estudiante de segundo año. La agresión fue grabada con un celular y publicada en Facebook.
Un grupo de chicas de segundo año la perseguía por los pasillos del colegio. Le gritaban, la insultaban… Natalia, una alumna de 13 años de primer año, apuró el paso tratando de evadirlas. Pero no lo consiguió. Sus compañeras mayores la alcanzaron y la cosa se puso peor: una la empezó a zamarrear y a golpear, otra filmó la agresión con un celular para subirla a Internet y las demás se dedicaron a mirar la escena. Todo pasó a metros de la dirección del establecimiento.
Este nuevo hecho de violencia escolar sucedió días atrás, en la Media N° 7 de Gerli –situada en Camino General Belgrano 1030, en el Gran Buenos Aires-. El video con la agresión se podía ver en Internet hasta ayer, cuando, después de que el caso se diera a conocer, fue borrado de la Web.
“A Natalia la agarran al lado de la dirección”, contó esta mañana Claudia, la madre de la chica agredida. La mujer relató que su hija fue empujada, zamarreada y golpeada por una alumna un año mayor quien “fue suspendida por dos días”.
Esa sanción no le alcanza a la mamá de Natalia. Es que, según contó en declaraciones radiales, si bien su hija “ahora está bien, psicológicamente no tanto”. Por eso, aseguró: “no la voy a mandar más al colegio”.
La bronca de Claudia, además, tiene que ver con que este no habría sido el único caso similar ocurrido en el colegio. “Otra madre también se quejaba que su hija no quería entrar al colegio porque la patoteaban”, aseguró.
Hasta el momento, ninguna autoridad del colegio se refirió al tema. Sí lo hizo la inspectora general de Educación bonaerense, María Aversano, quien reconoció que “hubo una situación de conflicto entre dos alumnas” de ese establecimiento y afirmó que se está llevando a cabo una “investigación” de lo sucedido.
24/11/11
Sucedió en la Escuela Media N° 7 de Gerli. La víctima, de 13 años, fue golpeada por una estudiante de segundo año. La agresión fue grabada con un celular y publicada en Facebook.
Un grupo de chicas de segundo año la perseguía por los pasillos del colegio. Le gritaban, la insultaban… Natalia, una alumna de 13 años de primer año, apuró el paso tratando de evadirlas. Pero no lo consiguió. Sus compañeras mayores la alcanzaron y la cosa se puso peor: una la empezó a zamarrear y a golpear, otra filmó la agresión con un celular para subirla a Internet y las demás se dedicaron a mirar la escena. Todo pasó a metros de la dirección del establecimiento.
Este nuevo hecho de violencia escolar sucedió días atrás, en la Media N° 7 de Gerli –situada en Camino General Belgrano 1030, en el Gran Buenos Aires-. El video con la agresión se podía ver en Internet hasta ayer, cuando, después de que el caso se diera a conocer, fue borrado de la Web.
“A Natalia la agarran al lado de la dirección”, contó esta mañana Claudia, la madre de la chica agredida. La mujer relató que su hija fue empujada, zamarreada y golpeada por una alumna un año mayor quien “fue suspendida por dos días”.
Esa sanción no le alcanza a la mamá de Natalia. Es que, según contó en declaraciones radiales, si bien su hija “ahora está bien, psicológicamente no tanto”. Por eso, aseguró: “no la voy a mandar más al colegio”.
La bronca de Claudia, además, tiene que ver con que este no habría sido el único caso similar ocurrido en el colegio. “Otra madre también se quejaba que su hija no quería entrar al colegio porque la patoteaban”, aseguró.
Hasta el momento, ninguna autoridad del colegio se refirió al tema. Sí lo hizo la inspectora general de Educación bonaerense, María Aversano, quien reconoció que “hubo una situación de conflicto entre dos alumnas” de ese establecimiento y afirmó que se está llevando a cabo una “investigación” de lo sucedido.
Se siente humillado y no volvió a la escuela
Clarin.com/ Sociedad/ Violencia escolar
25/11/11
PorLUCAS CRUZADO
Córdoba. Corresponsalía
Encerrado y con vergüenza. Así vive por estas horas Ignacio, el adolescente de 15 años que fue golpeado por un compañero de tercer año del Ipem 69 de Córdoba por ser “gordo” y cuyo ataque fue filmado y subido a YouTube. “Pasaron muchos días ya y él no volvió al colegio porque se siente humillado. Está con ayuda psicológica”, describió ayer a Clarín Mercedes Trejo, la mamá del chico.
El martes 8 de noviembre y en pleno patio escolar, Ignacio fue atacado a trompadas y patadas por un compañero de curso que practica taekwondo. Con risas de fondo, la escena quedó grabada en un celular y el video fue subido a Internet. “Los vio todo Jesús María y él se siente muy mal”, explicó Mercedes. Ese día, el agresor le había dicho a Ignacio “vos gordo, no podés jugar ni de aguatero”, en referencia a un partido de fútbol. En estos días, Ignacio recibió la visita y el apoyo de todos los compañeros en su casa porque casi no pisa la calle.
25/11/11
PorLUCAS CRUZADO
Córdoba. Corresponsalía
Encerrado y con vergüenza. Así vive por estas horas Ignacio, el adolescente de 15 años que fue golpeado por un compañero de tercer año del Ipem 69 de Córdoba por ser “gordo” y cuyo ataque fue filmado y subido a YouTube. “Pasaron muchos días ya y él no volvió al colegio porque se siente humillado. Está con ayuda psicológica”, describió ayer a Clarín Mercedes Trejo, la mamá del chico.
El martes 8 de noviembre y en pleno patio escolar, Ignacio fue atacado a trompadas y patadas por un compañero de curso que practica taekwondo. Con risas de fondo, la escena quedó grabada en un celular y el video fue subido a Internet. “Los vio todo Jesús María y él se siente muy mal”, explicó Mercedes. Ese día, el agresor le había dicho a Ignacio “vos gordo, no podés jugar ni de aguatero”, en referencia a un partido de fútbol. En estos días, Ignacio recibió la visita y el apoyo de todos los compañeros en su casa porque casi no pisa la calle.
El colegio, contra la víctima
Clarin.com/Sociedad/Violencia escolar
25/11/11
El 4 de noviembre, “por ser linda y flaca”, a una chica de 13 años del Instituto Adelia María –Córdoba– la corrieron unas compañeras y ella huyó en su bicicleta, pero un cómplice de las agresoras se le cruzó y la hizo caer. Se quebró un diente y se rompió el labio. Ayer pasó algo insólito: la directora del instituto, Silvia Mensa, repartió a los alumnos un comunicado que desmiente a la víctima y dice que todo fue un accidente. La chica, con un ataque de nervios, se retiró de la escuela.
25/11/11
El 4 de noviembre, “por ser linda y flaca”, a una chica de 13 años del Instituto Adelia María –Córdoba– la corrieron unas compañeras y ella huyó en su bicicleta, pero un cómplice de las agresoras se le cruzó y la hizo caer. Se quebró un diente y se rompió el labio. Ayer pasó algo insólito: la directora del instituto, Silvia Mensa, repartió a los alumnos un comunicado que desmiente a la víctima y dice que todo fue un accidente. La chica, con un ataque de nervios, se retiró de la escuela.
miércoles, 16 de noviembre de 2011
Tres nuevos casos de violencia en las escuelas con armas y golpes de karate
Autor: -- | Fuente: infobae
La violencia escolar volvió nuevamente a los primeros planos al registrarse tres graves casos en distintos puntos del país y con diferentes modalidades, como disparos de armas de fuego, golpes y ataques con arma blanca.
El primero de los hechos ocurrió en la escuela pública 6 de San Justo, en la provincia de Buenos Aires, donde dos niños sufrieron lesiones superficiales en sus piernas cuando un arma que un compañero llevó para exhibir a sus amigos se disparó en forma accidental y las esquirlas de las balas les generaron lesiones leves.
El arma, una pistola calibre 22 milímetros, había sido llevada a la escuela por un adolescente de 13 años, quien esta tarde debió comparecer con sus padres y los directivos de la escuela ante la justicia de menores en la comisaría local.
El menor de edad que es hijo de un colectivero del barrio contó a sus compañeros tiempo atrás que en su casa su familia tenía un arma y al parecer en medio de desafíos infantiles para que la muestre, la llevó a clase.
Al sacar el arma, se habría disparado en forma accidental, el tiro dio en el piso y las esquirlas alcanzaron a dos compañeros que se encontraban a metros del niño que portaba la pistola.
El segundo episodio se registró en el Ipem 69 de la ciudad cordobesa de Jesús María, donde un niño de 15 años fue atacado a golpes y patados por otro alumno que sería practicante de artes marciales.
El agredido fue golpeado en forma reiterada hasta quedar tendido en el piso. Como agravante de la situación, los compañeros no solo no hicieron nada por frenar la salvaje agresión, sino que además la filmaron entre risas y burlas. El video estuvo en Youtube, hasta que el portal lo bloqueó porque "infrige los términos de uso".
El triste episodio ocurrió el pasado 8 de noviembre y la escuela sancionó al agresor con 48 horas de suspensión. Además el caso fue tomado por la Fiscalía de Instrucción de Jesús María.
La madre del joven golpeado expresó su preocupación por la ausencia de autoridades del instituto durante la agresión y dijo que siente "mucha impotencia".
"Vi las imágenes una vez pero no las puedo ver de nuevo. Me duele muchísimo. La secretaria le preguntó a mi hijo por qué no se defendió y él le contestó que no sabe defenderse y que no le gusta pelear”, declaró la mujer a la prensa cordobesa.
Finalmente, el colegio Bruno Morón, de Guaymallén, Mendoza, fue el escenario del último y grave episodio de violencia escolar. Allí, un alumno de 6º grado, de 11 años, apuñaló por la espalda a otro chico que cursa 7º grado.
Silvia San Martín, Directora de Educación Media de la Dirección General de Escuelas, indicó que el hecho ocurrió minutos antes de las 13. El hecho se habría iniciado adentro del establecimiento con una discusión, pero la pelea y el ataque con el cuchillo ocurrió enfrente de la institución.
Una docente que presenció el ataque logró poner punto final a la pelea, llamó al 911 y en minutos la Policía y una ambulancia llegaron al lugar.
En declaraciones a Diario Uno, San Martín aseguró que el agresor no podrá reingresar al colegio hasta que no sea sometido junto a sus padres a pericias psicológicas. La escuela se comprometió a que el chico reciba el material correspondiente para seguir con sus estudios y no perder el año.
El agredido tuvo que ser derivado a un hospital, pero según fuentes policiales estaría fuera de peligro
La violencia escolar volvió nuevamente a los primeros planos al registrarse tres graves casos en distintos puntos del país y con diferentes modalidades, como disparos de armas de fuego, golpes y ataques con arma blanca.
El primero de los hechos ocurrió en la escuela pública 6 de San Justo, en la provincia de Buenos Aires, donde dos niños sufrieron lesiones superficiales en sus piernas cuando un arma que un compañero llevó para exhibir a sus amigos se disparó en forma accidental y las esquirlas de las balas les generaron lesiones leves.
El arma, una pistola calibre 22 milímetros, había sido llevada a la escuela por un adolescente de 13 años, quien esta tarde debió comparecer con sus padres y los directivos de la escuela ante la justicia de menores en la comisaría local.
El menor de edad que es hijo de un colectivero del barrio contó a sus compañeros tiempo atrás que en su casa su familia tenía un arma y al parecer en medio de desafíos infantiles para que la muestre, la llevó a clase.
Al sacar el arma, se habría disparado en forma accidental, el tiro dio en el piso y las esquirlas alcanzaron a dos compañeros que se encontraban a metros del niño que portaba la pistola.
El segundo episodio se registró en el Ipem 69 de la ciudad cordobesa de Jesús María, donde un niño de 15 años fue atacado a golpes y patados por otro alumno que sería practicante de artes marciales.
El agredido fue golpeado en forma reiterada hasta quedar tendido en el piso. Como agravante de la situación, los compañeros no solo no hicieron nada por frenar la salvaje agresión, sino que además la filmaron entre risas y burlas. El video estuvo en Youtube, hasta que el portal lo bloqueó porque "infrige los términos de uso".
El triste episodio ocurrió el pasado 8 de noviembre y la escuela sancionó al agresor con 48 horas de suspensión. Además el caso fue tomado por la Fiscalía de Instrucción de Jesús María.
La madre del joven golpeado expresó su preocupación por la ausencia de autoridades del instituto durante la agresión y dijo que siente "mucha impotencia".
"Vi las imágenes una vez pero no las puedo ver de nuevo. Me duele muchísimo. La secretaria le preguntó a mi hijo por qué no se defendió y él le contestó que no sabe defenderse y que no le gusta pelear”, declaró la mujer a la prensa cordobesa.
Finalmente, el colegio Bruno Morón, de Guaymallén, Mendoza, fue el escenario del último y grave episodio de violencia escolar. Allí, un alumno de 6º grado, de 11 años, apuñaló por la espalda a otro chico que cursa 7º grado.
Silvia San Martín, Directora de Educación Media de la Dirección General de Escuelas, indicó que el hecho ocurrió minutos antes de las 13. El hecho se habría iniciado adentro del establecimiento con una discusión, pero la pelea y el ataque con el cuchillo ocurrió enfrente de la institución.
Una docente que presenció el ataque logró poner punto final a la pelea, llamó al 911 y en minutos la Policía y una ambulancia llegaron al lugar.
En declaraciones a Diario Uno, San Martín aseguró que el agresor no podrá reingresar al colegio hasta que no sea sometido junto a sus padres a pericias psicológicas. La escuela se comprometió a que el chico reciba el material correspondiente para seguir con sus estudios y no perder el año.
El agredido tuvo que ser derivado a un hospital, pero según fuentes policiales estaría fuera de peligro
Córdoba: golpean en una escuela a un chico por ser gordo
lanacion.com
16-11-11
Violencia escolar
Ignacio, de 15 años, quería jugar al fútbol con sus compañeros, pero ellos lo rechazaron y filmaron el ataque; "Callate, vos sólo podés ser aguatero", le contestaron
Un adolescente de 15 años fue brutalmente golpeado cuando se disponía a jugar al fútbol con sus compañeros de escuela. El ataque, que ocurrió en un colegio de Jesús María, en Córdoba, se conoció públicamente ayer y se sumó a un listado de hechos similares registrados en los últimos días.
Mercedes, la madre de Ignacio, la víctima, contó a la prensa que realizó la denuncia penal tras conocer que a su hijo "lo golpearon hasta desmayarlo porque quería jugar al fútbol" y lo discriminaron "por ser gordo".
Cuando se acercó para participar del partido, según relató la mujer, el agresor -aprendiz de artes marciales- le respondió: "Callate gordo, vos sólo podés ser aguatero".
EL VIDEO DEL ATAQUE
El ataque, que ocurrió en el patio del colegio Ipem 69 de Jesús María, incluyó patadas, trompadas y codazos que dejaron a Ignacio en el piso. Sus compañeros, incluso, lo filmaron.
En el video, se muestran las agresiones que recibió el joven de 15 años hasta dejarlo desmayado.
http://www.dailymotion.com/video/xmcrzf_terrible-caso-de-violencia-escolar-en-ipem-de-jesus-maria-radio-jesus-maria_news#from=embediframe
La mamá del alumno señaló que su hijo se encuentra con tratamiento médico y psicólogo. Además, contó que la denuncia fue realizada por lesiones agravadas ya que, según comentó, el agresor es aprendiz de taekwondo.
Este último, junto con otros compañeros, recibieron sanciones por parte de los directivos de la escuela..
16-11-11
Violencia escolar
Ignacio, de 15 años, quería jugar al fútbol con sus compañeros, pero ellos lo rechazaron y filmaron el ataque; "Callate, vos sólo podés ser aguatero", le contestaron
Un adolescente de 15 años fue brutalmente golpeado cuando se disponía a jugar al fútbol con sus compañeros de escuela. El ataque, que ocurrió en un colegio de Jesús María, en Córdoba, se conoció públicamente ayer y se sumó a un listado de hechos similares registrados en los últimos días.
Mercedes, la madre de Ignacio, la víctima, contó a la prensa que realizó la denuncia penal tras conocer que a su hijo "lo golpearon hasta desmayarlo porque quería jugar al fútbol" y lo discriminaron "por ser gordo".
Cuando se acercó para participar del partido, según relató la mujer, el agresor -aprendiz de artes marciales- le respondió: "Callate gordo, vos sólo podés ser aguatero".
EL VIDEO DEL ATAQUE
El ataque, que ocurrió en el patio del colegio Ipem 69 de Jesús María, incluyó patadas, trompadas y codazos que dejaron a Ignacio en el piso. Sus compañeros, incluso, lo filmaron.
