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domingo, 20 de mayo de 2012

Las agresiones entre alumnos, un reto cada vez más complejo en las escuelas

CUATRO CASOS GRAVES EN APENAS UNA SEMANA
Las disputas en las redes sociales y la inmediatez de la respuesta violenta obligan a los directores a trabajar más de cerca

Rocío, Macarena y Ariadna iban camino a escuela técnica de Guaymallén, donde cursan quinto año, cuando a media cuadra de llegar fueron rodeadas por cinco compañeras suyas de entre 16 y 17 años. Hacía varias semanas que ese grupo venía amenazándolas y el desenlace no se hizo esperar: tras algunos insultos, las acosadoras se les tiraron encima y empezaron a golpearlas con tanta saña que una de ellas terminó con el rostro desfigurado. Como se supo más tarde, la paliza se debió a que las chicas simplemente no les caían bien, porque eran "caretas" y buenas alumnas.
En la generación de quienes tienen hoy hijos adolescentes observamos que hay muchos padres con serias dificultades para asumir un rol de autoridad
El hecho, ocurrido este martes en Mendoza, fue apenas uno más de una semana especialmente violenta en escuelas de nuestro país. Ese mismo día en Rosario, una estudiante de 15 años recibió un navajazo en la cara en medio de acusaciones en Facebook por un celular perdido; y al día siguiente un alumno de 8 años sufrió un serio traumatismo de cráneo en una escuela salteña luego de que un compañero suyo la arrojara al piso con violencia por el simple hecho de haberle tocado la pierna.
Estos episodios, que no fueron por cierto los únicos de su tipo en la última semana, parecen reunir sin embargo varias de las características que docentes y directivos observan hoy en torno al fenómeno que popularmente se conoce como violencia escolar. Entre ellos se encuentran el hecho de que los conflictos, aunque detonan en la escuela, se originan muchas veces fuera de ella; el fuerte protagonismo que tiene Facebook como disparador de enfrentamientos, la inmediatez de la reacción violenta y, sobre todo, la desproporción entre la respuesta y la causa que la provoca.
¿Será que las escuelas son cada vez más violentas? A falta de datos estadísticos en nuestro país resulta difícil afirmarlo con certeza. Pero en todo caso, si realmente los son, no lo son más que la sociedad en la que están insertas, plantean funcionarios y directivos al señalar que la violencia escolar es apenas otra manifestación de violencia social, y que los padres juegan en ella un papel determinante.

UNA CAJA DE RESONANCIA

"No hay escuelas violentas, sino una sociedad violenta que atraviesa la escuela", dice María José Arias Mercader, la rectora del Colegio Nacional de La Plata. Y lo mismo señala Claudia Bracchi, la subsecretaria Educativa de la Dirección de Educación bonaerense: "más que violencia escolar, hay conflictos que se dan en las escuelas, como se pueden dar en los barrios o en los comercios sin que se hable por ello de violencia barrial o comercial", dice.
Además de una perspectiva distinta para enfocar el problema, lo que señalan tanto Arias Mercader como Bracchi es una descripción de lo que se observa actualmente en gran parte de los episodios de violencia escolar: los conflictos se originan en general fuera de las escuelas.
"Muchos de los conflictos que se nos presentan últimamente no surgen en la escuela, sino que vienen del barrio, de alguna fiesta o tienen que ver con relaciones de noviazgo entre los adolescentes", afirma Danilo Barreda, director de la Escuela Secundaria Básica Nº 8 de La Plata, quien señala el fuerte protagonismo que ha ganado en los últimos años Facebook como un medio que dispara y potencia conflictos interpersonales.
Y es que es tal la cantidad de contactos que los adolescentes tienen generalmente en Facebook que basta que uno de ellos vuelque allí un comentario ingenuo o malicioso sobre un tercero para que éste se entere. De ahí que lo que hace unos años no hubiera pasado de una chicana en un aula -ya sea por un equipo de fútbol o una disputa sentimental- hoy se convierte muchas veces en un desafío abierto que involucra a cientos de chicos. Pero además, en un desafío que por el simple hecho de ser lanzado desde atrás de una pantalla tiende a redoblar la apuesta de agresividad.
El hecho de que muchos esos conflictos que se generan fuera del ámbito escolar y se potencian en internet, terminan zanjándose en la escuela o en las proximidades de las escuela, comenta el profesor Danilo Barreda, quien dice que aún así la escuela no los desatiende.

ESTRATEGIAS

No importa si el problema se originó afuera y va a zanjarse en la puerta, "en la medida en que involucra a la escuela, nosotros debemos intervenir": "hablamos con los alumnos, citamos a los padres y armarnos una estructura de contención para intentar desactivarlo. Cuando los alumnos ven la intervención de autoridades, empiezan a dimensionar que puede haber medidas disciplinarias y en general cesan", dice el director de la ESB Nº 8.
"Si bien la escuela es uno de los tantos espacios donde hoy se expresan determinadas situaciones de violencia -sostiene por su parte Claudia Bracchi-, la escuela tiene que generar condiciones para que eso no suceda. Por eso es que promovemos el diálogo para que los chicos aprenden a confrontar sin golpearse, y cuando se presenta alguna situación violenta no la dejamos pasar, sino que la tomamos, la resolvemos y seguimos trabajando sobre ella tiempo después", asegura la funcionaria.
También con la idea de que "la escuela debe instituirse como el espacio donde dialogar", Arias Mercader cuenta que en Nacional vienen aplicando una estrategia de contención que les ha dado buenos resultados. "Como es típico de los adolescentes mantener cierta distancia de sus padres, trabajamos con una dupla formada por el preceptor y el encargado del departamento Sociopedagógico para que acompañe a los chicos durante toda la escuela, transformándose en adultos referenciales que los conocen muy bien e intervienen ante cualquier problema de convivencia. Nos funciona muy bien; de hecho no tenemos situaciones graves".
Con todo, "la institución puede cumplir su rol hasta cierto punto, después son los padres los que tienen que ocuparse", sostiene Lucila Benito, integrante del Observatorio de Prácticas de Convivencia Escolar, una iniciativa lanzada el mes pasado por la Universidad Nacional de La Plata para monitorear y mejorar la convivencia entre alumnos de sus colegios.
Con esa meta, una de las primeras acciones previstas por el Observatorio apunta a involucrar más a los padres en la puesta de límites a sus hijos. "Hay todo tipo de padres, pero en la generación de quienes tienen hoy chicos adolescentes observamos que hay muchos con serias dificultades para marcarles dónde está la norma y asumir ellos mismos un rol de autoridad. Sin eso -dice Lucila Benito- es muy difícil que la institución pueda por sí misma revertir situaciones de violencia".

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