SOCIEDAD MUNDOS ÍNTIMOS/ Clarin.com
POR NICOLÁS PARRILLA
La burla y el sometimiento del que se percibe diferente generan un clima de molestia y hasta de sufrimiento para el chico que se convierte en víctima.
ACOSO. “El bullying en la escuela primaria siempre estuvo”, afirma Alejandro Castro Santander
25/01/12 - 10:31
Tiempo atrás, el acoso escolar entre alumnos de escuelas primarias no pasaba de algunos apodos o cargadas. El gordo, el petiso, el narigón o el cuatro-ojos, todo aquel que escapaba un poco al estándar de “persona normal” establecido por la sociedad era señalado con el dedo. En los últimos años, la figura del bullying empezó a tomar más notoriedad en el ámbito escolar, primero como un fenómeno extranjero, y luego como una temática más cercana, con casos locales de acoso, hostigamiento o asedio entre niños.
El bullying es cualquier forma de maltrato, tanto psicológico, verbal o físico, producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado. El agresor cuenta a menudo con el silencio, la indiferencia o la complicidad de otros compañeros, y aunque generalmente los protagonistas de estos casos suelen ser niños y niñas en proceso de entrada en la adolescencia, se puede encontrar en cualquier edad, ya que es un fenómeno habitual en niños de escuelas primarias.
No todo acto agresivo entra en la categoría de bullying, ya que para que se cumpla se tienen que dar una serie de condiciones, como la existencia de una víctima, casi siempre indefensa, que sea objeto de ataques reiterados; una desigualdad de poder entre el “fuerte” y el “débil”; y la repetición, durante un tiempo largo y de forma reiterada del acto.
“El bullying en la escuela primaria siempre estuvo”, afirma el investigador, escritor y docente Alejandro Castro Santander, “lo que sucede es que generalmente hemos tenido a los adolescentes como los indisciplinados y violentos, y a los chicos menores como a los que podíamos dominar o controlar más. Pero algunos estudios muestran cifras muy similares en relación a la violencia en general y al bullying en particular”.
Castro Santander, miembro de la Cátedra UNESCO de Juventud, Educación y Sociedad, afirma que “tal vez la diferencia más significativa sea que a medida que los chicos llegan a la pubertad o a la adolescencia, el fenómeno de la violencia comienza a hacerse menos visible”.
“En los primeros años de primaria hay más violencia física y verbal directa, como golpes o insultos, y en el secundario el hostigamiento es indirecto, como esconder o romper cosas y calumniar o murmurar” diferencia el especialista. “Quizás la forma más sofisticada sea la exclusión del grupo de compañeros, con el consecuente sufrimiento por no pertenecer”.
Uno de los casos más habituales en la escuela primaria es el abuso de parte de chicos mayores. “Yo llevaba plata para comprarme alguna golosina en el buffet, pero siempre me rodeaban los de cuarto año para sacarme lo que compraba, y eso me dio miedo y deje de comprar en la escuela”, relata Alan, de 13 años, alumno de una escuela de la Ciudad de Buenos Aires. Un estudio realizado por el Observatorio de la Convivencia Escolar de la Universidad Católica Argentina sobre más de 6 mil chicos dio como resultado que aproximadamente el 22 por ciento de los alumnos tenía miedo a alguno de sus compañeros, pero la incidencia entre los 12 y 15 años era de 1 cada 3 alumnos, edades en las que también se observa el mayor fracaso escolar.
Médica pediatra e integrante del Equipo Bullying Cero Argentina, la doctora Flavia Sinigagliesi, denuncia que “a los docentes les falta capacitación y no cuentan con herramientas para solucionar casos de hostigamiento escolar”. El equipo interdisciplinario, formado por el Centro de Investigaciones del Desarrollo Psiconeurológico, (CIDEP), se encontró con trabas a la hora de contar con la ayuda de los colegios cuando quiso realizar un estudio, junto a la Universidad de Flores, entre chicos de sexto y séptimo grado. “Era una encuesta que abarcaba 20 colegios públicos y 20 privados en la Ciudad de Buenos Aires, y se hizo a esa edad, ya que ahí es el pico de la aparición de los casos más graves de bullying”, detalla Sinigagliesi, “pero debido a la falta de acción, principalmente de los organismos públicos de la ciudad, la participación fue mínima”. “El cambio en las instituciones es posible, no necesita grandes inversiones”, se ilusiona Sinigagliesi, “pero lo tiene que generar uno, con acciones del día”.
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