En el video, se muestran las agresiones que recibió el joven de 15 años hasta dejarlo desmayado.
http://www.dailymotion.com/video/xmcrzf_terrible-caso-de-violencia-escolar-en-ipem-de-jesus-maria-radio-jesus-maria_news#from=embediframe
La mamá del alumno señaló que su hijo se encuentra con tratamiento médico y psicólogo. Además, contó que la denuncia fue realizada por lesiones agravadas ya que, según comentó, el agresor es aprendiz de taekwondo.
Este último, junto con otros compañeros, recibieron sanciones por parte de los directivos de la escuela..
lunes, 7 de noviembre de 2011
Moreno: un estudiante baleó a una compañera
Violencia escolar/ lanacion.com
Lunes 07 de noviembre de 2011 | 12:21.
Al joven, de 17 años, se le habría escapado un disparo mientras manipulaba un arma durante el recreo
Un estudiante de 17 años hirió hoy a una compañera al dispararle en un pie cuando manipulaba un arma durante el recreo en un colegio de Moreno, informaron a DyN fuentes policiales.
El hecho se registró hoy, cerca de las 10, en la Escuela de Enseñanza Media número 2, ubicada en Justo Daract y Uruguay, al oeste del conurbano bonaerense.
Según las fuentes, el alumno manipulaba el arma cuando ésta se accionó accidentalmente e hirió en un pie a una compañera.
La joven fue llevada a un hospital de la zona, donde quedó internada en observación, aunque fuera de peligro, mientras que el agresor escapó. Interviene la comisaría primera de Moreno.
Sergio Sánchez, director de la escuela, confirmó el hecho y señaló que se trató de un accidente. "Hemos tomado las medidas correspondientes, con sanciones a los padres y sanciones al alumno. Fue un accidente", explicó.
El director habló en medio de una tensa conferencia de prensa, mientras alumnos y padres discutían en la puerta del establecimiento por las medidas que deberían tomarse
Lunes 07 de noviembre de 2011 | 12:21.
Al joven, de 17 años, se le habría escapado un disparo mientras manipulaba un arma durante el recreo
Un estudiante de 17 años hirió hoy a una compañera al dispararle en un pie cuando manipulaba un arma durante el recreo en un colegio de Moreno, informaron a DyN fuentes policiales.
El hecho se registró hoy, cerca de las 10, en la Escuela de Enseñanza Media número 2, ubicada en Justo Daract y Uruguay, al oeste del conurbano bonaerense.
Según las fuentes, el alumno manipulaba el arma cuando ésta se accionó accidentalmente e hirió en un pie a una compañera.
La joven fue llevada a un hospital de la zona, donde quedó internada en observación, aunque fuera de peligro, mientras que el agresor escapó. Interviene la comisaría primera de Moreno.
Sergio Sánchez, director de la escuela, confirmó el hecho y señaló que se trató de un accidente. "Hemos tomado las medidas correspondientes, con sanciones a los padres y sanciones al alumno. Fue un accidente", explicó.
El director habló en medio de una tensa conferencia de prensa, mientras alumnos y padres discutían en la puerta del establecimiento por las medidas que deberían tomarse
domingo, 30 de octubre de 2011
Matar y morir a la edad de jugar
SOCIEDAD › UN CHICO DE 11 AÑOS MATO DE UN CUCHILLAZO A OTRO DE 12 PORQUE LE HACIA BURLAS
Página12
Viernes, 28 de octubre de 2011
Ocurrió en Villa Fiorito, en Lomas de Zamora. El nene recibió una cargada de su amigo y vecino, entró a la casa a buscar un cuchillo y le dio un puntazo. La víctima murió en el hospital, minutos después. La familia del chico agresor se mudó.
Eran amigos y vivían en Villa Fiorito, medianera de por medio, pero el mayor, de 12 años, solía burlarse del más chico, de 11. El miércoles a la tarde, Sebastián Merlo, el mayor, estaba en la puerta de su casa con otros amigos cuando pasó el menor: y se burló una vez más. El menor entró en su casa, tomó un cuchillo de mesa, salió a la calle y le dio un puntazo. “Me pinchó, me pinchó”, alcanzó a decir Sebastián a su padre, que caminaba por la vereda. Luego empalideció. Minutos después moría desangrado en el hospital Evita, de Lanús. El episodio “no tiene precedentes en Lomas de Zamora”, señaló a este diario Marisa Marco, fiscal general de Menores del distrito, quien también confirmó que “el chico es demasiado chico como para tener responsabilidad penal”, que es posible recién a partir de los 16 años. La funcionaria agregó que, a pesar de que “el caso es no punible”, “la ley establece que el fiscal tiene que investigar qué es lo que pasó y cuál fue la responsabilidad del chico”. Por ello, el niño, que está en libertad, pasó el jueves en los tribunales sometido a peritajes, acompañado por sus padres. Provisoriamente, la familia se mudó a otro barrio. “No sé cómo va a quedar esto, mi hijo ya está muerto”, dijo la madre del chico fallecido.
El episodio sucedió en la calle Conesa al 900, entre Ginebra y Bucarest, alrededor de las cuatro de la tarde del miércoles. “No está acreditado con certeza”, explicó la fiscal general Marco, pero la hipótesis sobre la que trabajaba la Justicia sostenía que el chico de 11 años habría sido “objeto de alguna burla o cargada” al pasar ante la puerta de la casa de Sebastián, quien se encontraba en compañía de otros chicos. De acuerdo con un jefe policial, tras eso el niño burlado entró en su propia casa, salió armado con un cuchillo tipo tramontina y atacó a Sebastián de un cuchillazo.
En ese momento, contó Osvaldo, el padre de Sebastián, “yo justo me iba al abogado con mi otra nena”, de modo que caminaba por la vereda. “Sentí el grito ‘papá, papá, me pincharon’, me di vuelta y (el nene) venía agarrándose la panza con una remera negra, tenía un tajito chiquitito”. Luego, “empezó a ponerse blanco y, como yo tengo un problema para caminar, había otro muchacho amigo que estaba sentado en una casa, y le pedí que lo lleven” a un hospital. En ese momento salió de su casa el padre del chico agresor y llevó al niño herido al hospital Evita, de Lanús. Sebastián murió mientras era atendido. Los resultados de la autopsia, que se realizó ayer, estarán la semana próxima. Sin embargo, fuentes de la investigación explicaron que “el cuchillo afectó el corazón del niño y le provocó la muerte en forma casi instantánea”.
Minutos después, el niño de 11 años era llevado por su madre a la Comisaría 5ª de Lomas de Zamora, que lo puso a disposición del Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil del distrito. La causa se encuentra en etapa de instrucción bajo la responsabilidad de los fiscales Cristina Luzuriaga Vivot y Jorge Venzano.
El niño, cuya identidad no trascendió por disposiciones legales, fue definido por el padre de Sebastián como “un chico normal”, con el que su hijo mantenía “una relación normal de chicos comunes, de chicos que se pelean como todos los chicos de 11 o 12 años”. “Ellos se conocían, eran amigos, jugaban juntos”, señaló Osvaldo Merlo.
Consultada por este diario, la fiscal Marco señaló que el niño agresor no puede ser penalmente responsable y que no recuerda que existan antecedentes similares, “al menos no en Lomas de Zamora”. “Pero aunque no sea punible, la ley establece que la fiscalía tiene que investigar qué es lo que pasó y cuál fue la responsabilidad del chico”, señaló. Por ello “son importantes los peritajes: mediante peritajes psicológicos, de asistentes sociales, de psiquiatras infanto-juveniles, se establece qué pasó realmente. A eso se suman declaraciones de testigos. Y recién ahí el fiscal está en condiciones de establecer si va a pedir al juez de garantías que tome alguna medida”. Entre las disposiciones, la Justicia podría considerar “imponer al chico y a sus padres alguna medida como de tratamiento psicológico o psiquiátrico”.
La corta edad del niño agresor es la clave, explicó la fiscal Marco. “Si fuera un chico de 15 años, ante un homicidio el fiscal pediría una medida de seguridad que implique privación de libertad. Pero ante un chico de 11 no puede haber privación de libertad ambulatoria. Por eso el juez dispuso que permanezca en un domicilio preservado. Se lo sacó de su casa para resguardar su integridad física.”
El niño “está en manos de la Justicia”, recordó el subsecretario de Niñez, del Ministerio de Desarrollo Social bonaerense, Pablo Navarro. “Por eso, como sistema nos pusimos a disposición con los programas de Promoción y Protección de los Derechos del Niño y de Responsabilidad Penal Juvenil.” Navarro también señaló que se trata de “un caso excepcional”, en tanto ambos niños se encontraban escolarizados y en un marco familiar.
“La singularidad es lo que prima y no escuché al chico, pero por la información disponible es posible pensar que algo pasó en la trama social que protege a los chicos”, evaluó en diálogo con este diario la psicoanalista del Fuero Penal Juvenil bonaerense Graciela Pini. “Siempre existen cargadas en todos los ámbitos, pero acá podría pensarse que hubo una reacción ante algo ante lo cual el chico no tenía recursos para soportar.”
Página12
Viernes, 28 de octubre de 2011
Ocurrió en Villa Fiorito, en Lomas de Zamora. El nene recibió una cargada de su amigo y vecino, entró a la casa a buscar un cuchillo y le dio un puntazo. La víctima murió en el hospital, minutos después. La familia del chico agresor se mudó.
Eran amigos y vivían en Villa Fiorito, medianera de por medio, pero el mayor, de 12 años, solía burlarse del más chico, de 11. El miércoles a la tarde, Sebastián Merlo, el mayor, estaba en la puerta de su casa con otros amigos cuando pasó el menor: y se burló una vez más. El menor entró en su casa, tomó un cuchillo de mesa, salió a la calle y le dio un puntazo. “Me pinchó, me pinchó”, alcanzó a decir Sebastián a su padre, que caminaba por la vereda. Luego empalideció. Minutos después moría desangrado en el hospital Evita, de Lanús. El episodio “no tiene precedentes en Lomas de Zamora”, señaló a este diario Marisa Marco, fiscal general de Menores del distrito, quien también confirmó que “el chico es demasiado chico como para tener responsabilidad penal”, que es posible recién a partir de los 16 años. La funcionaria agregó que, a pesar de que “el caso es no punible”, “la ley establece que el fiscal tiene que investigar qué es lo que pasó y cuál fue la responsabilidad del chico”. Por ello, el niño, que está en libertad, pasó el jueves en los tribunales sometido a peritajes, acompañado por sus padres. Provisoriamente, la familia se mudó a otro barrio. “No sé cómo va a quedar esto, mi hijo ya está muerto”, dijo la madre del chico fallecido.
El episodio sucedió en la calle Conesa al 900, entre Ginebra y Bucarest, alrededor de las cuatro de la tarde del miércoles. “No está acreditado con certeza”, explicó la fiscal general Marco, pero la hipótesis sobre la que trabajaba la Justicia sostenía que el chico de 11 años habría sido “objeto de alguna burla o cargada” al pasar ante la puerta de la casa de Sebastián, quien se encontraba en compañía de otros chicos. De acuerdo con un jefe policial, tras eso el niño burlado entró en su propia casa, salió armado con un cuchillo tipo tramontina y atacó a Sebastián de un cuchillazo.
En ese momento, contó Osvaldo, el padre de Sebastián, “yo justo me iba al abogado con mi otra nena”, de modo que caminaba por la vereda. “Sentí el grito ‘papá, papá, me pincharon’, me di vuelta y (el nene) venía agarrándose la panza con una remera negra, tenía un tajito chiquitito”. Luego, “empezó a ponerse blanco y, como yo tengo un problema para caminar, había otro muchacho amigo que estaba sentado en una casa, y le pedí que lo lleven” a un hospital. En ese momento salió de su casa el padre del chico agresor y llevó al niño herido al hospital Evita, de Lanús. Sebastián murió mientras era atendido. Los resultados de la autopsia, que se realizó ayer, estarán la semana próxima. Sin embargo, fuentes de la investigación explicaron que “el cuchillo afectó el corazón del niño y le provocó la muerte en forma casi instantánea”.
Minutos después, el niño de 11 años era llevado por su madre a la Comisaría 5ª de Lomas de Zamora, que lo puso a disposición del Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil del distrito. La causa se encuentra en etapa de instrucción bajo la responsabilidad de los fiscales Cristina Luzuriaga Vivot y Jorge Venzano.
El niño, cuya identidad no trascendió por disposiciones legales, fue definido por el padre de Sebastián como “un chico normal”, con el que su hijo mantenía “una relación normal de chicos comunes, de chicos que se pelean como todos los chicos de 11 o 12 años”. “Ellos se conocían, eran amigos, jugaban juntos”, señaló Osvaldo Merlo.
Consultada por este diario, la fiscal Marco señaló que el niño agresor no puede ser penalmente responsable y que no recuerda que existan antecedentes similares, “al menos no en Lomas de Zamora”. “Pero aunque no sea punible, la ley establece que la fiscalía tiene que investigar qué es lo que pasó y cuál fue la responsabilidad del chico”, señaló. Por ello “son importantes los peritajes: mediante peritajes psicológicos, de asistentes sociales, de psiquiatras infanto-juveniles, se establece qué pasó realmente. A eso se suman declaraciones de testigos. Y recién ahí el fiscal está en condiciones de establecer si va a pedir al juez de garantías que tome alguna medida”. Entre las disposiciones, la Justicia podría considerar “imponer al chico y a sus padres alguna medida como de tratamiento psicológico o psiquiátrico”.
La corta edad del niño agresor es la clave, explicó la fiscal Marco. “Si fuera un chico de 15 años, ante un homicidio el fiscal pediría una medida de seguridad que implique privación de libertad. Pero ante un chico de 11 no puede haber privación de libertad ambulatoria. Por eso el juez dispuso que permanezca en un domicilio preservado. Se lo sacó de su casa para resguardar su integridad física.”
El niño “está en manos de la Justicia”, recordó el subsecretario de Niñez, del Ministerio de Desarrollo Social bonaerense, Pablo Navarro. “Por eso, como sistema nos pusimos a disposición con los programas de Promoción y Protección de los Derechos del Niño y de Responsabilidad Penal Juvenil.” Navarro también señaló que se trata de “un caso excepcional”, en tanto ambos niños se encontraban escolarizados y en un marco familiar.
“La singularidad es lo que prima y no escuché al chico, pero por la información disponible es posible pensar que algo pasó en la trama social que protege a los chicos”, evaluó en diálogo con este diario la psicoanalista del Fuero Penal Juvenil bonaerense Graciela Pini. “Siempre existen cargadas en todos los ámbitos, pero acá podría pensarse que hubo una reacción ante algo ante lo cual el chico no tenía recursos para soportar.”
miércoles, 19 de octubre de 2011
Cuando las armas rugen
Por Ana María Gómez
02-05-2007
Cuando las armas rugen, mueren las palabras. Tras el sonido brutal que producen las armas, se instala el silencio ominoso de la muerte. El asesino-suicida de Virginia no fue escuchado. Todo hombre, se dice, que está por morir, apela a un gran Otro. Hasta Cristo en la cruz, clamó: “¡Padre, ¿por qué me has abandonado?!” Pero si el protagonista trágico en cuestión se hizo oír es ahora, cuando el silencio de las muertes ya impera. Antes lo escuchó Nadie. Y no fue escuchado porque tenía la boca sellada y porque quienes deberían haberlo hecho están sordos. Cho tenía la boca sellada y la impulsión al acto puesta al día, por un elemento, tan usual en el mundo pseudo científico postmoderno, que se llama psicofármacos que, se sabe, acalla el malestar y propicia el acto.
Cuando las armas rugen, mueren las palabras. Tras el sonido brutal que producen las armas, se instala el silencio ominoso de la muerte.
¿Podemos siquiera imaginar, el silencio que se habrá instaurado tras la explosión de Hiroshima?
En una escena de extraordinaria belleza trágica de la película “El pianista”, el protagonista emerge de su escondrijo a una Varsovia desvastada. El silencio impera y se impone: las armas tornan a los hombres y sus ruidos vitales, múticos.
¿Alguien puede dudar que el sonido de las armas de fuego se oye con claridad cuando son disparadas? No. Lo que no todos conocen es que algunos las escuchan y prefieren escuchar las “voces” de las armas más que las voces humanas.
Y hay una sociedad que, en gran medida, prefiere el sonido de las armas al de las voces de los seres llamados humanos sobre todo cuando estas pretenden decir de sus desarreglos. En los Estados Unidos de Norteamérica hay 200 millones de armas para un país que cuenta con 300 millones de habitantes. O sea: el 60% de la población está armada.
¿Qué le pasa a un grupo social que, como se dice, vive su historia “armado hasta los dientes”? Le ocurren muchas cosas que no pretendemos agotar en su stock de motivos, pero al menos, dar cuenta de algunos.
