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17/08/2011
Según un estudio hecho con datos de la UNESCO, los chicos que son víctimas de la violencia dentro de la escuela sacan peores notas tanto en Lengua como en Matemática. Argentina lidera en la región el ranking de insultos y maltratos físicos.
Por Pablo Sigal
La violencia dentro de las aulas argentinas es una variable significativa a la hora de establecer cuánto aprenden los alumnos. O mejor dicho, cuánto no aprenden. La Corporación Internacional para el Desarrollo Educativo (CIDE), con sede en varios países de Latinoamérica y España, acaba de difundir un trabajo que revela un dato preocupante: en nuestro país los chicos rinden hasta el 13% menos en los exámenes por ser víctimas de sus compañeros, un fenómeno conocido como bullying.
Según el trabajo de la CIDE, publicado en el último número de la revista de CEPAL, la Argentina figura al tope del ránking en insultos y maltratos físicos.
El 37,18% de los alumnos respondió haber sido insultado o amenazado en el último mes . Le siguen Perú (34,39%), Costa Rica (33,16%) y Uruguay (31,07). La media continental es de 25,88%.
En el caso de los golpes, el 23,45% de los chicos argentinos dicen haberlos sufrido , seguidos por los ecuatorianos (21,91%) y los dominicanos (21,83%). En todos los casos, Cuba muestra los mejores índices de la región.
Los primeros indicios de que la violencia es determinante en el deterioro del aprendizaje los dio el Segundo Estudio Comparativo y Explicativo (SERCE). Allí, en 2008, se afirmaba que el clima escolar es la variable que más influye en el rendimiento de los estudiantes . Ahora los investigadores Marcela Román, de Chile, y Javier Murillo, de España, buscaron ser más precisos y se pusieron a medir cuánto influye . Para eso echaron mano a la base de datos del organismo de las Naciones Unidas para la Educación (UNESCO) y analizaron una cantidad de información inédita. Así, pudieron determinar tanto la incidencia del bullying en el aprendizaje como los niveles de violencia que existen en las escuelas, tanto en nuestro país como en el resto de Latinoamérica.
El trabajo involucró a 91.223 alumnos de sexto grado, de 2.969 escuelas primarias en 16 países del continente.
En el caso de Argentina, el relevamiento abarcó a 6.696 alumnos de 167 escuelas . El índice de violencia se sacó en base a respuestas directas de los chicos a cuestionarios. Luego se relacionó ese número frío con el rendimiento individual, para determinar cómo ser víctima de un compañero corroe el aprendizaje.
Los investigadores indican, por ejemplo, que los alumnos argentinos que son víctimas de la violencia en clase rinden el 13,19% menos en Lengua (la media continental es de -9,68%) y el 7,84% menos en Matemática. Según explicó Marcela Román a Clarín , ambos porcentajes “son relevantes en relación a las calificaciones conseguidas por los estudiantes evaluados”. Es decir, un mismo índice de reducción en el rendimiento tiene lecturas diferentes en cada país, en función de las notas que sacaron los chicos en las evaluaciones: no incide lo mismo el 7% en Cuba o en Chile, cuyos alumnos consiguieron notas más altas que en Argentina.
¿Por qué el bullying menoscaba el rendimiento de los chicos? Según la psicoanalista Adriana Gladsztein, especialista en niñez y adolescencia, “que los alumnos víctimas del bullying sufran un deterioro en su aprendizaje tiene que ver con que en muchos casos arman sus propias estrategias de evasión ante esta situación tan conflictiva que no saben cómo resolver. Entonces, una estrategia puede ser el aislamiento de todo, tanto del núcleo social del grado al que pertenecen como de las clases que dictan los maestros. Lo esencial es que los docentes estén capacitados para trabajar estos malestares que aparecen a nivel grupal, para que se genere una movilidad de roles entre los chicos y que no siempre sea el mismo el que queda estigmatizado como víctima”.
Román alertó sin embargo sobre un dato nuevo de esta realidad: “Notamos que se empieza a asumir la violencia como normal entre pares dentro del aula, y cuando eso ocurre, paradójicamente, la influencia de este problema tiende a reducirse. Muchas veces los niños dicen que no se sienten víctimas porque en realidad están todos en la misma. Es como si la violencia pasara a ser la norma”.
Para Gladsztein, “es importante articular el trabajo de maestros y padres. Una pregunta frecuente es: ¿saco a mi hijo de la escuela o sigo trabajando acá para que pueda resolver la situación? Dependerá de la habilidad del trabajo docente lo que finalmente determine el destino de ese alumno”.
Según Román, que es antropóloga, la violencia “es compartida por todos los países. Chicos que van con armas a la escuela se ven cada vez con mayor frecuencia, y no es otra cosa que el reflejo de la sociedad en su conjunto. Estamos lejos de formar ciudadanos tolerantes y respetuosos de la diversidad. El foco está puesto en lograr sujetos competitivos y productivos”.
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