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sábado, 21 de mayo de 2011

“Violencias excepcionales”

PÁGINA 12. PSICOLOGIA › RECIENTES HECHOS EN BRASIL Y EN HOLANDA

Por Sergio Zabalza *

La naturaleza excepcional de dos recientes y trágicos sucesos, acontecidos en el breve intervalo de dos días, desafía la capacidad de asombro y horror: mientras aún reinaba el estupor por las doce criaturas ultimadas en Río, un hombre con un arma de fuego irrumpió en un shopping de Holanda y, tras asesinar a varias personas, se suicidó.
Las crónicas insisten en que se trata de hechos incomprensibles. Afirmación que sólo es verdad si se la juzga con la vara del sentido común, porque basta aplicar otro punto de vista para advertirnos de la coherencia que atraviesa el ya grueso tendal de episodios similares. Es más, quizá descubramos que el hecho de atribuir el carácter de incomprensible a estas masacres forma parte de la desquiciada locura que las anima.
Al contemplar el historial reciente, bien puede concluirse que las características personales de los protagonistas confluyen en ciertos y determinados rasgos comunes. Jóvenes con cierto carácter signado por la extrema reserva o timidez, en muchos casos miembros de instituciones por lo general escolares, aunque de manera tan sólo nominal, ya que el análisis posterior suele revelar el aislamiento, cuando no la lisa y llana exclusión, a la que son o fueron sometidos por sus pares.
Se agrega algún delirio místico, alguna apelación a la salvación o condena de la humanidad, cierta reivindicación personal en tanto fundadores de algún nuevo linaje o mensajeros de un supuesto orden divino, y ya tenemos un perfil bastante acabado de estos malogrados sujetos.
Hasta aquí lo común que engloba a estos hechos, sin embargo, excepcionales. No es necesario mucho cavilar para concluir que se trata de sujetos psicóticos, cuya frágil estructura psíquica no tolera la convivencia de aspectos contradictorios en el seno de la personalidad; por esa razón ubican en el Otro los componentes escindidos que su subjetividad no puede albergar. Luego las alucinaciones, las voces, los imperativos para pasar al acto: “Lo cancelado adentro retorna desde afuera”, concluye Freud en su estudio Un caso de paranoia autobiográficamente descripta.
Hasta aquí la locura de quienes aprietan el gatillo. Ahora bien, desde cierta perspectiva, un desencadenamiento de psicosis es el hecho social por excelencia, no sólo porque marca una nueva e inédita relación del sujeto con el Otro, sino también porque el alienado encarna como nadie la inconsistencia esencial que alimenta el manantial de la lengua: ese agujero por el cual, sin embargo, hablamos; para cernir, velar, o directamente ocultar la falta de respuestas frente a las cuestiones que nos hacen comunes el uno con el otro: ¿quiénes somos, de dónde venimos, qué hacemos aquí, por qué las cosas son como son?
El poeta Arthur Rimbaud escribió que el yo es el otro: “Quiero ser poeta, y me esfuerzo en volverme Vidente: yo apenas sabría explicárselo y, aunque supiese, usted no comprendería nada en absoluto. Se trata de alcanzar lo desconocido por medio del desarreglo de todos los sentidos. Los sufrimientos que ello conlleva son enormes, pero hay que ser fuerte, haber nacido poeta, y yo me he reconocido poeta. No es culpa mía en absoluto. Nos equivocamos al decir: yo pienso; deberíamos decir: Alguien me piensa. Perdón por el juego de palabras. Yo es otro. Tanto peor para la madera que se descubre violín, ¡y al carajo los inconscientes que pedantean acerca de lo que ignoran por completo!” (carta a Georges Izambard, 13 de mayo de 1871).
El psicótico hace suyas estas limitaciones insalvables de la lengua y las devuelve con aseveraciones plenas de certeza. De esta manera, al ubicarse en el lugar de la excepción, el alienado se hace señal, encarna, en suma: objetiva lo que el resto de las personas tenemos en común. Ergo: de ninguna manera estamos ajenos al alienado. Para afirmar semejante cosa habría que ser un loco... común. No en vano se dice que esos hechos son incomprensibles con la misma facilidad con la que muchos “comunes” se suelen desentender de la segregación que caracteriza nuestra época.
Así, el loco excepcional está en el punto ciego donde se funda la política, el conflicto por el cual hablamos. Esta violencia excepcional no es más que una metáfora de la comunidad.

* Psicoanalista. Hospital Alvarez.

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