Sin el intento de convertir a los lectores en émulos de “Funes, el memorioso”, casi todos por experiencias propias o relatos ajenos, conservamos en la memoria, las películas de cowboys y de “indios” de nuestra infancia. Eran una fuente natural de juegos de la infancia: el “jugar a los indios”.
Con los años comenzamos a sospechar de la caballería americana –siempre con la trompeta afinada– que llegaba justo a tiempo para salvar a punta de rifle a los pobres soldados acechados y acosados por “pieles rojas” sanguinarios. ¡Cuánto más si eran esos prístinos colonos que migraban en las famosas carretas puestas en ronda para tratar de salvar el cuero cabelludo! A punta de rifle, ¡AL FIN!, terminaron con esos indeseables y poblaron el lejano oeste de gente como la gente.
El rifle tiene allí una larga tradición, como da cuenta el conocido “Club del rifle”.
Y comenzamos a sospechar cuando, por ejemplo, la caballería americana puesta al día, arribó a Vietnam y ya la cosa no fue a punta de Winchester sino con soplos de napalm.
En los Estados Unidos de Norteamérica, en algún momento se hace lugar a la segunda enmienda de su Carta Magna que expresa: “Siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado Libre, no se violará el derecho del pueblo a poseer y portar armas”. O sea que, “poseer y portar armas” es un derecho humano y no debe violarse. Hasta aquí pensábamos –sin razón para lo que se asevera– que el principal derecho humano era el derecho a la vida y hasta nuevo aviso, las armas exterminan la vida.
En esa sociedad se descuenta a los enemigos, internos y externos. ¿Una hipótesis paranoica? No olvidemos la fórmula de proyección sobre el otro que construye Freud con respecto a esta patología: lo odio–me odia. Si alguien pone tanta fuerza en su defensa es porque, en primer lugar, muchas veces, ha sido el primero en atacar.
Ahora bien, el problema es cuando esas armas se utilizan para lo que fueron inventadas. Una conductora de un telediario se preguntaba hace pocos días ante la consternación por la matanza de Virginia Tech si las armas valen más que las vidas. La pregunta es absurda: ¿para qué sirven las armas sino es para destruir vidas? Los señores de la NRA –“Club del rifle”– aducen que las armas son para propósitos defensivos o deportivos. ¿Es un deporte muy noble matar seres vivos, sean humanos o no humanos? Pero desde que tenemos conocimiento de la historia de la humanidad y de la lucha de unos contra otros, las armas sirvieron para exterminar al enemigo verdadero o supuesto –desde un hueso de mamut a un arma nuclear–.
Pero prosigamos. Un joven de 23 años –en este caso ni blanco, ni demasiado adulto y muchísimo menos “capacitado”, pudo– a pesar de tenerlo prohibido por sus dificultades psiquiátricas, o sea, psíquicas –adquirir potentes armas de fuego, y a merced de la psicosis que lo atravesaba y las drogas legales –léase psicofármacos– que lo impulsaban (estaba medicado con antidepresivos) llevar a cabo un pasaje al acto homicida-suicida. No solo se mató él: mató antes a 32 seres humanos.
¿Un hecho sin precedentes en el gran país del Norte? De ninguna manera. Hay un raconto trágico: 24 episodios semejantes en los últimos 15 años, -más de uno por año- 103 personas muertas, entre víctimas y victimarios, protagonizados en establecimientos educativos dispersos por varios estados de los Estados Unidos. Sus edades oscilan entre los 6 años y, mayormente, los 19. Como decimos, en todos estos casos, se trata se escuelas o universidades.
¿No es ya tiempo de comenzar –porque, evidentemente si hubieran comenzado han errado el camino– a preguntarse qué ocurre con esos seres que ultiman a semejantes y que, además y primordialmente, tienen acceso a armas de fuego? En el caso del niño de 6 años sustrajo una pistola de su casa y la usó; otros dos niños de 11 y 13 usaron fusiles comprados por su abuelo. O sea, que esas armas –y cargadas– estaban al alcance de los menores y estos las usaron para lo que las armas sirven: para matar.
El asesino-suicida de Virginia no fue escuchado. Todo hombre, se dice, que está por morir, apela a un gran Otro. Hasta Cristo en la cruz, clamó: “¡Padre, ¿por qué me has abandonado?!” Pero si el protagonista trágico en cuestión se hizo oír es ahora, cuando el silencio de las muertes ya impera. Antes lo escuchó Nadie. Y no fue escuchado porque tenía la boca sellada y porque quienes deberían haberlo hecho están sordos.
“Soy nada más que un pedazo de mierda”, dice Hui ante la cámara en su testamento trágico.
Ese “pedazo de mierda” –en realidad un ser humano– sabía de vejámenes que muchos llamarán “normales”, pero que, evidentemente él, no pudo soportar: “ex compañeros del secundario, colaboraron para armar un retrato de Cho. Contaron que era un chico al que todos cargaban por su timidez y su extraña forma de hablar inglés. “... una vez, cuando fue forzado a leer una poesía en voz alta, “toda la clase comenzó a reírse, a señalarlo con el dedo y a decirle: « ¡Volvete a China!»”.
Luego, Cho, en su video, “dirigiéndose a quién sabe quién, -donde nosotros decimos a Nadie- acusa: “Gracias a vos muero como Jesucristo”. Y después profiere una retahíla de reproches hacia un interlocutor tan ausente como desconocido –otra vez ese gran Otro ausente y sordo-: “¿Sabés lo que se siente cuando te escupen la cara, sabés lo que es ser torturado; nunca sentiste nada en toda tu vida; tuviste todo lo que quisiste, los collares, el fondo de dinero no eran suficientes?” Cho –o no sabemos muy bien como llamarlo dado que su propia familia solicitó y obtuvo que se le cambiara el nombre por, en este caso, obvia vergüenza propia– era un migrante, un niño que fue transplantado de su lugar de origen a la “Belleza americana”, donde, por lo que parece no fue bien recibido por todos.
“Cho está ‘mentalmente enfermo y necesita hospitalización’, pues representa ‘un peligro inminente para sí mismo y para otros como resultado de una enfermedad mental’ y ‘no es capaz de cuidarse a sí mismo como tampoco aceptar como negarse a iniciar un tratamiento”, afirmó el fallo de un juez de Virginia el 14 de diciembre de 2005.
“Cho Seung-Hui, quien asesinó a 32 personas y se transformó en el autor de la peor matanza en un centro de estudios de Estados Unidos, estaba impedido de comprar armas por haber estado internado en un hospital psiquiátrico, indicó el diario New York Times”.
“Las leyes federales prohíben que cualquiera que haya sido señalado por tener problemas mentales, como así también haya sido internado en forma involuntaria en un instituto de salud mental pueda comprar armas”, indicó el matutino norteamericano.
Pues no fue así y se le vendieron las armas sin ningún impedimento: “Cho presentó su carné de conducir, una chequera que verificaba su identidad y su dirección y su tarjeta de residencia en EE UU. Una llamada al ordenador de la policía estatal es el último paso para asegurarse de que el futuro comprador no posee un expediente criminal ni psicológico. Cho no los tenía, ambos estaban limpios.” Así declaraba quien le vendió las armas sin ningún registro de su i-responsabilidad y la del sistema.
“Cho compró dos pistolas semiautomáticas en dos armerías de Virginia en las 10 semanas previas que perpetró la matanza. Las leyes de Virginia permiten comprar un arma por mes”, evidentemente no importa a quién.
“Éste es un país de armas”, -explica el dependiente que puede que le vendiera el arma a Cho-. “Pues dejen de intentar averiguar cómo pensamos aquí”. Nos preguntamos si algunos piensan. Y sí es un país de y en armas: 600.000 muertos en la Guerra de Secesión dan cuenta de ello. Los “daños colaterales” que todos los días se producen en Irak tras la invasión que sufre por parte de Estados Unidos dan testimonio de ello.
Cho tenía la boca sellada y la impulsión al acto puesta al día, por un elemento, tan usual en el mundo pseudo científico postmoderno, que se llama psicofármacos que, se sabe, acalla el malestar y propicia el acto. Y sí, es cuando las palabras ceden y él se hizo, hasta su final, amo de sus silencios impuestos. Por si esto fuera poco, el sistema no lo escuchó, lo banalizó, no lo siguió, lo dejó ir –había múltiples indicios que sugerían, al menos, su grave patología– y hasta lo expulsó.
“El otorgamiento de sentido producido por un fármaco prescinde en nuestros días de la presencia del prescriptor, ubicado históricamente en el lugar del Otro, para concluir en un loop que realimenta el delirio de identidad. Se produce de tal manera un nuevo modo de psicoterapia que podríamos definir paradójicamente como “psicoterapia sin Otro”. Se trata de un lazo del sujeto con un objeto que genera una dependencia confortable, a punto tal de hacer indistinguible el hecho de tratarse con el de drogarse.” (Emilia Vaschetto, diario Página 12 Suplemento de Psicología, 22 de marzo de 2007)
Cho se “trataba” con drogas, claro con drogas legales, o sea: psicofármacos. Su falta era así supuestamente colmada pero si su falta en ser podía ser puesta en palabras –y hay testimonios de que así era– no hubo lugar para ellas.
¿Quién no lo escuchó? Como decíamos, en primer lugar, no lo escuchó el ruido de las armas pero tampoco lo escuchó suficientemente quien lo dirigió a drogarse legalmente con antidepresivos, no lo escuchó tampoco el catálogo de patologías con nombres renovados a expensas de los laboratorios que se llama DSM, no lo escuchó la TCC –o terapia conductiva conductual– que mayormente se practica en los Estados Unidos, o sea, que al basarse en Pavlov, como ellos lo afirman, no supieron estimular a Cho para que diera una respuesta adecuada, no lo escuchó el sistema, en definitiva, sí lo escuchó: Nadie. En el caso de Odiseo su respuesta “Nadie”, le salva la vida ante el cíclope Polifemo. En el caso de Cho –el antihéroe– “Nadie” no solo le costó la vida a él sino a 32 personas más.
No matan las armas sino las personas”. Bien, y si es así, ¿por qué las personas se munen de armas para matar, para qué existen las armas y por qué no se las elimina? Parecería, ergo, que no sirven para nada.
Y es así: no sirven para nada vital, sirven para la muerte y con su tronar convocan a ese silencio ominoso, siniestro que es propio de la pulsión de muerte.
Quienes practicamos el psicoanálisis tenemos demasiada paciencia y bonhomía para tolerar las barbaridades que se dicen en nombre de las neurociencias, la farmacopea y la TCC –al punto de llamar “estafador” a Freud sin más ni más, entre otras delicadezas-.
Y ello no es opinión, es aseveración, obviamente sin pruebas. Pero con la práctica y el ejercicio terapéutico de la palabra no solo es raro que alguien muera sino que es indubitable que nunca el Psicoanálisis –y tampoco la palabra que se quiso desde hace miles de siglos como uno de los elementos de las artes de la cura– desencadenó una matanza.
Damos razón de nuestros eventuales fracasos, hablamos poco -como es esperable– de supuestos logros. Pero los campeones del imperio de las drogas legales y de las aventuras terapéuticas no duermen tranquilos sino que nos atacan.
¿Será verdad acaso como dijo Freud que él, en primer lugar, y quienes practicamos su método les llevaríamos la peste? Todo indica que sí y que si se escuchasen -si lo permite el ensordecedor fragor de los disparos- quizás estarían en condiciones de formularse algunas preguntas.
¡Cuánto mejor para algunos es ignorar, que pretender algo de saber!
Finalmente 33 personas, seres humanos con indubitable derecho a la vida, están muertos, entre ellos Cho a quien sus compañeros también pusieron una placa en el campus de la Universidad de Virginia... fue robada. No lo perdonan. Y hacen bien porque no es a él a quien tienen que perdonar. En todo caso tendrán que preguntarse si perdonan al sistema, al “american way of life” y sus consecuencias que también impregnan el territorio de la llamada salud mental. Es importante para las neurociencias que tras la autopsia hecha al asesino no encontraron nada anómalo en su cerebro: ¡no hallaron la piedra de la locura! ¿Se la habrían extraído?
Trágico, demasiado trágico pero como algunos norteamericanos lo aseveran esto podría haber sido evitado si como muchos quieren, en la universidad también pudieran estar armados. Así hubieran matado al asesino antes que él mismo matase a tantos...
La pulsión de muerte –que operaba en Cho y que como corresponde operaba en silencio– cumplió su cometido. Pero sus síntomas profusos se hacían oír. Claro hay que estar muy adiestrado en la escucha para registrarlos, por ejemplo, a partir de la práctica del Psicoanálisis.
El respeto por tanta vida perdida solo merece de aquí en más, nuestro tiempo de respetuosa reflexión.
Fuentes consultadas: diarios La Nación, Clarín, Página 12, El País –Madrid-, The New York Times y otros.
02-05-2007
Cuando las armas rugen, mueren las palabras. Tras el sonido brutal que producen las armas, se instala el silencio ominoso de la muerte. El asesino-suicida de Virginia no fue escuchado. Todo hombre, se dice, que está por morir, apela a un gran Otro. Hasta Cristo en la cruz, clamó: “¡Padre, ¿por qué me has abandonado?!” Pero si el protagonista trágico en cuestión se hizo oír es ahora, cuando el silencio de las muertes ya impera. Antes lo escuchó Nadie. Y no fue escuchado porque tenía la boca sellada y porque quienes deberían haberlo hecho están sordos. Cho tenía la boca sellada y la impulsión al acto puesta al día, por un elemento, tan usual en el mundo pseudo científico postmoderno, que se llama psicofármacos que, se sabe, acalla el malestar y propicia el acto.
Cuando las armas rugen, mueren las palabras. Tras el sonido brutal que producen las armas, se instala el silencio ominoso de la muerte.
¿Podemos siquiera imaginar, el silencio que se habrá instaurado tras la explosión de Hiroshima?
En una escena de extraordinaria belleza trágica de la película “El pianista”, el protagonista emerge de su escondrijo a una Varsovia desvastada. El silencio impera y se impone: las armas tornan a los hombres y sus ruidos vitales, múticos.
¿Alguien puede dudar que el sonido de las armas de fuego se oye con claridad cuando son disparadas? No. Lo que no todos conocen es que algunos las escuchan y prefieren escuchar las “voces” de las armas más que las voces humanas.
Y hay una sociedad que, en gran medida, prefiere el sonido de las armas al de las voces de los seres llamados humanos sobre todo cuando estas pretenden decir de sus desarreglos. En los Estados Unidos de Norteamérica hay 200 millones de armas para un país que cuenta con 300 millones de habitantes. O sea: el 60% de la población está armada.
¿Qué le pasa a un grupo social que, como se dice, vive su historia “armado hasta los dientes”? Le ocurren muchas cosas que no pretendemos agotar en su stock de motivos, pero al menos, dar cuenta de algunos.
Sin el intento de convertir a los lectores en émulos de “Funes, el memorioso”, casi todos por experiencias propias o relatos ajenos, conservamos en la memoria, las películas de cowboys y de “indios” de nuestra infancia. Eran una fuente natural de juegos de la infancia: el “jugar a los indios”.
Con los años comenzamos a sospechar de la caballería americana –siempre con la trompeta afinada– que llegaba justo a tiempo para salvar a punta de rifle a los pobres soldados acechados y acosados por “pieles rojas” sanguinarios. ¡Cuánto más si eran esos prístinos colonos que migraban en las famosas carretas puestas en ronda para tratar de salvar el cuero cabelludo! A punta de rifle, ¡AL FIN!, terminaron con esos indeseables y poblaron el lejano oeste de gente como la gente.
El rifle tiene allí una larga tradición, como da cuenta el conocido “Club del rifle”.
Y comenzamos a sospechar cuando, por ejemplo, la caballería americana puesta al día, arribó a Vietnam y ya la cosa no fue a punta de Winchester sino con soplos de napalm.
En los Estados Unidos de Norteamérica, en algún momento se hace lugar a la segunda enmienda de su Carta Magna que expresa: “Siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado Libre, no se violará el derecho del pueblo a poseer y portar armas”. O sea que, “poseer y portar armas” es un derecho humano y no debe violarse. Hasta aquí pensábamos –sin razón para lo que se asevera– que el principal derecho humano era el derecho a la vida y hasta nuevo aviso, las armas exterminan la vida.
En esa sociedad se descuenta a los enemigos, internos y externos. ¿Una hipótesis paranoica? No olvidemos la fórmula de proyección sobre el otro que construye Freud con respecto a esta patología: lo odio–me odia. Si alguien pone tanta fuerza en su defensa es porque, en primer lugar, muchas veces, ha sido el primero en atacar.
