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Por primera vez se recabaron datos sobre ataques armados en escuelas alemanes en un reciente estudio de la Universidad de Colonia. Son cifras que asustan, y los colegios ya están tomando medidas al respecto
En el estudio, la psicóloga Sarah Neuhäuser constata que se han multiplicado las amenazas con armas de fuego desde el último ataque, con un saldo de 16 muertos y 37 heridos, perpetrado por un escolar en Winnenden, Baden-Württemberg en 2009. Desde 2006 hasta 2010, la investigadora registró 2.016 amenazas de ataque con armas, pero el problema es que, hasta el momento, en Alemania no existe un sistema unificado de recopilación de datos. Cada estado federado alemán se ocupa del tema de forma diferente, lo que no quita que las autoridades escolares consideren que se debe actuar sin demora y preparase para poder enfrentar situaciones en las que se produzcan ataques o amenazas.
El Land Baden-Württemberg, por ejemplo, está implementando un asesoramiento integral para los alumnos, y se planea duplicar en los próximos tres años el número de psicólogos en las instituciones escolares de ese estado. Otros estados también han creado nuevos puestos para profesores con cargo de consejeros y para trabajadores sociales que se ocupan de formar a los estudiantes en la prevención de la violencia.
A pesar de las medidas presupuestarias de ahorro en los diferentes ministerios de Educación de los estados alemanes, se ha logrado obtener los recursos necesarios para llevar a cabo esas medidas. Especialmente los cursos con programas contra el acoso escolar tuvieron gran éxito en todo el territorio alemán. En Turingia y en Berlín, los programas se concentran en capacitaciones especiales, tanto para alumnos como para padres, a fin de detectar los posibles indicios de que se está planeando un acto violento y también para poder reconocer a tiempo anuncios concretos de un ataque armado. Se trata de señales que siempre se produjeron previamente a los actos homicidas en escuelas alemanas. La mayoría de las veces, los atacantes eran individuos solitarios que se inclinaban por las armas de fuego y los videojuegos de combate. Eran alumnos que, evidentemente, se sentían sobreexigidos, en especial en situaciones en las que se los ponía bajo presión. Y la idea es que los jovencitos y jovencitas que se sientan así reciban ayuda profesional a tiempo.
Las escuelas no deben transformarse en fortalezas
La estrategia en las escuelas parece estar dando resultado, y consiste en prestar más atención y ocuparse de más intensivamente de los alumnos y explicarles los motivos que pueden llevar a la violencia. Luego de los ataques homicidas de Erfurt (2002), Emsdetten (2006) y Winnenden (2009), la clase política alemana exigió que se mejorara la seguridad en los edificios escolares. En el Consejo del Parlamento se debatió acerca de llevar a cabo controles de armas a la entrada del colegio. Pero en las escuelas alemanas no hay aún, como en las de EE. UU., detectores de metales. Y tampoco lograron imponerse las tarjetas personales con chip para el ingreso. “Queremos que haya una atmósfera en la que los alumnos se sientan bien”, subrayan las asociaciones alemanas de profesores. La intención es evitar la sensación de miedo y maltrato que podrían generar tales controles.
Equipamiento en escuelas
Sin embargo, varias escuelas han implementado sistemas de alarma en caso de ataque armado que proveen indicaciones bien claras acerca de cómo comportarse en esa situación, y además dan aviso de inmediato a la central de policía más cercana. Se quitaron picaportes y cerraduras de las puertas de las aulas y se los remplazó por sistemas especiales que, en caso de emergencia, solo es posible abrir desde el interior. Los complejos edilicios se pintaron de diferentes colores para facilitar el reconocimiento por parte de las fuerzas policiales y de rescate. Y los profesores cuentan con aparatos localizadores, los llamados pager, para posibilitar la comunicación inmediata por frecuencias de radio.
Pero aún no hay suficientes cámaras de video instaladas en las escuelas. Los costos llegan a ser millonarios, y la mayoría de los estados no puede financiarlos. En el barrio de Berlín-Neukölln, un foco social de riesgo, 16 escuelas contrataron servicios de seguridad privados, con guardias cuya única herramienta de trabajo son los teléfonos móviles. “Pero los avances técnicos no siempre mejoran la seguridad en las escuelas”, explican los profesores, que conocen muy bien el tema en la práctica. Así y todo, ciertas medidas de control de acceso y una buena cadena de comunicación siempre son efectivas; en eso sí están todos de acuerdo.
Todavía hay incertidumbre en caso de ataque
A pesar del asesoramiento y de las medidas de esclarecimiento tomadas por los ministerios de Educación, cerca de un 30 por ciento de los alumnos -según un informe de las Oficinas de Investigación Criminal de los diferentes estados alemanes- aún no tienen un concepto suficientemente claro sobre cómo manejarse en el peor de los casos, es decir, cuando la violencia irrumpe en el aula. Y aconsejan, al mismo tiempo, no ensayar de manera intensiva el proceder en esos casos, ya que eso podría animar a atacantes potenciales.
“Recibimos solicitudes de asesoramiento de entidades escolares casi a diario”, subraya Patrick Kane, cofundador de una empresa que se dedica a elaborar conceptos de seguridad para escuelas. La iniciativa “Seguridad en las escuelas” es otro proyecto que trata de hallar soluciones de tipo práctico. Esto indica que el mercado de capacitación y perfeccionamiento en ese rubro está creciendo, ya que hace dos años casi no se contaba con tales posibilidades. Lo más importante, remarcan los expertos, es que no se active una falsa alarma. En caso de peligro real, las informaciones deben seguir su curso velozmente y llegar a las personas indicadas. “En muchos casos, es el director de la escuela quien debe decidir qué hacer antes de que llegue la policía”, explica Kane. Hasta ahora, los estudios sobre seguridad escolar parecen haber dado sus frutos, ya que permitieron, afortunadamente, aclarar y resolver pacíficamente una gran cantidad de amenazas de ataque armado.
Autor: Wolfgang Dick/ Cristina Papaleo
Editor: Enrique López
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