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miércoles, 23 de marzo de 2011

“Maté a un guacho”, les dijo a sus amigos el principal sospechoso

Clarín/ Sociedad
Por CANDELARIA SCHAMUN
9/03/11

Se trata de Leonel Bufanio, detenido junto a Hernán Mendieta y Néstor Horisberger por el asesinato de Jano Fernández, muerto a “batazos” en la madrugada del domingo 6 de marzo a la salida de un boliche. Clarín revela detalles del hecho.

Maté a un guacho”, confesó con cara de asustado Leonel “Loquillo” Bufanio cuando llegó a su trabajo como repositor de un hipermercado. Era el domingo 6 de marzo a las 4 y media de la tarde. A Leonel aún le duraba la resaca de la noche: había ido a bailar a Fantástico igual que Jano Fernández. Leonel tenía aspecto de no haber dormido y aliento a alcohol. Jano hacía 11 horas que había muerto a palazos a la salida del boliche de Balvanera.
Los tres compañeros que escucharon a Leonel no le creyeron . Pensaron que era una excusa para no trabajar. Sabían que Bufanio era un tipo violento y pensaron que le podría haber pegado a su novia embarazada y que tal vez, por los golpes, había perdido al bebé. “Leonel tiene doble personalidad, siempre tiene problemas con todos. Es agresivo. Inclusive una vez quizo golpear a un jefe”, dijo uno de los compañeros. Su testimonio está incluido en el expediente por el crimen de Jano Fernández, al que accedió Clarín . Por el homicidio están detenidos en Ezeiza Leonel Bufanio –tenía dos causas, una por lesiones, robo y muerte dudosa; otra por tentativa de robo–, Hernán Mendieta y Néstor “Papelito” Horisberger, ambos sin antecedentes. Los tres trabajaban en el mismo lugar, y los tres salieron juntos esa noche.
Ese sábado “Papelito” estaba trabajando en el híper –era repositor de papel higénico– cuando recibió un llamado. Era Hernán Mendieta, que estaba de licencia y lo invitaba a tomar cerveza a su casa en Boedo. Papelito fue, cerca de las 23. Mientras charlaban llamó Leonel, que vive a una cuadra, y dijo que se sumaba. Llevó una botella de Fernet y la Play Station. Cenaron empanadas. Leonel propuso ir un rato al corso, pero desistieron.
“Tipo 3 y media, Leonel dijo de ir bailar. Hernán no tenía plata y yo estaba en bermudas. Leonel dijo que conocía un par de lugares en los que nos dejarían entrar a pesar de la hora”, recordó “Papelito”.
Leonel los convenció. Fue a su casa a cambiarse y los pasó a buscar con su Fiat Siena. Dieron unas vueltas y terminaron en Fantástico Bailable. En la puerta entraban y salían músicos que tocaban esa noche, por eso se demoraron en entrar. Lo hicieron a las cuatro y media. Sólo estuvieron media hora y compraron una jarra de sidra.
A la misma hora, adentro, Jano Fernández terminaba de festejar su cumpleaños. Sus amigos querían irse. A él le quedaba vino en la jarra y quiso salir con ella, pero los patovicas no lo dejaron. Un amigo se la sacó y tiró el líquido al piso. Ya en la calle, Jano se adelantó al grupo. Estaba enojado: “¿Para qué la tiraste si quedaba”, gritó.
Recién salidos, Mendieta, Bufanio y Horisberger fueron a buscar el auto y se demoraron porque Papelito hizo pis atrás del Siena. Mientras caminaban escucharon los insultos de Jano. Y Leonardo le gritó: -¿Che, tan poronga sos? Jano no contestó y siguió caminando. “Arrancamos y seguimos por Sanchez de Loria. Cuando pasamos por al lado, Leonel les volvió a gritar, pero no le dieron bola. Seguimos y vimos que uno de ellos caminaba solo. Leonel le gritó si se la bancaba y el pibe –era Jano– le contestó algo. Leonel metió freno de mano y bajaron con Hernán. Se fueron corriendo media cuadra adonde estaba el pibe”, contó Horisberger.
-¿Tanto te la bancás, salame?, ¿Qué te hacés el rocho? Bufanio empuñaba un bate de béisbol. Lo movía un poco con su mano derecha.
De un batazo derribó a Jano.
Después le aplicó 6 o 7 más, algunos en las costillas y otros en la cabeza. Uno le fracturó el cráneo y le provocó una contusión encefálica y una hemorragia en la meninge. Jano murió en la vereda de Sanchez de Loria al 110. Quedó tendido ahí, molido a palos. En bajarse del auto, matar y escapar tardaron 28 segundos .
Papelito se había quedado al lado del auto. “Vi a Leonel pegarle con algo parecido a un palo o una rama, entre cuatro a cinco golpes”, contó. Leonel y Hernán volvieron corriendo y se subieron. Leonel al volante y Mendieta al lado. Antes de irse, Bufanio le gritó a los amigos de Jano: -¡Nos vemos, gatos! Ahí les dejo a su amigo.
En el auto, “Papelito” se dio cuenta de que Leonel llevaba un bate –un X-treme Easton que guardó a un costado– y que tenía sangre. “Ustedes están locos”, les dijo y se fue a su casa en colectivo. Todos se fueron a dormir.
El domingo, apenas entró al hipermecado, “Papelito” se cruzó con Leonel en el salón. “Perdoname por lo de anoche, me la re mandé”, le dijo. “Papelito” no contestó y se fue a su sector. Más tarde volvieron a encontrarse en el depósito y “Papelito” escuchó que Leonel les decía a unos compañeros que le había abierto la cabeza a alguien y que si hubiese querido “se hubiera llevado el cerebro a la casa”. No le creyeron. A la noche, llevó a tres compañeros a sus casas en Don Torcuato. Cuando bajó a entregarle el bolso a uno, éste vio el bate en el baúl. “¿Con esto lo mataste?”, le preguntó. “Sí”. Entonces se lo sacó y lo arrojó a un baldío. Cuando entró a su casa, prendió la tele. Contaban la historia de Jano. Era igual a la que le relató Leonel.
Al día siguiente, en el trabajo habló con Leonel.
- Ayer vi la noticia, era cierto que mataste a alguien. ¡Entregate! - No digas nada, me quiero matar. Cubrime.
- Si no te entregás, lo voy a hacer yo.
Y lo hizo.

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