Ahora bien, el problema es cuando esas armas se utilizan para lo que fueron inventadas. Una conductora de un telediario se preguntaba hace pocos días ante la consternación por la matanza de Virginia Tech si las armas valen más que las vidas. La pregunta es absurda: ¿para qué sirven las armas sino es para destruir vidas? Los señores de la NRA –“Club del rifle”– aducen que las armas son para propósitos defensivos o deportivos. ¿Es un deporte muy noble matar seres vivos, sean humanos o no humanos? Pero desde que tenemos conocimiento de la historia de la humanidad y de la lucha de unos contra otros, las armas sirvieron para exterminar al enemigo verdadero o supuesto –desde un hueso de mamut a un arma nuclear–.
Pero prosigamos. Un joven de 23 años –en este caso ni blanco, ni demasiado adulto y muchísimo menos “capacitado”, pudo– a pesar de tenerlo prohibido por sus dificultades psiquiátricas, o sea, psíquicas –adquirir potentes armas de fuego, y a merced de la psicosis que lo atravesaba y las drogas legales –léase psicofármacos– que lo impulsaban (estaba medicado con antidepresivos) llevar a cabo un pasaje al acto homicida-suicida. No solo se mató él: mató antes a 32 seres humanos.
¿Un hecho sin precedentes en el gran país del Norte? De ninguna manera. Hay un raconto trágico: 24 episodios semejantes en los últimos 15 años, -más de uno por año- 103 personas muertas, entre víctimas y victimarios, protagonizados en establecimientos educativos dispersos por varios estados de los Estados Unidos. Sus edades oscilan entre los 6 años y, mayormente, los 19. Como decimos, en todos estos casos, se trata se escuelas o universidades.
¿No es ya tiempo de comenzar –porque, evidentemente si hubieran comenzado han errado el camino– a preguntarse qué ocurre con esos seres que ultiman a semejantes y que, además y primordialmente, tienen acceso a armas de fuego? En el caso del niño de 6 años sustrajo una pistola de su casa y la usó; otros dos niños de 11 y 13 usaron fusiles comprados por su abuelo. O sea, que esas armas –y cargadas– estaban al alcance de los menores y estos las usaron para lo que las armas sirven: para matar.
El asesino-suicida de Virginia no fue escuchado. Todo hombre, se dice, que está por morir, apela a un gran Otro. Hasta Cristo en la cruz, clamó: “¡Padre, ¿por qué me has abandonado?!” Pero si el protagonista trágico en cuestión se hizo oír es ahora, cuando el silencio de las muertes ya impera. Antes lo escuchó Nadie. Y no fue escuchado porque tenía la boca sellada y porque quienes deberían haberlo hecho están sordos.
“Soy nada más que un pedazo de mierda”, dice Hui ante la cámara en su testamento trágico.
Ese “pedazo de mierda” –en realidad un ser humano– sabía de vejámenes que muchos llamarán “normales”, pero que, evidentemente él, no pudo soportar: “ex compañeros del secundario, colaboraron para armar un retrato de Cho. Contaron que era un chico al que todos cargaban por su timidez y su extraña forma de hablar inglés. “... una vez, cuando fue forzado a leer una poesía en voz alta, “toda la clase comenzó a reírse, a señalarlo con el dedo y a decirle: « ¡Volvete a China!»”.
Luego, Cho, en su video, “dirigiéndose a quién sabe quién, -donde nosotros decimos a Nadie- acusa: “Gracias a vos muero como Jesucristo”. Y después profiere una retahíla de reproches hacia un interlocutor tan ausente como desconocido –otra vez ese gran Otro ausente y sordo-: “¿Sabés lo que se siente cuando te escupen la cara, sabés lo que es ser torturado; nunca sentiste nada en toda tu vida; tuviste todo lo que quisiste, los collares, el fondo de dinero no eran suficientes?” Cho –o no sabemos muy bien como llamarlo dado que su propia familia solicitó y obtuvo que se le cambiara el nombre por, en este caso, obvia vergüenza propia– era un migrante, un niño que fue transplantado de su lugar de origen a la “Belleza americana”, donde, por lo que parece no fue bien recibido por todos.
“Cho está ‘mentalmente enfermo y necesita hospitalización’, pues representa ‘un peligro inminente para sí mismo y para otros como resultado de una enfermedad mental’ y ‘no es capaz de cuidarse a sí mismo como tampoco aceptar como negarse a iniciar un tratamiento”, afirmó el fallo de un juez de Virginia el 14 de diciembre de 2005.
“Cho Seung-Hui, quien asesinó a 32 personas y se transformó en el autor de la peor matanza en un centro de estudios de Estados Unidos, estaba impedido de comprar armas por haber estado internado en un hospital psiquiátrico, indicó el diario New York Times”.
“Las leyes federales prohíben que cualquiera que haya sido señalado por tener problemas mentales, como así también haya sido internado en forma involuntaria en un instituto de salud mental pueda comprar armas”, indicó el matutino norteamericano.
Pues no fue así y se le vendieron las armas sin ningún impedimento: “Cho presentó su carné de conducir, una chequera que verificaba su identidad y su dirección y su tarjeta de residencia en EE UU. Una llamada al ordenador de la policía estatal es el último paso para asegurarse de que el futuro comprador no posee un expediente criminal ni psicológico. Cho no los tenía, ambos estaban limpios.” Así declaraba quien le vendió las armas sin ningún registro de su i-responsabilidad y la del sistema.
“Cho compró dos pistolas semiautomáticas en dos armerías de Virginia en las 10 semanas previas que perpetró la matanza. Las leyes de Virginia permiten comprar un arma por mes”, evidentemente no importa a quién.
“Éste es un país de armas”, -explica el dependiente que puede que le vendiera el arma a Cho-. “Pues dejen de intentar averiguar cómo pensamos aquí”. Nos preguntamos si algunos piensan. Y sí es un país de y en armas: 600.000 muertos en la Guerra de Secesión dan cuenta de ello. Los “daños colaterales” que todos los días se producen en Irak tras la invasión que sufre por parte de Estados Unidos dan testimonio de ello.
Cho tenía la boca sellada y la impulsión al acto puesta al día, por un elemento, tan usual en el mundo pseudo científico postmoderno, que se llama psicofármacos que, se sabe, acalla el malestar y propicia el acto. Y sí, es cuando las palabras ceden y él se hizo, hasta su final, amo de sus silencios impuestos. Por si esto fuera poco, el sistema no lo escuchó, lo banalizó, no lo siguió, lo dejó ir –había múltiples indicios que sugerían, al menos, su grave patología– y hasta lo expulsó.
“El otorgamiento de sentido producido por un fármaco prescinde en nuestros días de la presencia del prescriptor, ubicado históricamente en el lugar del Otro, para concluir en un loop que realimenta el delirio de identidad. Se produce de tal manera un nuevo modo de psicoterapia que podríamos definir paradójicamente como “psicoterapia sin Otro”. Se trata de un lazo del sujeto con un objeto que genera una dependencia confortable, a punto tal de hacer indistinguible el hecho de tratarse con el de drogarse.” (Emilia Vaschetto, diario Página 12 Suplemento de Psicología, 22 de marzo de 2007)
Cho se “trataba” con drogas, claro con drogas legales, o sea: psicofármacos. Su falta era así supuestamente colmada pero si su falta en ser podía ser puesta en palabras –y hay testimonios de que así era– no hubo lugar para ellas.
¿Quién no lo escuchó? Como decíamos, en primer lugar, no lo escuchó el ruido de las armas pero tampoco lo escuchó suficientemente quien lo dirigió a drogarse legalmente con antidepresivos, no lo escuchó tampoco el catálogo de patologías con nombres renovados a expensas de los laboratorios que se llama DSM, no lo escuchó la TCC –o terapia conductiva conductual– que mayormente se practica en los Estados Unidos, o sea, que al basarse en Pavlov, como ellos lo afirman, no supieron estimular a Cho para que diera una respuesta adecuada, no lo escuchó el sistema, en definitiva, sí lo escuchó: Nadie. En el caso de Odiseo su respuesta “Nadie”, le salva la vida ante el cíclope Polifemo. En el caso de Cho –el antihéroe– “Nadie” no solo le costó la vida a él sino a 32 personas más.
No matan las armas sino las personas”. Bien, y si es así, ¿por qué las personas se munen de armas para matar, para qué existen las armas y por qué no se las elimina? Parecería, ergo, que no sirven para nada.
Y es así: no sirven para nada vital, sirven para la muerte y con su tronar convocan a ese silencio ominoso, siniestro que es propio de la pulsión de muerte.
Quienes practicamos el psicoanálisis tenemos demasiada paciencia y bonhomía para tolerar las barbaridades que se dicen en nombre de las neurociencias, la farmacopea y la TCC –al punto de llamar “estafador” a Freud sin más ni más, entre otras delicadezas-.
Y ello no es opinión, es aseveración, obviamente sin pruebas. Pero con la práctica y el ejercicio terapéutico de la palabra no solo es raro que alguien muera sino que es indubitable que nunca el Psicoanálisis –y tampoco la palabra que se quiso desde hace miles de siglos como uno de los elementos de las artes de la cura– desencadenó una matanza.
Damos razón de nuestros eventuales fracasos, hablamos poco -como es esperable– de supuestos logros. Pero los campeones del imperio de las drogas legales y de las aventuras terapéuticas no duermen tranquilos sino que nos atacan.
¿Será verdad acaso como dijo Freud que él, en primer lugar, y quienes practicamos su método les llevaríamos la peste? Todo indica que sí y que si se escuchasen -si lo permite el ensordecedor fragor de los disparos- quizás estarían en condiciones de formularse algunas preguntas.
¡Cuánto mejor para algunos es ignorar, que pretender algo de saber!
Finalmente 33 personas, seres humanos con indubitable derecho a la vida, están muertos, entre ellos Cho a quien sus compañeros también pusieron una placa en el campus de la Universidad de Virginia... fue robada. No lo perdonan. Y hacen bien porque no es a él a quien tienen que perdonar. En todo caso tendrán que preguntarse si perdonan al sistema, al “american way of life” y sus consecuencias que también impregnan el territorio de la llamada salud mental. Es importante para las neurociencias que tras la autopsia hecha al asesino no encontraron nada anómalo en su cerebro: ¡no hallaron la piedra de la locura! ¿Se la habrían extraído?
Trágico, demasiado trágico pero como algunos norteamericanos lo aseveran esto podría haber sido evitado si como muchos quieren, en la universidad también pudieran estar armados. Así hubieran matado al asesino antes que él mismo matase a tantos...
La pulsión de muerte –que operaba en Cho y que como corresponde operaba en silencio– cumplió su cometido. Pero sus síntomas profusos se hacían oír. Claro hay que estar muy adiestrado en la escucha para registrarlos, por ejemplo, a partir de la práctica del Psicoanálisis.
El respeto por tanta vida perdida solo merece de aquí en más, nuestro tiempo de respetuosa reflexión.
Fuentes consultadas: diarios La Nación, Clarín, Página 12, El País –Madrid-, The New York Times y otros.
Presa por golpear a docentes de su hijo
lanacion.com
Miércoles 19 de octubre de 2011
Violencia escolar en La Pampa
Por la agresión, profesores de General Pico realizaron un paro y pidieron más seguridad
Centenares de docentes se manifestaron en las calles pampeanas. Foto: Gentileza Infopico
Docentes pampeanos realizaron un paro en las escuelas de General Pico y marcharon por esa ciudad en rechazo a la agresión sufrida por dos profesoras y una preceptora de un colegio secundario a manos de la madre de un alumno, que quedó detenida.
El incidente ocurrió anteayer en la escuela secundaria N° 13 del barrio Rucci, cuando la madre se presentó, convocada por las autoridades, para responder por un episodio de violencia escolar que había protagonizado su hijo pero, en lugar de acatar el diálogo, arremetió a trompadas contra las docentes, una de las cuales fue hospitalizada, según consignó la agencia de noticias DyN.
Ante ello, los docentes de General Pico realizaron una jornada de repudio a la violencia, con un paro de actividades y una marcha de la que participaron 600 trabajadores que se movilizaron por las principales calles de la ciudad.
Los docentes aseguraron que el incidente de anteayer fue el último de una seguidilla de agresiones de familiares de alumnos contra los responsables de la educación escolar de los menores de edad.
La mujer continuaba ayer detenida a disposición de la Justicia, que ordenó peritajes psiquiátricos, según confirmaron fuentes del gobierno y de la escuela.
La agresora fue identificada como Marta Flores, madre de un alumno de 15 años. La mujer está separada del padre del adolescente y no tiene la guarda de su hijo, dijeron en el establecimiento.
Según testimonios recogidos en el colegio, el hijo de Flores había mantenido un incidente con otro chico el viernes, cuando recibió un golpe en un ojo. Las autoridades escolares convocaron al padre del alumno, pero minutos antes llegó la mujer "desbordada" y con clara intención de agredir físicamente "a quien se le cruzara", ya que aparentemente no pidió hablar con nadie en particular, según indicó personal de la escuela.
A poco de llegar, le pegó por lo menos dos trompadas en la cara a la preceptora Janet Tablate de Iglesias, quien debió ser llevada en ambulancia al hospital local. También agredió a otras docentes que trataron de calmar a la madre.
Poco después llegaron tres patrulleros. Según los testigos, como la mujer continuaba fuera de sí, los uniformados la encerraron varios minutos en el salón de usos múltiples de la escuela.
Claudia Lanzito, funcionaria del área de Coordinación del gobierno provincial, confirmó que el Ministerio de Educación tomará las medidas que corresponden ante este tipo de incidentes..
Miércoles 19 de octubre de 2011
Violencia escolar en La Pampa
Por la agresión, profesores de General Pico realizaron un paro y pidieron más seguridad
Centenares de docentes se manifestaron en las calles pampeanas. Foto: Gentileza Infopico
Docentes pampeanos realizaron un paro en las escuelas de General Pico y marcharon por esa ciudad en rechazo a la agresión sufrida por dos profesoras y una preceptora de un colegio secundario a manos de la madre de un alumno, que quedó detenida.
El incidente ocurrió anteayer en la escuela secundaria N° 13 del barrio Rucci, cuando la madre se presentó, convocada por las autoridades, para responder por un episodio de violencia escolar que había protagonizado su hijo pero, en lugar de acatar el diálogo, arremetió a trompadas contra las docentes, una de las cuales fue hospitalizada, según consignó la agencia de noticias DyN.
Ante ello, los docentes de General Pico realizaron una jornada de repudio a la violencia, con un paro de actividades y una marcha de la que participaron 600 trabajadores que se movilizaron por las principales calles de la ciudad.
Los docentes aseguraron que el incidente de anteayer fue el último de una seguidilla de agresiones de familiares de alumnos contra los responsables de la educación escolar de los menores de edad.
La mujer continuaba ayer detenida a disposición de la Justicia, que ordenó peritajes psiquiátricos, según confirmaron fuentes del gobierno y de la escuela.
La agresora fue identificada como Marta Flores, madre de un alumno de 15 años. La mujer está separada del padre del adolescente y no tiene la guarda de su hijo, dijeron en el establecimiento.
Según testimonios recogidos en el colegio, el hijo de Flores había mantenido un incidente con otro chico el viernes, cuando recibió un golpe en un ojo. Las autoridades escolares convocaron al padre del alumno, pero minutos antes llegó la mujer "desbordada" y con clara intención de agredir físicamente "a quien se le cruzara", ya que aparentemente no pidió hablar con nadie en particular, según indicó personal de la escuela.
A poco de llegar, le pegó por lo menos dos trompadas en la cara a la preceptora Janet Tablate de Iglesias, quien debió ser llevada en ambulancia al hospital local. También agredió a otras docentes que trataron de calmar a la madre.
Poco después llegaron tres patrulleros. Según los testigos, como la mujer continuaba fuera de sí, los uniformados la encerraron varios minutos en el salón de usos múltiples de la escuela.
Claudia Lanzito, funcionaria del área de Coordinación del gobierno provincial, confirmó que el Ministerio de Educación tomará las medidas que corresponden ante este tipo de incidentes..
lunes, 17 de octubre de 2011
En Córdoba le pegaron a una docente y un estudiante baleó a otro
infobae.com
17-10-11 | SOCIEDAD
Una maestra de la ciudad de Morteros fue atacada por el padre de un niño que recibió una mala nota. En San Francisco, un alumno disparó contra otro en un enfrentamiento entre bandas de colegios vecinos
Un nuevo hecho de agresión a un docente fue denunciado enla Escuela Bernardino Rivadavia de la ciudad de Morteros, Córdoba, donde el padre de un alumno atacó a una maestra por ponerle una mala nota a su hijo.
