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Miércoles 08 de febrero de 2012 | Publicado en edición impresa
Editorial II
Una entidad fue creada para que alumnos con prácticas agresivas puedan reconocer sus errores y progresar en la interacción social
Con desdichada frecuencia hemos considerado en estas columnas episodios de violencia en el ámbito escolar, protagonizados por alumnos del nivel medio, en su mayoría. Felizmente hoy toca comentar la admirable conducta de una madre, llamada Marcela Fernández, cuyo hijo sufrió los embates agresivos de sus condiscípulos durante años. Muy jovencito, el menor murió a causa de un accidente de tránsito. La madre debió afrontar esa durísima prueba y superó la penosa experiencia de manera ejemplar, pues tuvo la iniciativa de crear una entidad, a la que puso el nombre de su hijo Pablo Nicolás.
El propósito que alentó el lanzamiento de esa asociación fue, en primer lugar, contribuir a que los alumnos ganaran en un conocimiento más hondo del injusto daño que producen los actos de violencia en víctimas inocentes. En segundo término, aspiró a servirse de esa toma de conciencia para avanzar en la prevención y reducción de comportamientos que tanto hieren al que los sufre como rebajan la calidad moral de quienes los producen. La iniciativa fue emprendida a sabiendas de que el problema excedía las posibilidades de la asociación, pero con el convencimiento de que es necesario obrar en la medida de lo posible a fin de reducir un mal social tan severo.
La gestora de la iniciativa, que trabaja en el área de la mediación educativa, ha logrado que colaboren en la nombrada asociación profesionales de distintas especialidades (como psicopedagogos, trabajadores sociales, abogados y otros) deseosos de cooperar en una tarea constructiva.
La modalidad elegida para actuar con los chicos se apoya en los talleres interactivos, en los cuales participan alumnos primarios y secundarios. La expectativa es que los menores no se dejen llevar por prácticas agresivas. El premio deseado es que los alumnos reconozcan errores y progresen en integración social.
El esfuerzo puesto al servicio de esos objetivos está en marcha en la ciudad de La Plata. Una de las formas de violencia que padeció Pablo Nicolás se gestó en prejuicios discriminatorios vinculados con la presencia de alumnos y familias provenientes de países limítrofes. Dicho problema se relaciona con los conflictos planteados por el multiculturalismo, cuestión compleja que necesita ser encarada con iniciativas como la comentada y que no tendría razón de ser en un país como el nuestro, abierto a los inmigrantes de todo el mundo y que creció con su invalorable aporte..
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