El hecho ocurrió el viernes a la tarde cuando los padres concurrieron a la institución para reclamar por una calificación baja. Según testigos del hecho, la maestra fue interceptada en la galería y tomada del cuello y arrojada contra un mueble por el padre de un estudiante frente a su mujer, alumnos y otros docentes.
La víctima realizó la denuncia antela Fiscalíade Instrucción de Morteros, a cargo de la fiscal Betina Croppi. En tanto, la directora del establecimiento, Elvis Gilardi, señaló que el agresor fue citado para este lunes para dialogar sobre lo ocurrido.
Por otro lado, en San Francisco, un adolescente habría disparado contra otro cerca del colegio Ipem 50 y de la Escuela Normal Superior Nicolás Avellaneda durante un supuesto enfrentamiento entre dos barras de ambas instituciones.
La Policíano no pudo detener a los involucrados en el incidente y algunos testigos informaron que tanto el agresor como el herido huyeron en motos.
Horas más tarde, un joven ingresó en el Hospital Iturraspe, con un herida de bala en el pie y si bien el adolescente indicó que había sufrido un robo, todo hace presumir que existe relación con el enfrentamiento entre la bandas.
En tanto, personal de investigaciones identificó al supuesto autor del disparo, quien sería alumno del Ipem 50 y se le secuestró el arma supuestamente involucrada en la agresión.
Según el Observatorio Nacional de Violencia uno de cada 10 estudiantes secundarios asegura haber sufrido un hecho de violencia alguna vez durante su vida escolar. Mientras que uno de cada tres manifestó tener miedo a alguno de sus compañeros, según la encuesta del Observatorio dela Convivencia Escolardela Universidad Católica Argentina.
17-10-11 | SOCIEDAD
Una maestra de la ciudad de Morteros fue atacada por el padre de un niño que recibió una mala nota. En San Francisco, un alumno disparó contra otro en un enfrentamiento entre bandas de colegios vecinos
Un nuevo hecho de agresión a un docente fue denunciado enla Escuela Bernardino Rivadavia de la ciudad de Morteros, Córdoba, donde el padre de un alumno atacó a una maestra por ponerle una mala nota a su hijo.
El hecho ocurrió el viernes a la tarde cuando los padres concurrieron a la institución para reclamar por una calificación baja. Según testigos del hecho, la maestra fue interceptada en la galería y tomada del cuello y arrojada contra un mueble por el padre de un estudiante frente a su mujer, alumnos y otros docentes.
La víctima realizó la denuncia antela Fiscalíade Instrucción de Morteros, a cargo de la fiscal Betina Croppi. En tanto, la directora del establecimiento, Elvis Gilardi, señaló que el agresor fue citado para este lunes para dialogar sobre lo ocurrido.
Por otro lado, en San Francisco, un adolescente habría disparado contra otro cerca del colegio Ipem 50 y de la Escuela Normal Superior Nicolás Avellaneda durante un supuesto enfrentamiento entre dos barras de ambas instituciones.
La Policíano no pudo detener a los involucrados en el incidente y algunos testigos informaron que tanto el agresor como el herido huyeron en motos.
Horas más tarde, un joven ingresó en el Hospital Iturraspe, con un herida de bala en el pie y si bien el adolescente indicó que había sufrido un robo, todo hace presumir que existe relación con el enfrentamiento entre la bandas.
En tanto, personal de investigaciones identificó al supuesto autor del disparo, quien sería alumno del Ipem 50 y se le secuestró el arma supuestamente involucrada en la agresión.
Según el Observatorio Nacional de Violencia uno de cada 10 estudiantes secundarios asegura haber sufrido un hecho de violencia alguna vez durante su vida escolar. Mientras que uno de cada tres manifestó tener miedo a alguno de sus compañeros, según la encuesta del Observatorio dela Convivencia Escolardela Universidad Católica Argentina.
sábado, 8 de octubre de 2011
El ojo estrábico
Pagina 12
Contratapa | Sábado, 8 de octubre de 2011
Por Sandra Russo
Los jóvenes de los países árabes en la calle, gritando contra los dictadores, pidiendo democracia, merecieron hace unos meses su palabra: primavera; el ojo que los miraba y la voz que hablaba de ellos los ubicó allí, en lo turgente, en lo que nace, en el ciclo que se abre.
Ahora ese ojo no ve nada que nazca ni que se abra: otras varas y miras más estrechas y aisladas se fijan sobre los jóvenes norteamericanos, aunque el ojo sea el mismo. Ahora que reventaron las alcantarillas de entrecasa y por ellas salieron los indignados norteamericanos, ahora que ya no son sus negros o sus hispanos los que protagonizan alguna protesta callejera, sino los norteamericanos pura cepa, los presuntamente admitidos en el sistema, la voz que nombra las cosas no habla de primavera ni alienta el ánimo que los embriaga.
Esos jóvenes no serán, como sus coetáneos árabes, analizados como emergentes de un deseo profundo y colectivo, ni sus gritos serán escuchados como un deseo de libertad y justicia. Los ocupantes de Wall Street cargan con la mirada despectiva del ojo global que los mira, y que está mareado. Desde hace meses, casi todo este año, hubo demasiadas plazas que mirar. Hubo una tanza débil pero extendida desde aquella plaza Tahrir de El Cairo al puente de Brooklyn. Es todavía difícil descifrar de qué está hecha, qué corre exactamente en su interior. Desde las plazas revolucionarias de Africa a estas performances más parecidas a los actings de Greenpeace que al Mayo del ’68 hubo muchas otras escenas replicantes de un mismo grito dicho en diferentes lenguas y en diversos grados de intensidad. Hubo sonidos guturales en Londres incendiada, hubo y hay intentos urgentes de organización en España, hay revueltas reprimidas casi a diario en Atenas, hay un grito que resuena en Israel, y de todo ese enorme mosaico generacional de todo el mundo emerge apenas un nombre, el de una chica, Camila Vallejo, la dirigente comunista de la FE chilena. La de los estudiantes es la protesta de nuestra región, la que nos corresponde, y su sentido va en el rumbo del contexto en el que emerge. Pero los estudiantes chilenos piden lo mismo que los jóvenes israelíes o los norteamericanos; piden Estado.
Sobre los norteamericanos, para empezar, la televisión dice que son pocos hace ya dos semanas, y aunque llenaron el puente de Brooklyn y fueron apaleados y masivamente detenidos, aunque la irrupción fue igual que en todas partes, como una urticaria, en ronchas que le salen al sistema en las plazas de todo el país, la televisión insiste en que son pocos y que no saben lo que quieren.
Claro que no saben lo que quieren, porque todavía están en la fase de la percepción. Esto es lo que pasa cuando lo que sucede en la realidad va a contramano del relato que pretenden los grandes medios: los conceptos tardan en llegar, no hay líderes, hay estado asambleario, que es lo contrario de lo que aporta la televisión: siempre una respuesta inmediata, aunque sea falsa; siempre cualquier cosa para llenar el vacío.
Esos jóvenes norteamericanos de pronto se vienen a dar cuenta de que también van por ellos, y no esperan a que vengan primero por los otros. En los últimos años el sistema neoliberal ha convertido en bárbaros hasta a sus hijos. El sistema los ofrece en sacrificio: mientras a Grecia le exigen que para sobrevivir se mate, esos jóvenes leen que su propio futuro ha sido hipotecado como las casas que en 2008 miles de norteamericanos tuvieron que devolver. Es un mazazo en la nuca de la población mundial: es que se ha corrido un velo, se le ve al mago la paloma en la manga. El truco neoliberal es una fractura expuesta.
El ojo que los mira y la voz que habla de ellos entró en un desconcierto. Es el mismo ojo y la misma voz, siempre. Es el ojo del dueño, el ojo de la gran pauta publicitaria, el del accionista del banco o la corporación diversificada. Un ojo estrábico y una voz ambigua, porque la voz no es la del dueño, sino la del periodista que en los mejores casos ha sido contratado porque su punto de vista es afín. No es ningún secreto, no es ninguna sorpresa. Siempre fue así y son ésas las reglas. Pero el mundo se volvió un poco loco, y ahora el Banco Europeo parece adjudicarse todos los poderes ejecutivos de la Eurozona, y no hay más política. Hay recetas y ya sabemos: no sirven y los países estallan.
Esta generación de jóvenes globales que leen la realidad más a través de sus propias redes sociales que a través de los medios convencionales, trae un efecto colateral impensado, imprevisible. La comunicación está reemplazando al periodismo. El periodismo está desprestigiado ahora que ya nadie habla del “periodismo objetivo”. Esa palabra caducó ya hace años, por insostenible. Los objetos no hablan, los que hablan son sujetos. Aun así, era posible sostener los contratos con los destinatarios y exhibir el lugar de emisión, haciendo periodismo desde los datos duros y la opinión o la interpretación de esos datos. Hubiese podido así la gente cotejar posiciones y argumentaciones, desde su propio lugar de sujeto social crítico. Pero los grandes medios se negaron a ese posible juego. Siguen pretendiendo reflejar la realidad sin hacerse cargo de su posición política. Los blogs y Facebook son ventanas de oxígeno para discernir junto con otros qué es lo que pasa. Qué está pasando en este mundo descontrolado en el que los mercados libran una batalla salvaje contra la política.
La política entonces reaparece ya no como el ropaje engañoso que usaron durante tres décadas varias generaciones de dirigentes que olvidaron que los votos que recibían en las elecciones los comprometían a la representación de los intereses de sus votantes. En un momento parecía que no había más esa clase de políticos, y en 2001 se gritó “que se vayan todos”. Ahora quizá podría reinterpretarse esa frase como un “así no se hace”.
Quizá deberíamos tomar esa punta del ovillo y preguntarnos qué es, para qué sirve y sobre todo a qué le llamamos política, ahora que ha quedado claro que mientras varias generaciones se desligaron del pensamiento político, el mundo quedó en manos de gente que desprestigió a la política, y así estamos.
Contratapa | Sábado, 8 de octubre de 2011
Por Sandra Russo
Los jóvenes de los países árabes en la calle, gritando contra los dictadores, pidiendo democracia, merecieron hace unos meses su palabra: primavera; el ojo que los miraba y la voz que hablaba de ellos los ubicó allí, en lo turgente, en lo que nace, en el ciclo que se abre.
Ahora ese ojo no ve nada que nazca ni que se abra: otras varas y miras más estrechas y aisladas se fijan sobre los jóvenes norteamericanos, aunque el ojo sea el mismo. Ahora que reventaron las alcantarillas de entrecasa y por ellas salieron los indignados norteamericanos, ahora que ya no son sus negros o sus hispanos los que protagonizan alguna protesta callejera, sino los norteamericanos pura cepa, los presuntamente admitidos en el sistema, la voz que nombra las cosas no habla de primavera ni alienta el ánimo que los embriaga.
Esos jóvenes no serán, como sus coetáneos árabes, analizados como emergentes de un deseo profundo y colectivo, ni sus gritos serán escuchados como un deseo de libertad y justicia. Los ocupantes de Wall Street cargan con la mirada despectiva del ojo global que los mira, y que está mareado. Desde hace meses, casi todo este año, hubo demasiadas plazas que mirar. Hubo una tanza débil pero extendida desde aquella plaza Tahrir de El Cairo al puente de Brooklyn. Es todavía difícil descifrar de qué está hecha, qué corre exactamente en su interior. Desde las plazas revolucionarias de Africa a estas performances más parecidas a los actings de Greenpeace que al Mayo del ’68 hubo muchas otras escenas replicantes de un mismo grito dicho en diferentes lenguas y en diversos grados de intensidad. Hubo sonidos guturales en Londres incendiada, hubo y hay intentos urgentes de organización en España, hay revueltas reprimidas casi a diario en Atenas, hay un grito que resuena en Israel, y de todo ese enorme mosaico generacional de todo el mundo emerge apenas un nombre, el de una chica, Camila Vallejo, la dirigente comunista de la FE chilena. La de los estudiantes es la protesta de nuestra región, la que nos corresponde, y su sentido va en el rumbo del contexto en el que emerge. Pero los estudiantes chilenos piden lo mismo que los jóvenes israelíes o los norteamericanos; piden Estado.
Sobre los norteamericanos, para empezar, la televisión dice que son pocos hace ya dos semanas, y aunque llenaron el puente de Brooklyn y fueron apaleados y masivamente detenidos, aunque la irrupción fue igual que en todas partes, como una urticaria, en ronchas que le salen al sistema en las plazas de todo el país, la televisión insiste en que son pocos y que no saben lo que quieren.
Claro que no saben lo que quieren, porque todavía están en la fase de la percepción. Esto es lo que pasa cuando lo que sucede en la realidad va a contramano del relato que pretenden los grandes medios: los conceptos tardan en llegar, no hay líderes, hay estado asambleario, que es lo contrario de lo que aporta la televisión: siempre una respuesta inmediata, aunque sea falsa; siempre cualquier cosa para llenar el vacío.
Esos jóvenes norteamericanos de pronto se vienen a dar cuenta de que también van por ellos, y no esperan a que vengan primero por los otros. En los últimos años el sistema neoliberal ha convertido en bárbaros hasta a sus hijos. El sistema los ofrece en sacrificio: mientras a Grecia le exigen que para sobrevivir se mate, esos jóvenes leen que su propio futuro ha sido hipotecado como las casas que en 2008 miles de norteamericanos tuvieron que devolver. Es un mazazo en la nuca de la población mundial: es que se ha corrido un velo, se le ve al mago la paloma en la manga. El truco neoliberal es una fractura expuesta.
El ojo que los mira y la voz que habla de ellos entró en un desconcierto. Es el mismo ojo y la misma voz, siempre. Es el ojo del dueño, el ojo de la gran pauta publicitaria, el del accionista del banco o la corporación diversificada. Un ojo estrábico y una voz ambigua, porque la voz no es la del dueño, sino la del periodista que en los mejores casos ha sido contratado porque su punto de vista es afín. No es ningún secreto, no es ninguna sorpresa. Siempre fue así y son ésas las reglas. Pero el mundo se volvió un poco loco, y ahora el Banco Europeo parece adjudicarse todos los poderes ejecutivos de la Eurozona, y no hay más política. Hay recetas y ya sabemos: no sirven y los países estallan.
Esta generación de jóvenes globales que leen la realidad más a través de sus propias redes sociales que a través de los medios convencionales, trae un efecto colateral impensado, imprevisible. La comunicación está reemplazando al periodismo. El periodismo está desprestigiado ahora que ya nadie habla del “periodismo objetivo”. Esa palabra caducó ya hace años, por insostenible. Los objetos no hablan, los que hablan son sujetos. Aun así, era posible sostener los contratos con los destinatarios y exhibir el lugar de emisión, haciendo periodismo desde los datos duros y la opinión o la interpretación de esos datos. Hubiese podido así la gente cotejar posiciones y argumentaciones, desde su propio lugar de sujeto social crítico. Pero los grandes medios se negaron a ese posible juego. Siguen pretendiendo reflejar la realidad sin hacerse cargo de su posición política. Los blogs y Facebook son ventanas de oxígeno para discernir junto con otros qué es lo que pasa. Qué está pasando en este mundo descontrolado en el que los mercados libran una batalla salvaje contra la política.
La política entonces reaparece ya no como el ropaje engañoso que usaron durante tres décadas varias generaciones de dirigentes que olvidaron que los votos que recibían en las elecciones los comprometían a la representación de los intereses de sus votantes. En un momento parecía que no había más esa clase de políticos, y en 2001 se gritó “que se vayan todos”. Ahora quizá podría reinterpretarse esa frase como un “así no se hace”.
Quizá deberíamos tomar esa punta del ovillo y preguntarnos qué es, para qué sirve y sobre todo a qué le llamamos política, ahora que ha quedado claro que mientras varias generaciones se desligaron del pensamiento político, el mundo quedó en manos de gente que desprestigió a la política, y así estamos.
Tras la polémica, retiran cámaras de seguridad de 20 colegios de La Plata
Clarin.com
Sociedad/Educación
07/10/11 - 11:33
La Municipalidad de la capital bonaerense comenzó a quitarlas de las escuelas, a raíz de las quejas presentadas por el gremio docente Suteba. Los maestros argumentan que estos dispositivos de seguridad "violan la intimidad de docentes y alumnos".
Veinte cámaras de seguridad que habían sido instaladas en colegios de La Plata comenzaron a ser retiradas, tras la polémica que se había generado con los gremios docentes.
La Municipalidad de La Plata empezó a quitar las cámaras instaladas en 20 colegios de esa ciudad a raíz de las quejas presentadas por los docentes nucleados en Suteba (Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación), quienes denunciaron que la colocación de estos dispositivos en las escuelas "viola la intimidad de los docentes y alumnos".
“No estamos en desacuerdo con las cámaras fuera de las instituciones. Lo queno queremos son cámaras adentro, ya que se vulnera claramente la intimidad de los alumnos y, además, también se atenta contra la de los trabajadores”, explicó la titular de Suteba, Graciela Sad.
Otro de los argumentos esgrimidos por Sad para justificar el rechazo de los maestros a la utilización de cámaras dentro de los colegios es que “desvirtúa la tarea de los trabajadores de la educación”, ya que –consideró- “el director de una escuela no puede estar vigilando una cámara porque esa no es su función”.
En este sentido, agregó que si un director tuviera que realizar estas tareas de vigilancia “dejaría de cumplir con el rol para el cual fue designado”.
También el director general de Cultura y Educación de la Provincia, Mario Oporto, se manifestó en contra de las cámaras en los establecimientos educativos. “La escuela no puede ser una clínica o un instituo de seguridad. No estoy de acuerdo con las cámaras dentro de las escuelas”, explicó.
La instalación de cámaras en los colegios también fue cuestionada en la Capital Federal. El Gobierno porteño había comenzado a implementar un plan que proponía colocar este sistema en unas 90 instituciones educativas. La medida fue resistida tanto por estudiantes, como maestros y gremios. El programa se encuentra frenado a raíz de una serie de fallos judiciales.
Sociedad/Educación
07/10/11 - 11:33
La Municipalidad de la capital bonaerense comenzó a quitarlas de las escuelas, a raíz de las quejas presentadas por el gremio docente Suteba. Los maestros argumentan que estos dispositivos de seguridad "violan la intimidad de docentes y alumnos".
Veinte cámaras de seguridad que habían sido instaladas en colegios de La Plata comenzaron a ser retiradas, tras la polémica que se había generado con los gremios docentes.
La Municipalidad de La Plata empezó a quitar las cámaras instaladas en 20 colegios de esa ciudad a raíz de las quejas presentadas por los docentes nucleados en Suteba (Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación), quienes denunciaron que la colocación de estos dispositivos en las escuelas "viola la intimidad de los docentes y alumnos".
“No estamos en desacuerdo con las cámaras fuera de las instituciones. Lo queno queremos son cámaras adentro, ya que se vulnera claramente la intimidad de los alumnos y, además, también se atenta contra la de los trabajadores”, explicó la titular de Suteba, Graciela Sad.
Otro de los argumentos esgrimidos por Sad para justificar el rechazo de los maestros a la utilización de cámaras dentro de los colegios es que “desvirtúa la tarea de los trabajadores de la educación”, ya que –consideró- “el director de una escuela no puede estar vigilando una cámara porque esa no es su función”.
En este sentido, agregó que si un director tuviera que realizar estas tareas de vigilancia “dejaría de cumplir con el rol para el cual fue designado”.
También el director general de Cultura y Educación de la Provincia, Mario Oporto, se manifestó en contra de las cámaras en los establecimientos educativos. “La escuela no puede ser una clínica o un instituo de seguridad. No estoy de acuerdo con las cámaras dentro de las escuelas”, explicó.
La instalación de cámaras en los colegios también fue cuestionada en la Capital Federal. El Gobierno porteño había comenzado a implementar un plan que proponía colocar este sistema en unas 90 instituciones educativas. La medida fue resistida tanto por estudiantes, como maestros y gremios. El programa se encuentra frenado a raíz de una serie de fallos judiciales.
lunes, 3 de octubre de 2011
Más casos de violencia contra los docentes en la Provincia
clarin.com
30/09/11
Sociedad/Educación/violencia escolar
Ayer, en medio de la medida de fuerza, se conocieron dos nuevas agresiones. Una maestra denunció que una mamá la golpeó por poner una mala nota. Y una directora fue atacada por los padres de dos alumnos. El paro por la golpiza a un director fue casi total
Por DIEGO GEDDES
La cara machucada de Ricardo Fusco, el director de la escuela de Pergamino que fue agredido por un alumno de 15 años y su mamá, es la imagen más extrema de un hecho que se vive a diario en las aulas argentinas: agresiones verbales y físicas a los maestros. Ayer, día en que se cumplió con alto nivel de adhesión el paro docente en la provincia de Buenos Aires, hubo otras dos denuncias similares: una por parte de la directora de una escuela en Tres Arroyos y otra de una maestra de primer grado en Villa Luzuriaga.
En muchas de las escuelas de provincia, según una recorrida de Clarín , hubo puertas cerradas y carteles de apoyo para el profesor de Pergamino: “Adhesión y solidaridad” fueron las consignas más escuchadas. En la brutal imagen de Fusco se ven reflejados muchos otros docentes. De hecho, según la Unesco, la Argentina es el país con mayor violencia en las aulas de la región.
“Es evidente el repudio de toda la docencia hacia actos de violencia que deben vivir los trabajadores de la educación a diario”, explicó la dirigente gremial Mirta Petrocini, de la Federación de Educadores Bonaerenses, que convocó inicialmente al paro.
Aunque el gobierno bonaerense no hizo una estimación del impacto del paro, el director de Cultura y Educación de la provincia, Mario Oporto, dijo estar “totalmente de acuerdo con el motivo de la medida, pero un día de paro nos parece que es un hecho malo que no soluciona las cosas”.
De acuerdo a datos gremiales, en varios distritos del interior, como Junín, General Belgrano, Salto, General Arenales y también en escuelas de Zárate, Campana y San Miguel, el cese de actividades fue total. Tampoco hubo clases en las aulas de las escuelas del Gran Buenos Aires y en La Plata, hubo un 90% de adhesión en escuelas públicas, y no tanto en privadas.
En la EGB 153 de Villa Luzuriaga, La Matanza, el asueto sirvió también para apoyar a la maestra de primer grado de esa escuela que fue agredida. Según contaron autoridades del colegio, la mamá de una alumna fue a buscar a la maestra a su casa, que queda en el mismo barrio, y la golpeó en la cara por una mala nota que le había puesto a la nena.
Otro caso que se conoció ayer y que sucedió la semana pasada fue en Tres Arroyos. La directora de la Escuela 3, Mónica Crivelli, fue atacada por los padres de dos alumnos, que la tomaron del cuello y le dieron golpes de puño. Después, uno de los alumnos le tajeó los neumáticos del auto. La docente ahora está con licencia médica y no concurre al colegio, donde ayer la actividad fue nula por la huelga, al igual que en otros colegios de la ciudad.
“Si esto no se corta, será insostenible”, dijo a Clarín la vocera local de FEB, Mirta Danunzio. Según la gremialista “los casos no se denuncian por miedo a represalias, pero pedimos a los docentes que no se callen más, que el que calla otorga y así la violencia seguirá creciendo” (ver recuadro). En Tres Arroyos, mañana habrá una jornada de oración y reflexión sobre la violencia escolar.
El secretario general de Suteba, Roberto Baradel, pidió “trabajar fuerte con alumnos, padres y docentes para generar acciones que eviten este tipo de situaciones”. En el gremio consideran necesario avanzar en la creación de nuevos equipos de orientación escolar que deben funcionar en cada escuela de la Provincia. “Sólo el 40% de los establecimientos tienen estos equipos” dijeron en el Suteba.
30/09/11
Sociedad/Educación/violencia escolar
Ayer, en medio de la medida de fuerza, se conocieron dos nuevas agresiones. Una maestra denunció que una mamá la golpeó por poner una mala nota. Y una directora fue atacada por los padres de dos alumnos. El paro por la golpiza a un director fue casi total
Por DIEGO GEDDES
La cara machucada de Ricardo Fusco, el director de la escuela de Pergamino que fue agredido por un alumno de 15 años y su mamá, es la imagen más extrema de un hecho que se vive a diario en las aulas argentinas: agresiones verbales y físicas a los maestros. Ayer, día en que se cumplió con alto nivel de adhesión el paro docente en la provincia de Buenos Aires, hubo otras dos denuncias similares: una por parte de la directora de una escuela en Tres Arroyos y otra de una maestra de primer grado en Villa Luzuriaga.
En muchas de las escuelas de provincia, según una recorrida de Clarín , hubo puertas cerradas y carteles de apoyo para el profesor de Pergamino: “Adhesión y solidaridad” fueron las consignas más escuchadas. En la brutal imagen de Fusco se ven reflejados muchos otros docentes. De hecho, según la Unesco, la Argentina es el país con mayor violencia en las aulas de la región.
“Es evidente el repudio de toda la docencia hacia actos de violencia que deben vivir los trabajadores de la educación a diario”, explicó la dirigente gremial Mirta Petrocini, de la Federación de Educadores Bonaerenses, que convocó inicialmente al paro.
Aunque el gobierno bonaerense no hizo una estimación del impacto del paro, el director de Cultura y Educación de la provincia, Mario Oporto, dijo estar “totalmente de acuerdo con el motivo de la medida, pero un día de paro nos parece que es un hecho malo que no soluciona las cosas”.
De acuerdo a datos gremiales, en varios distritos del interior, como Junín, General Belgrano, Salto, General Arenales y también en escuelas de Zárate, Campana y San Miguel, el cese de actividades fue total. Tampoco hubo clases en las aulas de las escuelas del Gran Buenos Aires y en La Plata, hubo un 90% de adhesión en escuelas públicas, y no tanto en privadas.
En la EGB 153 de Villa Luzuriaga, La Matanza, el asueto sirvió también para apoyar a la maestra de primer grado de esa escuela que fue agredida. Según contaron autoridades del colegio, la mamá de una alumna fue a buscar a la maestra a su casa, que queda en el mismo barrio, y la golpeó en la cara por una mala nota que le había puesto a la nena.
Otro caso que se conoció ayer y que sucedió la semana pasada fue en Tres Arroyos. La directora de la Escuela 3, Mónica Crivelli, fue atacada por los padres de dos alumnos, que la tomaron del cuello y le dieron golpes de puño. Después, uno de los alumnos le tajeó los neumáticos del auto. La docente ahora está con licencia médica y no concurre al colegio, donde ayer la actividad fue nula por la huelga, al igual que en otros colegios de la ciudad.
“Si esto no se corta, será insostenible”, dijo a Clarín la vocera local de FEB, Mirta Danunzio. Según la gremialista “los casos no se denuncian por miedo a represalias, pero pedimos a los docentes que no se callen más, que el que calla otorga y así la violencia seguirá creciendo” (ver recuadro). En Tres Arroyos, mañana habrá una jornada de oración y reflexión sobre la violencia escolar.
El secretario general de Suteba, Roberto Baradel, pidió “trabajar fuerte con alumnos, padres y docentes para generar acciones que eviten este tipo de situaciones”. En el gremio consideran necesario avanzar en la creación de nuevos equipos de orientación escolar que deben funcionar en cada escuela de la Provincia. “Sólo el 40% de los establecimientos tienen estos equipos” dijeron en el Suteba.
jueves, 29 de septiembre de 2011
Violencia escolar: otro ataque a un docente, ahora en Tres Arroyos
infobae.com
29-09-11 | SOCIEDAD
La madre de dos alumnos golpeó a la directora, mientras que "el padre le cortó con un cuchillo las cubiertas del auto", confirmó el intendente Carlos Sánchez, en Radio 10. Gremialistas docentes de la Provincia realizan un paro por 24 horas en repudio a la brutal agresión a un director en Pergamino
Crédito foto: www.lavozdelpueblo.com.ar
Tras el brutal ataque al director de una escuela en Pergamino, que derivó en un paro docente anunciado para hoy por Suteba y FEB, se dio a conocer otro hecho de violencia escolar. Se trata de la madre de dos alumnos de la escuela número 3 de la localidad bonaerense de Tres Arroyos que agredió a golpes de puño a la directora del establecimiento, durante una reunión de padres.
En tanto, el padre de los menores, "le cortó con un cuchillo las gomas del auto", dijo el intendente Carlos Sanchez en Radio 10.
Según Sánchez, el hecho se produjo por un tema menor. La maestra les había dicho a los alumnos que no debían mentir, entonces la madre de unos de ellos la acusó de tratar a los chicos de mentirosos, la increpó y terminaron a los golpes.
El episodio ocurrió la semana pasada, pero fue confirmado ayer a un diario zonal. La víctima de la agresión es Mónica Crivelli. Por esta situación, la institución resolvió cambiar a los alumnos de establecimiento, aunque trascendió que los chicos no tenían problemas de disciplina. La inspectora distrital Liliana D’Annunzio dijo que es un caso "totalmente aislado", si bien afirmó que "nada puede justificar una agresión de este tipo".
"Hay que trabajar fuertemente para erradicar estas situaciones", dijo al respecto el titular de Suteba, Roberto Baradel.
El secretario general del sindicato de docentes bonaerenses explicó en Radio 10 que el paro de maestros anunciado para hoy "es un fuerte llamado de atención a toda la sociedad", y solicitó un trabajo conjunto entre el gobierno provincial, las autoridades educativas y los padres de los alumnos para modificar la situación.
En tanto, consideró que hay que "reclamar medidas al gobierno de Buenos Aires".
29-09-11 | SOCIEDAD
La madre de dos alumnos golpeó a la directora, mientras que "el padre le cortó con un cuchillo las cubiertas del auto", confirmó el intendente Carlos Sánchez, en Radio 10. Gremialistas docentes de la Provincia realizan un paro por 24 horas en repudio a la brutal agresión a un director en Pergamino
Crédito foto: www.lavozdelpueblo.com.ar
Tras el brutal ataque al director de una escuela en Pergamino, que derivó en un paro docente anunciado para hoy por Suteba y FEB, se dio a conocer otro hecho de violencia escolar. Se trata de la madre de dos alumnos de la escuela número 3 de la localidad bonaerense de Tres Arroyos que agredió a golpes de puño a la directora del establecimiento, durante una reunión de padres.
En tanto, el padre de los menores, "le cortó con un cuchillo las gomas del auto", dijo el intendente Carlos Sanchez en Radio 10.
Según Sánchez, el hecho se produjo por un tema menor. La maestra les había dicho a los alumnos que no debían mentir, entonces la madre de unos de ellos la acusó de tratar a los chicos de mentirosos, la increpó y terminaron a los golpes.
El episodio ocurrió la semana pasada, pero fue confirmado ayer a un diario zonal. La víctima de la agresión es Mónica Crivelli. Por esta situación, la institución resolvió cambiar a los alumnos de establecimiento, aunque trascendió que los chicos no tenían problemas de disciplina. La inspectora distrital Liliana D’Annunzio dijo que es un caso "totalmente aislado", si bien afirmó que "nada puede justificar una agresión de este tipo".
"Hay que trabajar fuertemente para erradicar estas situaciones", dijo al respecto el titular de Suteba, Roberto Baradel.
El secretario general del sindicato de docentes bonaerenses explicó en Radio 10 que el paro de maestros anunciado para hoy "es un fuerte llamado de atención a toda la sociedad", y solicitó un trabajo conjunto entre el gobierno provincial, las autoridades educativas y los padres de los alumnos para modificar la situación.
En tanto, consideró que hay que "reclamar medidas al gobierno de Buenos Aires".
Por la violencia escolar, paran hoy los docentes de Provincia
clarin.com
29/09/11
Sociedad/Educación/ Violencia Escolar
Reacción por la brutal golpiza a un director. La medida alcanza a escuelas primarias y secundarias. Los gremios exigen la presencia de equipos interdisciplinarios en los colegios para tratar los casos de agresión cada vez más frecuentes en el aula.
Por MAURO AGUILAR
Pergamino. Enviado especial
NO A LA VIOLENCIA. LOS VECINOS DE PERGAMINO MARCHARON AYER POR LAS CALLES DE ESA CIUDAD PARA REPUDIAR EL ATAQUE A UN DIRECTOR DE ESCUELA.
La agresión de un alumno y su madre al director de un colegio secundario de Pergamino, al que golpearon el lunes dentro del establecimiento escolar, derivó en la convocatoria a un paro docente para hoy impulsado por la Federación de Educadores Bonaerenses (FEB) y el Sindicato Unico de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires (SUTEBA). Los principales gremios docentes adhirieron a la medida -que podría afectar a 4,5 millones de alumnos- en repudio a la violencia en las aulas y en reclamo de mejores condiciones laborales.
El caso de Ricardo Fusco, director de la escuela secundaria número 11, provocó conmoción y repudio de los docentes bonaerenses, que ayer marcharon por el centro de Pergamino y entregaron un petitorio a las autoridades locales. Reclamaron al intendente local, Héctor Gutiérrez, medidas para que no se repita esa clase de agresiones.
De acuerdo a relevamientos de gremios docentes, tres maestros por día son agredidos en la Provincia. La Federación de Educadores Bonaerenses (FEB) puntualizó que el 32 % de las consultas por enfermedades que recibe el gremio derivan de trastornos psicológicos y psicosociales. Son parte del informe del departamento de Salud Laboral de la entidad. “La actividad educativa se transformó en una profesión de riesgo”, planteó Mirta Petrocini, titular de la FEB.
La agresión fue repudiada por el ministro de Educación, Alberto Sileoni, quien se comunicó ayer con el docente. El director de Cultura y Educación bonaerense, Mario Oporto, opinó que el episodio es “gravísimo e injustificable”.
Fusco fue golpeado con un palo y cortado con un cuchillo de cocina por un alumno de 15 años que asiste al tercer año, y por su madre, Susana Enriquez, de 35. Lo atacaron en la sala de preceptores y lo corrieron hasta el patio, donde el docente se desvaneció. Habían sido convocados por los problemas de conducta que tenía el adolescente.
Mientras el director permaneció 24 horas internado, la mujer quedó detenida ayer en la alcaldía de mujeres de la localidad de Salto. Optó por no declarar, aunque ante los medios aseguró que le “agarró un ataque de nervios”, y justificó la agresión diciendo que Fusco “acosaba a su hijo desde que comenzaron las clases”.
La policía, la Justicia local y autoridades docentes desmintieron que existieran antecedentes de ese tipo o planteos formales de la madre por alguna inconducta de Fusco. Sí, en cambio, el director presentó en 2007 una denuncia en sede policial por una agresión verbal de la mujer –por problemas con otra hija– que fue archivada.
A Enríquez se le imputó coacción doblemente agravada por el uso de un arma y por atacar a un miembro del Estado, según explicó a Clarín el fiscal penal juvenil Horacio Oldani.
La pena, en caso de quedar firme la imputación, es de 5 a 10 años de prisión. La semana próxima, en audiencia oral, se resolverá el futuro escolar del adolescente agresor.
29/09/11
Sociedad/Educación/ Violencia Escolar
Reacción por la brutal golpiza a un director. La medida alcanza a escuelas primarias y secundarias. Los gremios exigen la presencia de equipos interdisciplinarios en los colegios para tratar los casos de agresión cada vez más frecuentes en el aula.
Por MAURO AGUILAR
Pergamino. Enviado especial
NO A LA VIOLENCIA. LOS VECINOS DE PERGAMINO MARCHARON AYER POR LAS CALLES DE ESA CIUDAD PARA REPUDIAR EL ATAQUE A UN DIRECTOR DE ESCUELA.
La agresión de un alumno y su madre al director de un colegio secundario de Pergamino, al que golpearon el lunes dentro del establecimiento escolar, derivó en la convocatoria a un paro docente para hoy impulsado por la Federación de Educadores Bonaerenses (FEB) y el Sindicato Unico de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires (SUTEBA). Los principales gremios docentes adhirieron a la medida -que podría afectar a 4,5 millones de alumnos- en repudio a la violencia en las aulas y en reclamo de mejores condiciones laborales.
El caso de Ricardo Fusco, director de la escuela secundaria número 11, provocó conmoción y repudio de los docentes bonaerenses, que ayer marcharon por el centro de Pergamino y entregaron un petitorio a las autoridades locales. Reclamaron al intendente local, Héctor Gutiérrez, medidas para que no se repita esa clase de agresiones.
De acuerdo a relevamientos de gremios docentes, tres maestros por día son agredidos en la Provincia. La Federación de Educadores Bonaerenses (FEB) puntualizó que el 32 % de las consultas por enfermedades que recibe el gremio derivan de trastornos psicológicos y psicosociales. Son parte del informe del departamento de Salud Laboral de la entidad. “La actividad educativa se transformó en una profesión de riesgo”, planteó Mirta Petrocini, titular de la FEB.
La agresión fue repudiada por el ministro de Educación, Alberto Sileoni, quien se comunicó ayer con el docente. El director de Cultura y Educación bonaerense, Mario Oporto, opinó que el episodio es “gravísimo e injustificable”.
Fusco fue golpeado con un palo y cortado con un cuchillo de cocina por un alumno de 15 años que asiste al tercer año, y por su madre, Susana Enriquez, de 35. Lo atacaron en la sala de preceptores y lo corrieron hasta el patio, donde el docente se desvaneció. Habían sido convocados por los problemas de conducta que tenía el adolescente.
Mientras el director permaneció 24 horas internado, la mujer quedó detenida ayer en la alcaldía de mujeres de la localidad de Salto. Optó por no declarar, aunque ante los medios aseguró que le “agarró un ataque de nervios”, y justificó la agresión diciendo que Fusco “acosaba a su hijo desde que comenzaron las clases”.
La policía, la Justicia local y autoridades docentes desmintieron que existieran antecedentes de ese tipo o planteos formales de la madre por alguna inconducta de Fusco. Sí, en cambio, el director presentó en 2007 una denuncia en sede policial por una agresión verbal de la mujer –por problemas con otra hija– que fue archivada.
A Enríquez se le imputó coacción doblemente agravada por el uso de un arma y por atacar a un miembro del Estado, según explicó a Clarín el fiscal penal juvenil Horacio Oldani.
La pena, en caso de quedar firme la imputación, es de 5 a 10 años de prisión. La semana próxima, en audiencia oral, se resolverá el futuro escolar del adolescente agresor.
"Los maestros les tienen cada vez más miedo a los adolescentes”
clarin.com
29/09/11
Sociedad/ Educación
Profesor de historia, con 16 años en la docencia y 4 como director de la escuela en la que fue agredido, Ricardo Fusco no sabe si volverá a ingresar a un aula. “Sinceramente no lo sé”, comenta firme, pero conmovido. Saluda con la mano izquierda porque la derecha está pegada a su cuerpo, inmovilizada por los golpes que recibió de un alumno del colegio y de su madre. Tiene el ojo izquierdo cerrado y hematomas y cortes en todo el rostro. El médico le recomendó cuatro semanas de reposo. Pero él no sabe qué hará luego. “Veré cómo estoy en lo anímico y en lo emocional para volver a dirigir un establecimiento educativo”, evalúa.
Cuenta la pesadilla que vivió el lunes a la mañana, cuando citó a un estudiante de 15 años para que viniera acompañado por su madre. Debía plantear los actos de indisciplina reiterados por el adolescente. Recibió golpes con un palo y cortes con un cuchillo de cocina. “Te voy a matar. No sabés con quién te metiste”, le gritaba el alumno mientras lo agredían. Corrió al patio y se desvaneció. Lo siguieron golpeando en el suelo.
Ayer, dos días después del episodio, recibió a Clarín en su domiclio del barrio La Rioja. Estaba conmovido por la marcha que por las calles de Pergamino reclamó que su caso no quede impune. “Los niveles de violencia en la escuela crecieron como en la sociedad. A la escuela no podés impermeabilizarla. Cómo le decís a los chicos que hay que dialogar si los padres resuelven las cosas a golpes o trompadas”, reflexionó Fusco.
El docente reconoció que “los maestros les tienen cada vez más miedo a los adolescentes” y admitió que muchas veces “miran para otro lado cuando hay indisciplina porque no tienen elementos para resolverla”. Pero no pierde la esperanza. “Me llamaron los ministros de Educación de la provincia y de la Nación. Les dije que ellos tienen que ayudarnos a recuperar la figura de autoridad que tenía el docente. Una sociedad sin una educación fuerte no tiene futuro”, concluyó.
TESTIMONIO DE RICARDO FUSCO, EL DIRECTOR AGREDIDO EN PERGAMINO
29/09/11
Sociedad/ Educación
Profesor de historia, con 16 años en la docencia y 4 como director de la escuela en la que fue agredido, Ricardo Fusco no sabe si volverá a ingresar a un aula. “Sinceramente no lo sé”, comenta firme, pero conmovido. Saluda con la mano izquierda porque la derecha está pegada a su cuerpo, inmovilizada por los golpes que recibió de un alumno del colegio y de su madre. Tiene el ojo izquierdo cerrado y hematomas y cortes en todo el rostro. El médico le recomendó cuatro semanas de reposo. Pero él no sabe qué hará luego. “Veré cómo estoy en lo anímico y en lo emocional para volver a dirigir un establecimiento educativo”, evalúa.
Cuenta la pesadilla que vivió el lunes a la mañana, cuando citó a un estudiante de 15 años para que viniera acompañado por su madre. Debía plantear los actos de indisciplina reiterados por el adolescente. Recibió golpes con un palo y cortes con un cuchillo de cocina. “Te voy a matar. No sabés con quién te metiste”, le gritaba el alumno mientras lo agredían. Corrió al patio y se desvaneció. Lo siguieron golpeando en el suelo.
Ayer, dos días después del episodio, recibió a Clarín en su domiclio del barrio La Rioja. Estaba conmovido por la marcha que por las calles de Pergamino reclamó que su caso no quede impune. “Los niveles de violencia en la escuela crecieron como en la sociedad. A la escuela no podés impermeabilizarla. Cómo le decís a los chicos que hay que dialogar si los padres resuelven las cosas a golpes o trompadas”, reflexionó Fusco.
El docente reconoció que “los maestros les tienen cada vez más miedo a los adolescentes” y admitió que muchas veces “miran para otro lado cuando hay indisciplina porque no tienen elementos para resolverla”. Pero no pierde la esperanza. “Me llamaron los ministros de Educación de la provincia y de la Nación. Les dije que ellos tienen que ayudarnos a recuperar la figura de autoridad que tenía el docente. Una sociedad sin una educación fuerte no tiene futuro”, concluyó.
TESTIMONIO DE RICARDO FUSCO, EL DIRECTOR AGREDIDO EN PERGAMINO
miércoles, 28 de septiembre de 2011
A 7 años de la tragedia, el conmovedor relato de los sobrevivientes
lanación.com
28/09/11
Por Tomás Rivas y Sol Amaya
LA NACION recorrió el pueblo y habló con los protagonistas del doloroso suceso del 28 de septiembre de 2004
Los alumnos realizaron un mural para homenajear a sus compañeros. Foto: LA NACION / Matías Aimar
"Cuando escuché el primer disparo, me reí. Pensé que era una pistola de cebita. Hasta que vi la vaina de la bala. Ahí me di cuenta de que no era joda".
Ninguno pensó que era algo real. Nadie se imaginaba que algo así podía sucederles. Eran apenas adolescentes y estaban en lo que consideraban su segundo hogar: la escuela. El que recuerda aquella imagen es Rodrigo Torres, uno de los jóvenes que resultó gravemente herido en el hecho que se conoció como la "Masacre de Carmen de Patagones", ocurrida el 28 de septiembre de 2004 . Siete años más tarde, LA NACION recorrió el pueblo y habló con los protagonistas de una tragedia que aún atormenta a toda una comunidad.
UNA MAÑANA TRÁGICA
Rodrigo no tenía ganas de ir a la escuela ese día. Pero su mamá, Nina, insistió. "Guardá los días por si te enfermás", le dijo. Entonces Rodrigo se reunió con su compañera Romina, buscaron a otra joven más y se dirigieron al Instituto Nº2 Islas Malvinas.
En la escuela el panorama era el mismo de todos los días: los estudiantes conversaban en los pasillos a la espera del timbre que indicaba que tenían que ingresar al aula.
Dos compañeras de Rodrigo hablaban entre risas sobre "el camperón verde" que ese día llevaba puesto "Junior", otro de los alumnos de su curso, al que todos consideraban un joven muy callado e introvertido.
Para Rodrigo el detalle de la campera no era nada que llamara la atención. "Cosa de chicas", pensó. Sonó el timbre. Los alumnos del 1° B entraron al aula. Ni el preceptor ni el profesor de Derechos Humanos, que estaba a cargo de la primera clase, se encontraban allí todavía. Eran las 7.30 de la mañana.
Mientras chicos y chicas conversaban entretenidos, Junior se paró en frente del curso. Miró a todos, regresó a su banco, buscó algo y volvió a pararse delante de sus compañeros. Sacó una pistola Browning 9 milímetros. Hasta ahí, nadie percibía lo que estaba por suceder.
"No dijo nada. Disparó. Yo me empecé a reír porque con Fede pensamos que era una pistola de cebita. Con el segundo disparo vi la vaina de la bala. Ahí empezaron a gritar todos. Ahí me dije: «Esto no es joda»", recuerda Rodrigo.
Tampoco Romina Procopo dimensionaba lo que estaba ocurriendo. "En el momento, le dije a la chica que se sentaba conmigo: «Mirá, un arma de juguete». En ningún momento pensamos que era de verdad, hasta que vimos sangre y que a una chica se le dieron vuelta los ojos".
De a uno, los que recibieron los impactos fueron cayendo al suelo. Sonaron 12 tiros. Sandra Núñez, Evangelina Miranda y Federico Ponce murieron. Natalia Salomón, Nicolás Leonardo, Cintia Casasola, Pablo Saldías y Rodrigo Torres sobrevivieron a pesar de las heridas que, en el caso de los dos últimos, fueron de extrema gravedad.
Con uno de los balazos, Rodrigo se desmayó. "Cuando me desperté, los vi a todos tirados. A Evangelina detrás de mí. A Sandra en uno de los bancos, con el pelo en la cara y los ojos abiertos. Y a Pablito tirado arriba de Fede, que estaba boca abajo. Traté de sacar a Pablito, pero no me podía ni agachar. Vomitaba sangre todo el tiempo", relata el joven.
A pesar de la escena dantesca que se desplegaba alrededor de Rodrigo, él se mantenía sereno. "Desde que me paré, sabía que iba a estar bien, no me preguntes por qué. Nunca tuve miedo".
Junior salió del aula y cayó arrodillado en uno de los pasillos. Dante, su amigo, le sacó el arma, le gritó: «¡Qué hiciste!», y lo rodeó con los brazos. Entre gritos y corridas, crecía la confusión.
Minutos después comenzó a correr la noticia en el pueblo. Nina trabajaba a unas cuadras de la escuela. "Sentía las ambulancias. Le dije al médico que trabajaba conmigo: «¡Cómo suenan las sirenas!. Pobre gente. También los bomberos. ¿Qué habrá pasado? ¿un accidente?»".
La respuesta del médico la dejó paralizada: "¿No escuchaste? Entró un loco a la escuela Malvinas y empezó a los tiros". Él no sabía que Rodrigo iba a ese instituto.
Como muchas otras madres y parientes y allegados a los alumnos, Nina corrió desesperada hacia la escuela. El lugar era un caos, y así permaneció durante unas horas aquella mañana en la que cambió para siempre la historia de Carmen de Patagones.
UN CHICO CALLADO
Había indicios, aseguran sus compañeros. Algo no andaba bien en la vida de ese adolescente que casi no hablaba con nadie. Romina recuerda que cuando iban a jugar a la casa el padre lo llamaba para retarlo, no lo dejaba pasar mucho tiempo con sus pares.
Rodrigo dice que varias veces lo sacaron del aula "para hablar", aparentemente por "conflictos" que el joven atravesaba. Y que una vez llegó temprano y se lo encontró sentado a oscuras en el aula, solo.
Los docentes también lo recuerdan como un joven muy callado , muy introvertido, que casi no participaba en ninguna clase.
RS (las iniciales de su nombre) solo socializaba con Dante , otro alumno del colegio, al que muchos señalaron como "el autor intelectual" de la masacre.
Junior vivía en Patagones con su padre, miembro de la Prefectura, su madre y un hermano menor. El arma que usó para disparar pertenecía a su padre y estuvo a su alcance con dos cargadores llenos. Tiempo después de la masacre, la jueza Ramallo diría que la familia del joven era "gente humilde, que está desconcertada, shockeada, muy triste y que no comprende qué ha pasado". Estas palabras fueron mencionadas en una conferencia de prensa en la que la magistrada procuró mantener alejado al periodismo del joven que, por ser menor de edad, no podía ser condenado como adulto.
Tanto él como Dante, junto con sus respectivas familias, abandonaron el pueblo luego del trágico evento. A Junior le cambiaron la identidad y fue a parar a un instituto de máxima seguridad en La Plata. Nadie sabe dónde se encuentra hoy .
UN LARGO PROCESO DE RECUPERACIÓN
Luego del ataque, se decretó en Patagones un duelo de tres días, tras los cuales los alumnos de la escuela Islas Malvinas retornaron de a poco a las aulas. Pero los chicos del 1° B todavía no estaban listos. Recién 15 días más tarde algunos de ellos volverían a pisar la escuela .
"Fue todo muy significativo. Se formaron en el centro de la escuela y toda la comunidad educativa estuvo alrededor de ellos. Padres, alumnos, docentes. Fue un abrazo comunitario a los chicos", recuerda entre lágrimas la directora de la escuela.
"Era como «atontante», no sabía qué hacer., si llorar., era una situación rara", confiesa Romina, que terminó allí ese año, pero luego decidió continuar sus estudios en otra institución. Sin embargo, años más tarde volvería al Malvinas. Hoy atiende el quiosco y la fotocopiadora de la escuela y asegura sentirse cómoda allí, aunque evita el aula de la masacre. "Si entro es como que veo sangre. Son esas cosas que a uno le quedan", se excusa.
"Volví a la escuela apenas pude caminar. Era una necesidad que tenía", cuenta por su parte Rodrigo, que estuvo varios meses internado en un hospital de Viedma. "Fue rarísimo, todos me miraban. Yo necesitaba reconstruir, entender qué pasaba", sostiene.
Pablo Saldías, el más lastimado de los sobrevivientes, regresó a clases, en otra escuela, recién al año siguiente. Había pasado por una difícil recuperación. Perdió órganos vitales, permaneció cuatro días en coma y otros 15 en terapia intensiva. "Fue raro volver. Encima, cuando salí de casa, tenía cámaras de televisión que me acompañaban. Tenía 15 años, no entendía lo que pasaba", recuerda.
EL ROL DE LOS DOCENTES
¿Qué rol cumplieron los docentes y profesionales de la escuela en toda esta situación? Muchos padres aún los responsabilizan por lo sucedido . "Esa es la bronca más grande que tenemos los papás. Se podría haber evitado. Es pura y exclusivamente responsabilidad de la escuela. Deberían haberle hecho un seguimiento a Junior. Haber citado a los padres. Tenían herramientas y estrategias para hacerlo", dice Nina.
Claudia Kloster, mamá de Pablo Saldías, coincide. "Dejaron a nuestros hijos con un chico que sabían que tenía problemas. Todavía no se resolvió, no se tomaron las medidas correspondientes. Fue más lo que se tapó que lo que se hizo".
Para Adriana Raumec, la actual directora de la escuela, las cosas sí cambiaron para mejor. "Lo que hemos trabajado siempre en relación con lo que nos sucedió es que todas nuestras actividades y nuestras acciones tienen el objetivo de anclar a los alumnos a la vida. Y en la educación desde la no violencia, desde la paz", asegura. También afirma que se hicieron algunas reformas edilicias en cuanto a la seguridad luego de 2004, como puertas antipánico y ventanas de emergencia en todas las aulas.
Ahora, cada 28 de septiembre se realiza una "Jornada de la no violencia en el ámbito escolar".
"Nuestro objetivo siempre es relacionar la escuela con la vida. Con el proyecto y con el futuro. Desde ahí se trabaja. No desde el morbo, desde recordar lo negativo, sino que esto tan doloroso, que es parte de la vida, nos tiene que posibilitar un aprendizaje", explica Raumec.
CARMEN DE PATAGONES HOY
Pasaron siete años y los sobrevivientes de aquel 1° B ya son todos mayores de edad. Muchos permanecen en el pueblo, otros emigraron. De a poco y con esfuerzo, Carmen de Patagones retomó sus hábitos, pero nadie en el pueblo desconoce la cicatriz que dejó el 28 de septiembre de 2004.
"Patagones quedó muy marcado. Hay un antes y un después del episodio. Es una ciudad chica, tranquila, en la que no pasa demasiado", sostiene Incaminato.
No es la única. La actual directora del Instituto islas Malvinas advierte que el pueblo quedó estigmatizado. "A cada lugar donde voy, en cuanto decís: «Carmen de Patagones», lo relacionan enseguida. Me ha tocado como ciudadana común vivir esas situaciones, sin que sepan que formo parte de la escuela. Es complicado que nos conozcan por algo malo. Es una comunidad tranquila y tenemos jóvenes muy valiosos. Duele que nos recuerden por algo tan triste", confiesa Raumec.
Lógicamente, los que más sufren este triste reconocimiento son los mismos sobrevivientes. Pablo Saldías ya no vive en el pueblo e incluso suele negar que es de Patagones. "Hasta en el boliche te pasa. Vas a pasarla bien con tus amigos y te preguntan: «¿De dónde sos?». «De Viedma», les contesto", cuenta el joven, que dice estar orgulloso de su procedencia pero sufre la estigmatización de su pueblo. Cuando dice la verdad, lo primero que le preguntan es si conoce el caso del «loco que mató a tiros a sus compañeros»". Para él, ese no es un tema de conversación cuando busca distenderse.
Los que continúan en Patagones, como Romina Procopo, también sufren por lo ocurrido hace siete años. "Todavía hay cosas que me cuestan. Sufro pánico a los ascensores y a las escaleras mecánicas. Después de 2004 me volví un poco fóbica", reconoce.
A siete años del trágico 28 de septiembre, el pueblo sigue luchando por ser conocido por algo más que la masacre que marcó a fuego a toda una sociedad.
Agradecimientos:
-Producción audiovisual: Matías Aimar
-Carlos Bonardi y Yanina Ronconi
-Personal de la Escuela Islas Malvinas
-A los padres y familiares de los alumnos de la escuela
-A Rodrigo, Romina y Pablo
-A Pablo Morosi (autor de "Crónicas de una masacre escolar" ).
28/09/11
Por Tomás Rivas y Sol Amaya
LA NACION recorrió el pueblo y habló con los protagonistas del doloroso suceso del 28 de septiembre de 2004
Los alumnos realizaron un mural para homenajear a sus compañeros. Foto: LA NACION / Matías Aimar
"Cuando escuché el primer disparo, me reí. Pensé que era una pistola de cebita. Hasta que vi la vaina de la bala. Ahí me di cuenta de que no era joda".
Ninguno pensó que era algo real. Nadie se imaginaba que algo así podía sucederles. Eran apenas adolescentes y estaban en lo que consideraban su segundo hogar: la escuela. El que recuerda aquella imagen es Rodrigo Torres, uno de los jóvenes que resultó gravemente herido en el hecho que se conoció como la "Masacre de Carmen de Patagones", ocurrida el 28 de septiembre de 2004 . Siete años más tarde, LA NACION recorrió el pueblo y habló con los protagonistas de una tragedia que aún atormenta a toda una comunidad.
UNA MAÑANA TRÁGICA
Rodrigo no tenía ganas de ir a la escuela ese día. Pero su mamá, Nina, insistió. "Guardá los días por si te enfermás", le dijo. Entonces Rodrigo se reunió con su compañera Romina, buscaron a otra joven más y se dirigieron al Instituto Nº2 Islas Malvinas.
En la escuela el panorama era el mismo de todos los días: los estudiantes conversaban en los pasillos a la espera del timbre que indicaba que tenían que ingresar al aula.
Dos compañeras de Rodrigo hablaban entre risas sobre "el camperón verde" que ese día llevaba puesto "Junior", otro de los alumnos de su curso, al que todos consideraban un joven muy callado e introvertido.
Para Rodrigo el detalle de la campera no era nada que llamara la atención. "Cosa de chicas", pensó. Sonó el timbre. Los alumnos del 1° B entraron al aula. Ni el preceptor ni el profesor de Derechos Humanos, que estaba a cargo de la primera clase, se encontraban allí todavía. Eran las 7.30 de la mañana.
Mientras chicos y chicas conversaban entretenidos, Junior se paró en frente del curso. Miró a todos, regresó a su banco, buscó algo y volvió a pararse delante de sus compañeros. Sacó una pistola Browning 9 milímetros. Hasta ahí, nadie percibía lo que estaba por suceder.
"No dijo nada. Disparó. Yo me empecé a reír porque con Fede pensamos que era una pistola de cebita. Con el segundo disparo vi la vaina de la bala. Ahí empezaron a gritar todos. Ahí me dije: «Esto no es joda»", recuerda Rodrigo.
Tampoco Romina Procopo dimensionaba lo que estaba ocurriendo. "En el momento, le dije a la chica que se sentaba conmigo: «Mirá, un arma de juguete». En ningún momento pensamos que era de verdad, hasta que vimos sangre y que a una chica se le dieron vuelta los ojos".
De a uno, los que recibieron los impactos fueron cayendo al suelo. Sonaron 12 tiros. Sandra Núñez, Evangelina Miranda y Federico Ponce murieron. Natalia Salomón, Nicolás Leonardo, Cintia Casasola, Pablo Saldías y Rodrigo Torres sobrevivieron a pesar de las heridas que, en el caso de los dos últimos, fueron de extrema gravedad.
Con uno de los balazos, Rodrigo se desmayó. "Cuando me desperté, los vi a todos tirados. A Evangelina detrás de mí. A Sandra en uno de los bancos, con el pelo en la cara y los ojos abiertos. Y a Pablito tirado arriba de Fede, que estaba boca abajo. Traté de sacar a Pablito, pero no me podía ni agachar. Vomitaba sangre todo el tiempo", relata el joven.
A pesar de la escena dantesca que se desplegaba alrededor de Rodrigo, él se mantenía sereno. "Desde que me paré, sabía que iba a estar bien, no me preguntes por qué. Nunca tuve miedo".
Junior salió del aula y cayó arrodillado en uno de los pasillos. Dante, su amigo, le sacó el arma, le gritó: «¡Qué hiciste!», y lo rodeó con los brazos. Entre gritos y corridas, crecía la confusión.
Minutos después comenzó a correr la noticia en el pueblo. Nina trabajaba a unas cuadras de la escuela. "Sentía las ambulancias. Le dije al médico que trabajaba conmigo: «¡Cómo suenan las sirenas!. Pobre gente. También los bomberos. ¿Qué habrá pasado? ¿un accidente?»".
La respuesta del médico la dejó paralizada: "¿No escuchaste? Entró un loco a la escuela Malvinas y empezó a los tiros". Él no sabía que Rodrigo iba a ese instituto.
Como muchas otras madres y parientes y allegados a los alumnos, Nina corrió desesperada hacia la escuela. El lugar era un caos, y así permaneció durante unas horas aquella mañana en la que cambió para siempre la historia de Carmen de Patagones.
UN CHICO CALLADO
Había indicios, aseguran sus compañeros. Algo no andaba bien en la vida de ese adolescente que casi no hablaba con nadie. Romina recuerda que cuando iban a jugar a la casa el padre lo llamaba para retarlo, no lo dejaba pasar mucho tiempo con sus pares.
Rodrigo dice que varias veces lo sacaron del aula "para hablar", aparentemente por "conflictos" que el joven atravesaba. Y que una vez llegó temprano y se lo encontró sentado a oscuras en el aula, solo.
Los docentes también lo recuerdan como un joven muy callado , muy introvertido, que casi no participaba en ninguna clase.
RS (las iniciales de su nombre) solo socializaba con Dante , otro alumno del colegio, al que muchos señalaron como "el autor intelectual" de la masacre.
Junior vivía en Patagones con su padre, miembro de la Prefectura, su madre y un hermano menor. El arma que usó para disparar pertenecía a su padre y estuvo a su alcance con dos cargadores llenos. Tiempo después de la masacre, la jueza Ramallo diría que la familia del joven era "gente humilde, que está desconcertada, shockeada, muy triste y que no comprende qué ha pasado". Estas palabras fueron mencionadas en una conferencia de prensa en la que la magistrada procuró mantener alejado al periodismo del joven que, por ser menor de edad, no podía ser condenado como adulto.
Tanto él como Dante, junto con sus respectivas familias, abandonaron el pueblo luego del trágico evento. A Junior le cambiaron la identidad y fue a parar a un instituto de máxima seguridad en La Plata. Nadie sabe dónde se encuentra hoy .
UN LARGO PROCESO DE RECUPERACIÓN
Luego del ataque, se decretó en Patagones un duelo de tres días, tras los cuales los alumnos de la escuela Islas Malvinas retornaron de a poco a las aulas. Pero los chicos del 1° B todavía no estaban listos. Recién 15 días más tarde algunos de ellos volverían a pisar la escuela .
"Fue todo muy significativo. Se formaron en el centro de la escuela y toda la comunidad educativa estuvo alrededor de ellos. Padres, alumnos, docentes. Fue un abrazo comunitario a los chicos", recuerda entre lágrimas la directora de la escuela.
"Era como «atontante», no sabía qué hacer., si llorar., era una situación rara", confiesa Romina, que terminó allí ese año, pero luego decidió continuar sus estudios en otra institución. Sin embargo, años más tarde volvería al Malvinas. Hoy atiende el quiosco y la fotocopiadora de la escuela y asegura sentirse cómoda allí, aunque evita el aula de la masacre. "Si entro es como que veo sangre. Son esas cosas que a uno le quedan", se excusa.
"Volví a la escuela apenas pude caminar. Era una necesidad que tenía", cuenta por su parte Rodrigo, que estuvo varios meses internado en un hospital de Viedma. "Fue rarísimo, todos me miraban. Yo necesitaba reconstruir, entender qué pasaba", sostiene.
Pablo Saldías, el más lastimado de los sobrevivientes, regresó a clases, en otra escuela, recién al año siguiente. Había pasado por una difícil recuperación. Perdió órganos vitales, permaneció cuatro días en coma y otros 15 en terapia intensiva. "Fue raro volver. Encima, cuando salí de casa, tenía cámaras de televisión que me acompañaban. Tenía 15 años, no entendía lo que pasaba", recuerda.
EL ROL DE LOS DOCENTES
¿Qué rol cumplieron los docentes y profesionales de la escuela en toda esta situación? Muchos padres aún los responsabilizan por lo sucedido . "Esa es la bronca más grande que tenemos los papás. Se podría haber evitado. Es pura y exclusivamente responsabilidad de la escuela. Deberían haberle hecho un seguimiento a Junior. Haber citado a los padres. Tenían herramientas y estrategias para hacerlo", dice Nina.
Claudia Kloster, mamá de Pablo Saldías, coincide. "Dejaron a nuestros hijos con un chico que sabían que tenía problemas. Todavía no se resolvió, no se tomaron las medidas correspondientes. Fue más lo que se tapó que lo que se hizo".
Para Adriana Raumec, la actual directora de la escuela, las cosas sí cambiaron para mejor. "Lo que hemos trabajado siempre en relación con lo que nos sucedió es que todas nuestras actividades y nuestras acciones tienen el objetivo de anclar a los alumnos a la vida. Y en la educación desde la no violencia, desde la paz", asegura. También afirma que se hicieron algunas reformas edilicias en cuanto a la seguridad luego de 2004, como puertas antipánico y ventanas de emergencia en todas las aulas.
Ahora, cada 28 de septiembre se realiza una "Jornada de la no violencia en el ámbito escolar".
"Nuestro objetivo siempre es relacionar la escuela con la vida. Con el proyecto y con el futuro. Desde ahí se trabaja. No desde el morbo, desde recordar lo negativo, sino que esto tan doloroso, que es parte de la vida, nos tiene que posibilitar un aprendizaje", explica Raumec.
CARMEN DE PATAGONES HOY
Pasaron siete años y los sobrevivientes de aquel 1° B ya son todos mayores de edad. Muchos permanecen en el pueblo, otros emigraron. De a poco y con esfuerzo, Carmen de Patagones retomó sus hábitos, pero nadie en el pueblo desconoce la cicatriz que dejó el 28 de septiembre de 2004.
"Patagones quedó muy marcado. Hay un antes y un después del episodio. Es una ciudad chica, tranquila, en la que no pasa demasiado", sostiene Incaminato.
No es la única. La actual directora del Instituto islas Malvinas advierte que el pueblo quedó estigmatizado. "A cada lugar donde voy, en cuanto decís: «Carmen de Patagones», lo relacionan enseguida. Me ha tocado como ciudadana común vivir esas situaciones, sin que sepan que formo parte de la escuela. Es complicado que nos conozcan por algo malo. Es una comunidad tranquila y tenemos jóvenes muy valiosos. Duele que nos recuerden por algo tan triste", confiesa Raumec.
Lógicamente, los que más sufren este triste reconocimiento son los mismos sobrevivientes. Pablo Saldías ya no vive en el pueblo e incluso suele negar que es de Patagones. "Hasta en el boliche te pasa. Vas a pasarla bien con tus amigos y te preguntan: «¿De dónde sos?». «De Viedma», les contesto", cuenta el joven, que dice estar orgulloso de su procedencia pero sufre la estigmatización de su pueblo. Cuando dice la verdad, lo primero que le preguntan es si conoce el caso del «loco que mató a tiros a sus compañeros»". Para él, ese no es un tema de conversación cuando busca distenderse.
Los que continúan en Patagones, como Romina Procopo, también sufren por lo ocurrido hace siete años. "Todavía hay cosas que me cuestan. Sufro pánico a los ascensores y a las escaleras mecánicas. Después de 2004 me volví un poco fóbica", reconoce.
A siete años del trágico 28 de septiembre, el pueblo sigue luchando por ser conocido por algo más que la masacre que marcó a fuego a toda una sociedad.
Agradecimientos:
-Producción audiovisual: Matías Aimar
-Carlos Bonardi y Yanina Ronconi
-Personal de la Escuela Islas Malvinas
-A los padres y familiares de los alumnos de la escuela
-A Rodrigo, Romina y Pablo
-A Pablo Morosi (autor de "Crónicas de una masacre escolar" ).
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